Cap 5. "Gracias por existir"

1.7K 230 51
                                    


Durante la primera semana que Luz estuvo en Rock Creek, Amity casi no la veía, excepto a la hora de las comidas. Trabajaba y trabajaba. Las primeras dos cosas que hizo fueron limpiar el granero y construir una reja de madera alrededor de la bomba. Después limpio el gallinero, arregló las perchas rotas e hizo un corral adyacente para los pollos.

Luz se llevaba bien con Leslie, la mula. Como despedía el mismo olor que el granero, cuando éste estuvo limpio, Luz decidió que a ella también había que bañarla. La ató cerca del pozo y la bañó con jabón de tocador. Amity nunca había oído que se pudiera asear a un animal con jabón de baño. Pero sucedió algo muy curioso. Matt nunca había podido hacer nada con esa bestia testaruda, pero después del baño, Luz logró que Leslie hiciera todo lo que ella quería.

Una noche, Luz sorprendió a todos al presentarse en la puerta trasera con Leslie, que llevaba puesto un cabestro.

-¿Qué es esto? -Amity salió seguida por los niños.

-Leslie y yo vamos a Atlanta y llevaremos pasajeros.

-¿Atlanta? -el pánico se apoderó de Amity. Atlanta estaba a más de sesenta kilómetros de distancia.

-Leslie quiere ver una película de Claudette Colbert.

De repente, Amity comprendió. Soltó una sonora carcajada, mientras Luz frotaba el hocico de Leslie. Las bromas no le resultaban fáciles, así que ella las apreciaba todavía más.

-¿Estás segura de que los niños pueden montarla sin peligro?

-Es como un manso cordero.

Desde el porche, Amity observó cómo Luz llevaba a sus hijos sonrientes, montados en el lomo de Leslie, a dar una vuelta alrededor del patio. Alador Blight iba montado detrás de su hermanito, abrazando a al bebé por el estómago. Para sorpresa de todos, Edric no se asustó. Se aferró a la crin de Leslie y se reía con deleite.

En los días posteriores al paseo, a Alador le dio por seguir el rastro de Luz, tal como lo hacía Leslie.

Una mañana, mientras Amity estaba preparando un pastel de especias, los dos se presentaron en el porche trasero con sierras, clavos y madera.

-Luz y yo vamos a arreglar el piso del porche -anunció con orgullo Alador-. ¿No es así Luz?

-Claro que sí, pequeñito -Luz miró a Amity.

Amity observó mientras Luz le enseñaba pacientemente a Alador cómo limpiar una hoja oxidada del serrucho con estopa de acero y aceite y un paño suave de lana. La sierra, advirtió ella, era una miniatura. Aún no sabía dónde la habían encontrado, pero se convirtió en propiedad de Alador.

Aunque el niño no era más que un fastidio y estorbaba a Luz en todo lo que hacía, ésta le mostraba una paciencia inagotable. Lo puso a entretenerse con su propio trozo de madera, mientras ella, con un serrucho grande, cortaba la madera para reemplazar el piso del porche. Cuando la sierra de Alador se negó a realizar el trabajo, Luz interrumpió el suyo y sujetó la mano del niño, moviéndola primero hacia adelante y luego hacia atrás hasta que un pequeño trozo de madera se desprendió. Amity sintió una gran alegría en el corazón cuando Alador miró a Luz con ojos de a admiración como si fuese una clase de héroe

-¡Lo logramos, Luz!

-Ya lo creo. Bueno, ven aquí y pásame unos clavos.

En pocas horas el porche logró verse firme otra vez. Al día siguiente lo pintaron: el piso de rojo y los postes de blanco.

Hicieron una fiesta para celebrar el nuevo porche. Amity preparó pan de jengibre con crema batida encima, hecha con la leche de Roselle. Luz se comió tres pedazos.

LA FAMILIA, LA PROPIEDAD PRIVADA Y EL AMOR -LUMITY ADAPTACIÓN-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora