17. ¡Jamás bajen la guardia!

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Creo que ya mencioné que la Oclumancia es una parte esencial de los viajes en el tiempo, ya saben, por si se encuentran a algún Legeremante experto y deben evitar que se meta en sus asuntos.

Entonces se viene el consejo de hoy:

NUNCA, JAMÁS BAJEN LA GUARDIA RESPECTO A LA OCLUMANCIA.

El descubrir que estaba enamorada de Hermione me había dejado algo sorprendida e inquieta. Vamos, enamorarse de alguien de otro tiempo no es exactamente normal... y bueno, tampoco es exactamente perfecto.

La noche anterior me había dado cuenta, y ese día no había visto a Hermione; seguramente estaba estudiando o algo parecido. No me preocupaba mucho, sabía que Hermione no solía meterse en problemas... a menos que sus amigos estuvieran involucrados, palabras suyas, no mías.

En todo caso, ya entenderán que el darme cuenta que me había enamorado de Hermione no me hacía exactamente la persona más feliz del mundo. Yo calculaba que quizás me quedarían algunos otros meses a su lado hasta que finalmente tuviera que irme. Lastima que mi descuido hizo que ese tiempo disminuyera drásticamente.

Iba caminando por el pasillo mientras mi mente iba llena de pensamientos sobre cómo afrontaría el hecho de que estaba enamorada de Hermione, y el hecho de que algún día tendría que irme... y también pensaba en lo mucho que me dolería irme.

No solo era Hermione, también era Draco. A él lo amaba, era mi mejor amigo y la única persona que entendía al cien porciento mi manera de pensar y mi humor. Oh, Merlín, les juro que dejarlo fue una de las cosas más difíciles que he hecho.

Bien, ya deberíamos reanudar la narración del día en el que todo se fue al infierno.

Supongo que ya quedó claro que mi mente era un caos sobre Hermione, viajes en el tiempo, fechas de regreso, pensamientos sobre cuánto me dolería, e ideas sobre cómo debía despedirme... ¡y no podemos olvidar! También tenía pensamientos sobre situaciones hipotéticas en las que les decía a Hermione y Draco que yo venía del futuro... lamentablemente, todas terminaban conmigo encerrada en San Mungo, en el área de enfermedades cerebrales incurables.

Entonces visualicen a una Pansy preocupada mientras camina por los pasillos de Hogwarts, pensando en lo miserable que era su vida por culpa de sus padres al no tenerla antes... o por culpa de los padres de Hermione por tenerla muy pronto. Bien, ¿ya la visualizaron? Entonces esa Pansy caminará y caminará, hasta que mira hacia una de las esquinas del pasillo y se encuentra con unos ojos azules que odiará con toda su vida y la perseguirán en muchas de sus pesadillas.

No, no era ningún monstruo... al menos no en apariencia, era Albus Percival Wulfric Brian Dumbledore. Me memoricé su nombre solo para maldecirlo todos los días, también tengo uno de sus cromos de las ranas de chocolate: lo tengo pegado a la puerta con cinta y le tiro cuchillos de vez en cuando... es broma— guiño, guiño —.

Entonces podemos proseguir: miré a aquellos ojos azules, inconsciente de lo que vendría después. Sentí mis barreras mentales ser penetradas y entré en pánico.

Que Dumbledore se pusiera de chismoso a ver mi mente no estaba en el plan: el plan era que viera a Chayanne haciendo striptease cuando intentara andar de metiche.

No estoy muy segura de que tanto vio, pero sí estoy segura de que notó que venía de otro tiempo y de que debía irme.

—Tenemos que hablar, señorita Shafiq—me dijo con total seriedad cuando terminó de ver en mi mente cosas que no le concernían—. ¿O prefiere que la llame por su verdadero nombre, Pansy Parkinson?

Viejo chismoso.

—Supongo que no tengo opción, ¿o sí?—hablé en tono desafiante, aunque sabía que tendría que ceder sí o sí.

Me hizo una seña para que lo siguiera y lo hice, mientras rogaba internamente que todo resultara bien... como si eso hubiera sido posible.

★★★

No había pasado nada que no hubiera esperado, pero supongo que había sido un poco «blando». Me había dado hasta el final del año para irme, al menos no me había sacado a patadas de su tiempo, algo era algo.

Y volvía a caminar por el pasillo, ahora más preocupada que antes. ¿Qué se suponía que haría? ¿Ir con Hermione y decirle «Mira, resulta que soy de otro tiempo y tengo que volver porqué el viejito hijo de puta que tienen como director en este tiempo me descubrió»? Sonaba bien, pero probablemente se asustaría y se sentiría enojada porqué había roto muchas reglas.

Y justamente, nos encontramos en ese pasillo. Ella sonría ampliamente mientras se acercaba a mí.

—Te estuve buscando—me dijo cuando estuvo cerca de mí, entonces me abrazó y recostó su cabeza contra mi hombro—. ¡Tengo dos preguntas para hacerte!

La abracé por la cintura, e intenté verme animada o curiosa... o cualquier otra cosa que no fuera triste o confundida.

— ¿Ah, sí?—pregunté, mirando distraídamente algunos mechones de su cabello—. Entonces pregunta.

Ella se separó levemente de mí, lo suficiente para verme al rostro.

— ¿Quieres venir a mi casa por las vacaciones de Navidad?—me preguntó, entonces tomó mi mano y comenzó a acariciarla suavemente. Yo sentía que quería llorar—. Mis padres siempre hacen una fiesta para el fin de año e invitan a un montón de gente, y yo me aburro—me sonrió—. Contigo jamás me aburriría.

Ay, Hermione. Si hubieras sabido, jamás me habrías invitado, quizás me hubieras escupido en la cara y me habrías gritado que era una imbécil.

—Suena bien—murmuré en respuesta, logrando que sonriera aún más amplio, entonces me forcé a sonreír—. ¿Cuál es la otra pregunta?

— ¿Quieres ser mi novia?—sus manos subieron a mi rostro y me sostuvieron de las mejillas, mientras me miraba directamente a los ojos.

Admito que en ese momento todo sentimiento negativo abandonó mi cuerpo. ¡Hermione Granger me estaba pidiendo que fuera su novia! No hay espacio para sentimientos negativos en ese tipo de situaciones.

Al diablo Dumbledore y el ridículo discurso que me había dado sobre no ser egoísta durante el tiempo que me quedaba en ese tiempo. Estaba enamorada de Hermione, y habría dado incluso mi vida por cada segundo que hubiera podido tener con ella.

—La pregunta ofende—sonreí de lado, entonces alcé mi mano y la puse sobre una de las suyas, qué aún estaba sobre mi mejilla—. Claro que quiero.

Ella se inclinó y me besó, yo correspondí, pero todo el tiempo me preguntaba qué sucedería cuando me fuera.

¿Hermione me odiaría? Prefería nunca saber la respuesta.

La guía del viajero en el tiempo, por Pansy ParkinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora