6. No acostumbrarse.

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Llevaba ya seis semanas en el Hogwarts de mil novecientos noventa y siete. Ya me había acostumbrado a la mayoría de cosas que eran diferentes en ese tiempo; a los retratos; estatuas; a Hermione Granger saludándome cada vez que me veía por el pasillo, ese tipo de cosas.

Aquí es cuando llega mi consejo de esta entrada de mi guía:

NO SE ACOSTUMBREN.

Acostumbrarse a estar en otro tiempo es lo peor que podrían hacer, cuando vuelvan a su tiempo— si es que vuelven —será extremadamente incómodo, e incluso podría decir que será doloroso.

No ver a Hermione saludándome por los pasillos cuando volví a mi tiempo fue horrible, y extremadamente doloroso.

Pero claro, mi consejo es sencillo de decir, pero difícil de cumplir— traficando rimas, ¿qué les parece? —. Acostumbrarse a lo que te rodea cuando es tan agradable y ligeramente conocido es muy fácil.

Sonreí mientras caminaba junto a Draco por el pasillo, ambos teníamos clase de Pociones, y sinceramente, era mi favorita en ese tiempo, en mi tiempo Slughorn era el que impartía la clase, pero si me preguntaran, no mentiría, Snape era mil veces mejor profesor de lo que Slughorn podría llegar a ser... claro, lo era si podías ignorar sus burlas sutiles y comentarios sarcásticos.

—Hola, Isabelle. —Hermione me saludó mientras caminaba a mi lado, me sobresalté ligeramente antes de recordar que ese era mi nombre.

—Hola, Hermione—saludé con nerviosismo—, ¿qué clase tienes ahora?

—Pociones, y me preguntaba si...

— ¿Qué haces aquí, sangre sucia?

Vi la sonrisa de Hermione desaparecer por el comentario de Draco, y le golpeé en las costillas de un codazo, ganándome un gemido de dolor por su parte.

—Cállate, Draco—espeté, Hermione me sonrió ligeramente—. Desde que te conozco siempre has presumido de tus buenos modales, así que ¿qué fue eso?

Él murmuró unas palabras inentendibles antes de comenzar a caminar más rápido y adelantarnos, dejándonos atrás.

—No tenías que hacerlo, gracias. —Hermione me sonrió.

—Sí tenía—dije—. De todas formas, ¿qué querías preguntarme?

Hermione dejó de mirarme y prefirió mirar el piso frente a nosotras, pero yo sí me quedé mirándola, admirando su perfil y la sonrisa que de repente apareció entre sus labios.

—Mi compañero en la clase es un inútil—terminó diciendo, haciéndome reír—, y quizás mis habilidades para las pociones no son las mejores, pero mejor que las suyas sí son.

—Qué humilde. —me burlé, entonces ella me miró.

— ¿Quisieras ser mi compañera en la clase?

Me sentí levemente aturdida por unos momentos, había pensado que me pediría cualquier otra cosa, como que hechizara a su compañero.

«No es Slytherin» Me recordé, ligeramente divertida conmigo misma.

—Claro. —respondí sin titubear.

Draco se molestaría conmigo por dejarlo de lado por una «sangre sucia» como a él tanto le encantaba llamarla, pero ella era... simplemente encantadora, además de que por ella era que estaba ahí en primer lugar.

Caminamos hacia las mazmorras, bajando las escaleras y con ella hablando sobre lo molestos y tontos que a veces podían ser sus amigos, pero terminó diciendo que, de todas formas, los quería.

Estar al lado de Hermione era como una señal de que mi atrevimiento a viajar en el tiempo— otra rima, ¡Ja! —no había sido en vano, tenerla al lado y sentir su olor a vainilla era irreal, me hacía sentir que había valido la pena.

Ninguno podrá entender el sentimiento, ya que sabemos de buena mano que solo existe una Hermione Granger en el mundo— por fortuna y desgracia —, y yo quiero pensar que he sido la única en fijarse tanto en su olor y en el calor que irradiaba su cuerpo mientras caminaba a mi lado. Ni siquiera estábamos tan cerca, pero aún así lo sentía, quizás era una habilidad de viajera del tiempo experimentada.

Pronto estuvimos frente a la puerta oscura del aula, entramos y la seguí hasta su escritorio, viendo a Draco hacerme gestos desde nuestro lugar habitual.

—Espera un segundo. —le pedí cuando dejé mis cosas en el escritorio, ella asintió y se sentó, yo caminé hacia Draco.

— ¿Qué coño estás haciendo?—preguntó, visiblemente confundido e irritado.

— ¿Respirando?—respondí dudosa, pero entre nosotros, admitiré que le estaba tomando el pelo.

—No es momento de bromas—se quejó—. ¿Qué coño haces dejando tus cosas con esa sang... ella?—se corrigió cuando notó mi mirada de enojo, pero su irritación mientras hablaba no disminuyó.

—Es mi nueva compañera. —respondí simplemente, ganándome una mirada incrédula de su parte.

— ¿Perdón?

— ¿Perdonado?

Él resopló y se recostó por completo en su silla, dejando su postura recta.

— ¿Me abandonas?

Debo admitir que el gesto que hizo mientras decía eso fue gracioso, con sus ojos mirándome hacia arriba y su labio inferior ligeramente sobresalido. Parecía un niño pequeño.

—Tristemente.

Y tan rápido como había puesto esa expresión, desapareció, para ser reemplazada por su entrecejo fruncido y una mueca extraña que hacía con la boca.

—Bien.

Y dejó de mirarme, probablemente decidido a ignorarme hasta que se le pasara el enojo o yo me disculpara, cosa que claramente no iba a hacer, así que me encogí de hombros y volví al escritorio con Hermione.

— ¿Te traje problemas?—preguntó.

Aquí debo agregar algo, si ella me hubiera preguntado eso meses después, le respondería indudablemente que sí, que me había traído demasiados problemas, pero en ese momento, Draco no era algo importante. Sí, quizás era mi primer amigo verdadero en ese tiempo— y en general, en mi vida —, pero Hermione era Hermione, y no hay mejor forma de describir la diferencia entre ellos.

—No, no te preocupes. —respondí y me senté a su lado.

Snape entró al aula con su ya habitual entrada dramática. Entraba por la puerta y la cerraba de un portazo tras él, luego caminaba a paso fuerte hasta el frente del aula, sospecho que caminaba así para que todos escucháramos sus zapatos con un pequeño tacón contra el suelo de mármol del aula.

—Solución para el hipo. Instrucciones en la pizarra. Quiero las pociones en mi escritorio para el final del día.

Hermione y yo nos pusimos a trabajar rápidamente, nos entendimos tan bien que parecía que lleváramos toda la vida trabajando juntas, y admito que la sensación que vino con eso, me gustó.

A mitad de la clase, cuando la mayoría de pociones ya estaba a mitad de proceso— exceptuando la de Draco, que había terminado emparejado con un desastroso pelirrojo, su poción se veía de un color del cual, definitivamente, no debería ser —, los olores estaban por todos lados. Si me preguntan, considero que la solución de hipo huele a cera de oído, ¿cómo huele la cera de oído? Pues no tengo ni idea, pero si va a oler, sería como la solución de hipo.

El caso es que, aunque todo ese aroma estuviera en el aire a mi alrededor, cuando Hermione se inclinó hacia mí para darle un vistazo al caldero frente a mí, su olor a vainilla bloqueó cualquier otro, y no habría podido gustarme más.

La guía del viajero en el tiempo, por Pansy ParkinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora