Doce

304 34 7
                                    

Robert.

La miraba sentada frente a su escritorio. Jamás se había visto tan hermosa. Tan cerca de mi.

Si alguien me hubiera dicho antes que ella estaba con vida.

¿Por qué su padre me hizo esto?

Sus ojos conectaron con los míos. No vi el brillo que había antes. Ahora ella era más adulta y sabía perfectamente que estaba a punto de cumplir treinta.

Recordé que cuando estábamos juntos fantaseé con hacer la fiesta más grande de todas para cuando mi chica cumpliera treinta. Pero ahora ya no era más mi chica.

— Por favor, Robert —habló Lee a mi lado—, se que deseas correr hacia ella pero la estás incomodando.

Fruncí el ceño. Dios mío, Lee tenía razón. Que horror. No quería convertirme en ese ex.

— No puedo trabajar aquí, Lee.

— No tienes opción, lo siento en verdad hermano, si hubiera sabido...

— Tranquilo, no hay forma de que alguien lo hubiera sabido —interrumpí abatido—, tengo que hablar con ella y aclarar todo. Quizá aún así no quiera volver a verme pero necesito que sepa que no la abandoné, que no la dejé sola a propósito.

— Robert, ¿estás seguro que quieres saber si ella no quiere regresar contigo?

No, no estaba seguro, pero necesitaba que ella supiera.

La vi levantarse y tomar una cajetilla de cigarros, fruncí el ceño, Harry detestaba los cigarros.
Tomé mis cosas y fui detrás de ella con velocidad. Odiaba este papel que estaba tomando pero era necesario. Me di asco. Siguiéndola sin su permiso.

— Aléjate de mi antes de que te ponga una orden de restricción —habló una vez que llegó a un callejón.

Observe esa parte de Londres, siempre soñé con que ella me mostrara el lugar.

— Harry no sé que te hayan dicho de mi.

— No me importa lo que tengas que decir.

— Harry...

— No me hagas repetirlo —me amenazó con su mano y desconocí la mirada que me juzgaba.

— ¿Qué has hecho, Harriet? —dije mirándola con una mezcla de preocupación y esperanza.

— ¿Qué hice yo? tú fuiste el hijo de perra que se largó —me quedé quieto al escuchar la manera en la que Harriet hablaba, no recordaba ese carácter, y mucho menos que Harry le hablara de esa manera a alguien, ella era tímida y rara vez soltaba una palabra irrespetuosa—, vete al carajo, Downey, no tengo tiempo para ti.

— ¿Qué pasó, amor? —insistí buscando los dulces ojos de la mujer que una vez amé y jamas dejé de hacerlo.

La chica me miró con una sonrisa desconocida para mi, una sonrisa llena de cinismo y quizá odio. Apagó el cigarro que llevaba en la mano y rió amargamente.

— Sigues lleno de mierda.

Me rompió el corazón. Otra vez.

Harriet Darcy jamás me escucharía de nuevo.
Harriet Darcy jamás me amaría de nuevo.
Harriet Darcy me odiaba.

Y como un hombre al que le quitaron todo; regresé arriba junto a mi compañero. No volví a mirar a Harry en todo el día aunque sabía que ella estaba a cinco metros de mi. Olía su perfume. Sentía su presencia.

— ¿Downey? —me preguntó mi mejor amigo una vez que terminó el día.

— Se acabó, Lee. Ella me detesta y no hay poder en la Tierra que la haga cambiar de parecer.

Me miró triste.

— Lo siento mucho, amigo.

— Yo también lo siento.

Y esa noche me quedé dormido llorando por ese amor que no pudo ser por una promesa que no supe mantener.

"¿Qué es lo que piensas, Harriet Darcy?"

"Que me voy a romper el corazón si un día te vas de mi lado".

"Harry, no me voy a ir a ningún lado".

Sigo lleno de mierda.

Todo lo que dejaste atrás [Robert Downey Jr]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora