Fuego

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Nos encontrábamos junto al fuego, Henry bebía vino y recordaba una historia graciosa que involucraba a sus primas hermanas, yo sin embargo seguía pensando en lo que me había dicho, dejaría de ser algún día la Laura aburrida y confiable me pregunte lo mire, se encontraba tan guapo.

-Estas bien? Pregunto mirándome preocupado, solo asentí tratando de sonreír.

-Si, solo cansada, creo que necesito recostarme, no estoy acostumbrada a beber vino. Comente.

-Lucrecia, puedo quedarme contigo esta noche. Susurro atento, yo solo asentí sin percatarme de lo que con llevaba aquella pregunta.

Mi doncella me ayudo a prepararme como de seguro estaban haciendo con Henry esperaba verlo cruzar las puertas que comunicaban entre habitaciones, me reprendí por hacerlo, era increíble lo rápido que me adapte a sentirlo cerca de mi, aunque nunca podría tenerlo aquello era un gran consuelo al menos.

Despedí a la muchacha, espere que se fuera para deshacerme de mi bata y entrar entre las sabanas, mire la puerta una vez mas y me quede ahí pensando que estaría haciendo Lucia con ese hombre, donde estaría si ella nunca hubiera huido, seria ella quien compartiría el lecho con Henry me dije.

Lo sentí entrar en su usual bata azul, se deshizo de ella unos minutos después terminando semi desnudo a mi lado, el silencio se volvió un poco tenso como si quisiera decirme algo.

-Cariño.....puedo besarte. Pregunto mirándome, asentí sin decir nada, no quería desperdiciar ni un beso de los que Henry me daría, se acerco a mi y me beso, en ese momento sentí como una llama se encendía y le correspondí con ese mismo ímpetu, acaricio mis labios con su lengua profundizando el beso, tomo un segundo para mirarme regreso su atención a nuestros besos, sentí como deslizaba sus manos por mis piernas, lo aleje sin embargo no cedió siguió besándome y acariciándome de una manera que sentía que iba a enloquecer, lo mire y mi culpabilidad se acrecentó estaba aprovechándome de una situación me dije.

-Cariño, no pienses déjate llevar. Susurro en mi oído izquierdo. -Te prometo que estarás bien. Comento antes de besarme una vez mas esta vez en mi pecho por encima de la tela, acaricio mi cadera dispuesto a deshacerse del camisón, mi sentido común se sentía tambaleante sabia que si hacia algo así no habría opción, no había un regreso pero amaba tanto a Henry, lo mire y solté un par de lagrimas. -Shhh, que pasa, querida todo estará bien. Susurro. 

-Yo....Henry tengo algo que decirte. Murmure decidida sin embargo este ataco mis labios una vez mas, sus palabras de amor susurradas era un goce espiritual que jamás había sentido pensaba que me las decía a mi, nadie mas que los dos ocupabamos la habitación, el me estaba besando y tocando, Lucrecia ni siquiera existía en ese momento.

-Quiero verte....para asegurarme de que todo es real, de que estas en mis brazos. Susurro haciendo que mi corazón saltara de mi pecho hoy mas que nunca estaba segura que lo amaba, Henry delicado y amable, fuerte y vigoroso pero a la vez dulce y suave repetía gestos de amor entre un hombre y una mujer, ni la vida me alcanzaría para olvidar sus caricias, sus manos sobre mi cuerpo esos momentos de suprema felicidad, lo deje hacer, no podía seguirme engañando quería a Henry mas de lo que podía aceptar.

-Cariño.....

-No te detengas, Henry. Rogué. -No importa fue todo lo que pude decir.

-Relájate. Murmuro besándome una vez mas. -No mires ahí, mírame a mi. No pude evitar mirarlo y sentirme la peor mujer sobre la tierra.

Esa noche supe lo que era el amor físico y tuve la seguridad que nunca podría estar con otro hombre que no fuera Henry, sentí como se tenso para después abandonarse en mis brazos, me miro esperando mi reacción sin embargo no tenia nada que decir, había tomado una decisión, una que nos costaría a ambos y que estaba segura el no perdonaría.




Secreto de hermanasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora