Seis

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Harriet.

Estaba de vuelta en Londres, y como era de costumbre, la lluvia golpeaba las ventanas de mi auto con fuerza.

— Mierda, justo ahora que llego tenía que llover —conduzco con precaución y mirando a todos lados esperando que no haya nada malo.

Sí, me daba pánico estar en un auto aún, después de todo lo que había pasado en aquel accidente.
Al principio no podía subir a ningún auto, sentía que en cualquier momento todo se iría a la mierda. Pero con el paso del tiempo, logré ir a terapia y sanar las heridas mentales que me había dejado ese choque, y no sólo el choque.

Estacioné el auto y bajé con velocidad, no estaba el auto de Alice así que probablemente había ido a hacer las compras o seguía en el trabajo.
Entré rápidamente y me cambié de ropa a algo mucho más cómodo.

Miré por la ventana como Londres llovía sin parar.

Era bello, amaba Londres, amaba mi vida en Inglaterra, donde podía ir a ver a mi padre y visitar a mi hermano cada vez que podía.

Mi teléfono me avisó que me había llegado un mensaje, era de Ethan.

La próxima semana iré a Londres, necesito hablar contigo urgentemente.

Miré extrañada su mensaje y le contesté con un poco de preocupación, mi hermano no era de mandar mensajes serios sin más, además, acababa de llegar a mi casa, y había estado con él, ¿por qué no me dijo nada mientras estaba allá?
Luego recordé que lo intentó y fuimos interrumpidos por mi padre. Ya no obtuve respuesta así que la mejor opción (y la única que tenía) era calmarme.

Mi teléfono comezó a sonar de nuevo, esta vez era una llamada, lo miré por un largo momento, número desconocido, mi corazón comenzó a palpitar con velocidad como siempre hacía cuando no conocía el número, y de nuevo una flama de esperanza comenzó a crecer dentro de mi, era inevitable, tomé el aparato y contesté con nerviosismo.

— ¿Hola? —mi voz era temblorosa y entrecortada.

— ¡Harry! Soy Daniel, perdón que te moleste, mira, tu papá me dió tu número, solo quería preguntarte si querías salir un día de estos a comer o tomar algo, ¿qué opinas?

Mis esperanzas se borraron una vez más, no era él.

— Me parece una gran idea, ¿estás ya en Londres?

— Llegando apenas, ¿te parece mañana? puedo pasar por ti e ir a algún bar.

— Podemos vernos en Carta Brava, ¿lo conoces? —solté, no quería que nadie me recogiera o me fuera a dejar a mi casa.

— Lo conozco muy bien, ¿a las 7?

— A las 7 es perfecto, te veo allá.

— Nos vemos mañana, Harry.

Colgué sin más, la puerta se abrió y mi flatmate entró empapada al piso, me miró curiosa y sabía que ya sospechaba cosas.

— Hola —dije casualmente.

— ¿Qué has estado haciendo, Harry? ¿Acabas de llegar? —asentí—, bienvenida a casa, acabas de arruinar mis planes —reí.

— ¿A quién ibas a meter, pequeña traviesa? —me burlé descaradamente—, puedo esconderme en mi habitación y fingir que no estoy hasta que se vaya.

— Solo venía a tomar algo y ya —levanté la ceja—, viene de Nueva York con un compañero suyo —sonreí apenas, sin muchas ganas.

— Insisto, puedo ir a esconderme o saldré a un bar, o quizá vaya con Andrew —mi amiga carcajeó.

— No, no te voy a dejar salir de casa con esta lluvia del demonio —dijo mientras llevaba su paraguas al baño para que se secara—, lo dejaremos para otro día y tú y yo podemos seguir viendo Euphoria porque te tuve que esperar.

Reí ante su comentario, empezamos a ver Euphoria y nos había atrapado tanto que a veces hablábamos de eso en el desayuno sin querer.
Acepté su propuesta y lo que quedaba de la noche la pasamos mirando series y películas que se nos ocurriera.

Suspiré, mañana tendría una cita y si Daniel decidía ser puntual, entonces quizá podría volver a poner mis esperanzas en una relación.

Todo lo que dejaste atrás [Robert Downey Jr]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora