Ocho

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Robert.

Escribí una ubicación en el buscador.

Inmediatamente borré eso antes de dar en "buscar" probablemente la policía me buscaría después de eso. Así que me limité a no buscar por internet cómo ubicar a alguien de la manera en la que yo lo estaba haciendo.

Suspiré, no sabía de dónde estaba sacando la fuerza pero lo estaba haciendo. Había despertado una hora antes que Lee para poder darme una idea del lugar, caminé a un Starbucks pero me di cuenta que era demasiado temprano para que alguna cafetería estuviera abierta, así que opté por regresar al hotel y continuar mi investigación desde el restaurante del mismo. Para mi suerte, estaba casi vacío y me encantaba la soledad y privacidad que el lugar que estaba regalando para que yo pudiera hacer, lo que sea que estaba haciendo, sin presión y si el sentimiento era demasiado grande, estaba a una presionada al elevador para salir huyendo a mi habitación y llorar.

Hoy por analizaríamos el contrato donde teníamos que negociar la edición de una novela y además intentaríamos comprar los derechos de un guión que nos habían recomendado de una buena fuente.

Observé la pantalla de mi computadora, tenía la ubicación de mi destino y ahora sabía dónde vería a Harry el día de hoy. Se me hizo pequeño el corazón, ¿y si no era suficientemente fuerte para poder hacerlo? ¿me derrumbaría totalmente? ¿podía hacerlo? el sinfín de preguntas que se formulaban en mi cabeza me hacían perder la confianza en mi mismo y estaba a punto de decidir que no lo haría hasta que sentí una fuerte palmada en mi espalda, respiré y traté de sonar lo más relajado y educado posible.

— ¿Qué mierda quieres, Lee? —quizá no soné tan educado como esperaba.

Mi amigo carcajeó y luego su sonrisa se desvaneció al ver mi pantalla, se veía preocupado.

— ¿Lo tienes? —asentí—, ¿estás listo? —dudé—, claro que estás listo.

— No lo sé, no se si seré lo suficiente fuerte.

— Eres el tipo mas fuerte que conozco, vamos hermano, han pasado seis años, te mereces un cierre —sonreí débilmente. Lee tenía razón.

Lee y yo desayunamos en silencio, ninguno de los dos quería decir algo, o quizá ninguno de los dos estaba listo para decir algo. Resumir la relación que tenía con Lee era complicado, él era de Texas y yo era de Nueva York, él llegó a NY cuando iniciamos la universidad y me tocó ser su compañero de habitación, él estaba estudiando negocios porque su padre era un gran empresario. Y yo estudiaba cine, como había soñado desde que era un niño. Fuimos a casi todas las fiestas juntos, se metió con un par de chicas que me gustaban, yo no era un galán como él lo era.
Después de un tiempo, Lee se dio cuenta que detestaba estudiar negocios y tuvo una pelea muy fuerte con su padre sobre eso, a mi me preocupaba que mi amigo no volviera a la escuela o que volviera pero a estudiar algo que él no amaba. Pero después de unas semana, Lee regresó a la habitación más emocionado que nunca, su padre le había dado permiso de estudiar cine, pero a diferencia de mi, Lee se dedicó a la administración de el campo, se podía decir que él era el genio matemático de la empresa y yo era el artístico.

Estuvimos toda la mañana hasta las 3 pm leyendo el contrato que nos ofrecían y decidí que era suficiente, yo tenía algo que hacer así que lo haría ahora mismo, no podía posponer más lo que quería hacer desde hace ya seis años. Lee entendió mi misión en el momento que me levanté de la mesa y él me imitó. Tenía hambre, era hora de comer pero en ese momento nada me importaba demasiado.

Subimos a un taxi y le di la dirección especifica, mis ojos comenzaban a ponerse llorosos y mis manos comenzaron a sudar de los nervios, estaba decidido a lo que haría pero sabía perfectamente que no sería lo suficientemente fuerte para soportarlo.

Llegamos al lugar.

Bajamos del auto después de pagar.

Todo parecía en camara lenta y yo era un manojo de nervios y sentimientos infinitos,

— ¿Quieres que entre contigo? —preguntó el castaño.

Negué con la cabeza y tomé fuerza para dar un paso tras otro hasta esta completamente en el territorio temido.

Mi respiración era acelerada y no sé cuanto caminé, parecía que había pasado ya una eternidad en ese lugar. Miré a mi alrededor y ya no me preocupé por esconder mis lagrimas que demostraban lo destrozado que estaba mi corazón.

Observé a un hombre que barría y me acerqué él.

— Disculpe —mi voz salió como un sollozo y el viejo me miró con tranquilidad, debía estar acostumbrado a la gente sentimental—, ¿Sabe donde está Harriet Darcy? —el decir su nombre completo por primera vez en tanto tiempo me hizo llorar un poco más.

El hombre me sonrió y me guió hasta mi destino y después se alejó un poco para que yo tuviera espacio.

Ahí estaba, frente a mi, la tumba de mi Harry.

Y comencé a llorar sonoramente sin mirar su lapida, me daba miedo, durante seis años lo había evitado creyendo que solo un milagro ocurriría y haría que esto no fuera real. Me puse de rodillas frente a ella y lloré más que nunca. Sabía que me estaba despidiendo y me era muy dificil aceptar al fin, que ella se había ido, era real.

Fue entonces cuando me animé a mirar su epitafio.

Harriet Darcy, querida madre y adorada esposa 1957-2000.

Fruncí el ceño y la confusión se apoderó de mi, Harry había nacido en el 92, esto era imposible, ¿madre? ¿esposa? ¿qué era todo esto? Me levanté y me acerqué al hombre que antes me había traído.

— ¿Qué broma es esta? —hablé molesto y el hombre pareció no entenderme.

— La señora Darcy, ha estado ahi por veintiún años ya —me explicó y me di cuenta de que ella no era quien yo buscaba, ella era la madre de mi Harry—, Es la unica Darcy que está aquí, quizá en otro panteón la encuentre.

Le pedí disculpas diez mil veces al señor y le agradecí para después salir a donde Lee aún me esperaba, no me vió destrozado por lo cual frunció el ceño.

— Ella no está aquí —expliqué y él pareció comprender el porqué de mi actitud—, estoy cansado, vayamos a comer algo y mañana iremos a otro panteón.

— Vamos a un bar —insistió y no tuve fuerza de negarlo, así que solo acepté, necesitaba un trago.

















Llegamos al bar en un dos por tres, y antes de pedir una bebida, pedí una buena porción de hamburguesa, estaba muy débil y estaba desánimado por no haber podido triunfar en visitar la lapida de mi chica, pero estaba seguro de que mañana la encontraría y esta vez sí le llevaría un ramo enorme de flores como a ella le encantaban, y muy en mi interior agradecí que hoy no la encontrara, no podía llegar con las manos vacías.

Comí como un campeón y también Lee lo hacía, vi que ya habia oscurecido y me pregunté cuanto tiempo había pasado desde que llegamos al bar. Después de un rato de charla, pedí un whiskey escocés en las rocas, como siempre me había gustado, bebí una buena cantidad pero no suficiente para estar mal.

— Hermano —me llamó Lee—, estoy muy orgulloso de ti —cualquiera que lo viera pensaría que estaba borracho, pero no, yo sabía perfectamente que Lee estaba más que sobrio.

Miré mi reloj y descubrí que eran las ocho de la noche, era un aburrido al querer irme de un bar de esa hora, por supuesto que lo era, pero mi ánimo estaba por el suelo al igual que mi energía. Mi amigo estaba muy animado hablando con un par de chicos sobre el partido de Cowboys contra Giants que se jugaba esa misma noche.

— Lee, iré a descansar —me analizó un momento y después asintió con una ligera sonrisa, sabía que estaba cansado.

Pagué mi cuenta y me levanté entre las mesas caminando hacia la salida con tranquilidad. No estaba tranquilo, pero me gustaba aparentar que lo estaba, quizá hasta podría convencerme a mi mismo.

Una vez en el exterior del local me permití respirar el aire frío de Londres y como se formaba una pequeña nube de vapor al momentode que yo exhalaba. Pedí un taxi pero ninguno parecía tener intenciones de notarme, y cuando por fin uno se detuvo frente a mi y abrí la puerta para subir, escuché una voz.

— ¿Robert?

Todo lo que dejaste atrás [Robert Downey Jr]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora