Final. "Susurrando mi amor"

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Amity le mandó para el día del juicio un traje nuevo de algodón, camisa blanca y los zapatos de vestir que le habían dado en el ejército, así como una nota: "Vamos a ganar, Luz. Con amor, Amity."

Luz se vistió temprano. Una y otra vez volvía a mirarse al espejo. Vio fijamente sus propios ojos y pensó en los de Amity. "Resiste, ojos dorados. No te des por vencida todavía. No soy la tonta que ha estado actuando últimamente. Después de que salgamos de esto, voy a demostrártelo."

De igual manera, Amity prestó especial atención a su vestido. Amarillo. Tenía que ser amarillo, su color de afirmación. El color de la luz del sol y de la libertad. Se había confeccionado un traje sastre de gabardina, tan pálido como la mantequilla batida, con hombreras y las solapas de los bolsillos abotonadas. Ella, también, volvía una y otra vez aprensivamente a examinar su imagen en el espejo. Contempló las cejas bien delineadas y los labios color coral y vio a una mujer elegante y a la moda. "Sólo aguarda, Luz. Cuando todo esto termine, vamos a ser la pareja más feliz sobre la faz de la Tierra."

Se sentó a esperar en la sala de audiencias del tribunal y mantuvo los ojos fijos en la puerta por la que sabía que entraría su amada Luz.

Cuando lo hizo, los ojos de ambas se encontraron y el corazón le dio un vuelco. Nunca la había visto con traje de civil. Lucía espléndida.

Luz levantó la vista al entrar y de repente sintió apretado el cuello de la camisa. Sabía que Amity iba a vestirse de amarillo. Lo sabía. Al recorrer el piso barnizado, sus miradas permanecieron unidas. ¡Dios, cuánto la amaba! Deseaba ir hacia ella, decirle lo bonita que se veía, darle las gracias por el traje y la nota y decirle que también la amaba. Amity sonrió y discretamente le hizo un ademán con dos dedos entrelazados. Luz sintió un gran aprecio, muy similar al que había experimentado cuando la vio en la estación de ferrocarril de Augusta. Le sonrió como respuesta.

Amelia Marsh se sentó a la izquierda de Amity. A su derecha se encontraba la señorita Clawthrone, con el rostro tan duro y solemne como siempre.

Edalyn Clawthrone ya estaba ahí, vestida como una curadora loca de museo, con el traje arrugado y una corbata de seda decorada con flamencos color rosa. Cuando a Luz le quitaron las esposas, le estrechó la mano.

-Todos de pie, por favor -voceó en tono seco el secretario del tribunal-. La Corte entra en sesión. Preside el honorable Juez King.

¡King, el juez que las había casado! Luz se quedó boquiabierta cuando el funcionario entró, vestido con su toga negra. Tenía un solo pensamiento en la mente: por alguna razón milagrosa, se encontraba en manos de un hombre justo.

-Tomen asiento, por favor -ordenó King.

El juicio comenzó. Tanto el fiscal como el abogado defensor presentaron su argumentación inicial. Edalyn hizo la suya con una enunciación lenta. El fiscal, Edward Slocum, la presentó con elocuencia. Slocum tenía la mitad de la edad de Edalyn y vestía un traje impecable de sarga azul. Prometió demostrarle al jurado, más allá de todo asomo de duda, que Luz Noceda había asesinado a sangre fría a Boscha Peak.

-El Estado llama al alguacil de policía Steve Goodloe.

Por medio del interrogatorio de Slocum al alguacil, el jurado se enteró de los antecedentes de Luz, de la existencia del trozo desgarrado de tela de un trapo para sacudir y de la nota en la que aparecían las iniciales de la acusada.

Entonces Clawthrone se levantó y arrastró los pies. Su pregunta al alguacil Steve reveló que Luz había sido una prisionera modelo y que gracias a eso había conseguido libertad condicional.

Por el viejo y cansado pesquisidor del condado, Elliot Mobridge, se le informó al jurado acerca de la hora y la causa del deceso de Boscha Peak, reveló el hecho de que tenía cuatro meses de embarazo en el momento de su muerte.

LA FAMILIA, LA PROPIEDAD PRIVADA Y EL AMOR -LUMITY ADAPTACIÓN-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora