16. No enamorarse.

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Al cerebro le toman no sé cuántos segundos enamorarse... o algo así me había dicho Daphne, así que si es falso, la demanda es para ella, no para mí.

Ahora se preguntarán por qué comienzo diciendo eso— a menos que sean listos... y que hayan leído con claridad el título del capítulo, entrega, paso o lo que sea de la guía —, y supongo que ya sabrán porqué lo digo.

Me había enamorado de Hermione— finjan estar sorprendidos, por favor —.

No voy a comenzar una narración mágica sobre una preciosa noche de noviembre con un clima excelente, en el que las estrellas se veían claramente... porqué entonces les estaría mintiendo.

Llovía y parecía que el cielo se caería, o como Hermione en algún momento dijo «Están lloviendo gatos y perros»— si saben que significa, agradecería que me lo dijeran —. Hacía un frío que te calaba hasta los huesos, y los truenos aparecían cada diez segundos... eso no me gustaba mucho: me asustan los truenos.

Hermione y yo estábamos en su habitación. Sí, yo, una orgullosa Slytherin estaba en una habitación de Gryffindor— Snape ha sufrido un infarto por la decepción que esto le ha supuesto... McGonagall también al imaginar a una Slytherin dentro de la torre de Gryffindor —. Hermione me había invitado a su habitación, y seamos sinceros, ¿ustedes se negarían a ir a la habitación de Hermione Granger?— si su respuesta es no; todos sabemos que mienten —.

¿Alguno recuerda cuando Hermione me dijo que algún día podíamos ir a su habitación a hablar de las historias de las estrellas y todas esas babosadas? Si no lo recuerdan está en el *inserte número y nombre del capítulo porqué no lo recuerdo*, vayan a verlo.

El caso es que había cumplido con lo que me había prometido: historias de las constelaciones, buena compañía, y buena vista— supongo que ella se refería a las estrellas, pero yo prefería verla a ella, así que tenía buena vista a pesar de que afuera el cielo estuviera nublado —.

Nos habíamos acostado en su cama; las otras dos estaban desocupadas y desordenadas, cuando le pregunté dónde estaban sus compañeras, ella hizo un gesto de fastidio.

—Lavender dijo que dormiría con Ron... siento pena por Harry y Neville, tengo el presentimiento de que no podrán dormir bien—entonces sonrió burlonamente. ¡Por Merlín! Hermione sonriendo de esa forma era algo increíble—. Y Parvarti dijo que dormiría con su hermana en la torre de Ravenclaw—Hermione alzó sus brazos y señaló toda la habitación—. Así que tenemos todo este lugar para nosotras.

—Perfecto—murmuré, tomando una de las mantas que había dejado a los pies de la cama, y arropándome con ésta—. ¿No tienes frío?—pregunté con curiosidad, mirando su pijama ligero.

—Un poco—admitió, entonces se pegó a mi lado y se arropó con la misma manta que yo—. ¿Te dan miedo los truenos?—preguntó cuando escuchamos aquel habitual sonido de un trueno... y después de que yo me haya sobresaltado y soltado un sonido patético de temor.

—Quizás. —respondí algo apenada, y miré a otro lado, esperando que se burlara.

—Entiendo—entonces ella se alejó de mí y se inclinó hacia el lado contrario de la cama; parecía estar buscando algo—. Mira esto.

Volvió a pegarse a mi lado, pero ahora tenía en su mano algo que en ese entonces no sabía que era una linterna. La encendió, pero no era como una linterna común. No tenía una luz amarillenta o blanquecina como todas; era una combinación de luces rojas, verdes, amarillas, azules... era el universo.

— ¿Qué clase de hechizo es este?—pregunté, mirando algo embobada el techo de la habitación, admirando cada detalle de las luces que veía.

—Es una linterna—se inclinó sobre mí para dejarla sobre su mesita de noche, entonces volvió a acostarse—. Es algo muggle. Ese tipo de cosas eléctricas no suelen funcionar por toda la magia que hay en el ambiente, pero...

—... Pero la hiciste funcionar—terminé de decir por ella, sin estar realmente sorprendida—. Eres una jodida genio.

Se sonrojó levemente, pero estoy segura de que tenía una sonrisa satisfecha entre los labios.

—Un hechizo impermeable es suficiente—dijo en voz baja, mientras pasaba su brazo sobre mi abdomen para abrazarme—. No funciona por el ambiente mágico del castillo, pero ese hechizo lo bloquea, y la única magia que rodea a la linterna es el del hechizo.

Asentí, aún mirando el techo de su habitación.

—Y el ambiente mágico que genera el hechizo no es tan intenso como el de Hogwarts. —terminé diciendo, como si ella hubiera dejado su explicación inconclusa.

—Que lista eres. —me susurró al oído, entonces volteé el rostro para poder verla, notando que su mirada había estado completamente atenta a mi rostro, como si fuera más impresionante que su linterna del espacio. Eso me subió bastante el autoestima.

—Te ves muy linda. —dije en voz baja, mirándola a los ojos. Ella me sonrió, y acarició suavemente mi cintura.

—No más que tú.

Les juro que iba a comenzar una pelea sobre que ella era muchísimo más hermosa. Lo sé, alto cringe, pero sepan algo: cuando estás enamorado no piensas en eso. El caso es que iba a hacerlo, pero ella me besó... y vamos, no iba a dejar de besarla solo para eso.

El beso comenzó como la simple presión de sus labios contra los míos, y suaves movimientos de parte de ambas, pero pronto ella ladeó un poco su cabeza y su mano se aferró a mi nuca. Entonces el beso se volvió más apasionado y demandante, su lengua acarició levemente mi labio inferior y abrí la boca... pero justo Zeus tenía que joder todo. Sí, cayó un trueno que sonó como si el castillo se estuviera derrumbando, y me asusté.

Me separé rápidamente, y miré a todos lados, entonces resoplé, notando que me había asustado por un estúpido trueno.

— ¿Tienes miedo?—me susurró al oído, entonces volteé, para verla mientras me sonreía—. Tengo una idea. Mira el techo.

Volví a acostarme en la misma posición en la que estaba antes y le hice caso. Miré a aquel pequeño espectáculo de luces que salían de su linterna. Su mano derecha se apoyó casualmente sobre mi abdomen, no sé por qué tenía la camiseta algo subida, pero tampoco me iba a quejar de tener su palma en contacto directo con mi piel.

—Ese es Júpiter; el de los anillos... y el más grande—susurró en mi oído, su aliento caliente me desconcentraba de lo que decía... pero tampoco me quejaría. Habían muy— noten el énfasis —pocas cosas de Hermione que podrían molestarme... quizás una de ellas era el hecho de que había nacido en el tiempo equivocado. Todo por culpa de los calenturientos de sus padres que no pudieron esperarse unos añitos, ¿les costaba mucho, señores Granger?

Entonces siguió explicándome sobre los planetas que su linterna mostraba en el techo, y supe que lo hacía para distraerme... ah, sí, también está esa otra cosa que supe, ya deben suponerla por el título y el contexto de todo el capítulo.

Estaba enamorada de Hermione Granger.

La guía del viajero en el tiempo, por Pansy ParkinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora