Veintidos

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Robert.

Alice aún no llegaba y Harriet seguía tirada en la cama con los ojos cerrados. Tuve muchos sentimientos hoy. En primer lugar, jamás había deseado tanto golpear a alguien como lo quise hacer con Richard Darcy. Deseaba hacer pedazos a esa persona que nos traje años de tristeza y dolor. Mi mente fue más inteligente que mi impulso y me dejó quieto mientras el hombre pasó a mi lado.

Después, había tenido un momento increíble en la tina con Harry. Su cuerpo había encajado con el mío como nunca antes.

Terminé de preparar la cena y llevé el plato de Harry hacia su habitación. Abrí la puerta y mi chica estaba sentada abrazada de sus piernas, con una camiseta mía puesta observando a la ventana. Sin que ella se diera cuenta saqué mi teléfono del bolsillo de mi pantalón y le saqué una foto. Se veía preciosa. Me miró.

— Hola —soltó en un susurro regalándole una pequeña sonrisa.

— Hola amor —le sonreí desde el marco de la puerta y me acerqué a darle su plato.

Fui de nuevo a la cocina y traje mi plato. Hice el mayor esfuerzo de traer un par de copas y una botella de vino. Agradecí a todas las deidades cuando llegué a la habitación sin haber tirado nada. Dejé mi plato sobre la cama y le serví una copa de vino tinto a Harry.

— Gracias, Rob —me dio un beso en la sien mientras yo me servía mi copa.

— ¿Cómo estás, linda? —me hizo una mueca, una pequeña sonrisa de lado.

— Estoy —dijo sin más—. Tengo suerte de tenerte —sus ojos me miraron y sentí como el imperio que había construido caía poco a poco.

— Nos merecemos mutuamente y yo estoy agradecido de que haberte encontrado de nuevo —le sonreí.

— Fue diferente —me miró apenada, hablaba de nuestro momento más temprano.

— Lo fue.

— Robert... —me miró asustada y yo la miré confundido—. No... olvídalo.

Fruncí el ceño. ¿Qué iba a decirme? ¿Por qué se había arrepentido? Las dudas llegaron y llegaron a mi mente. Ella debió notar lo contrariado que estaba porque puso su mano sobre la mía. Y entonces lo sentí. Sentí eso que los libros decían que sentías en situación así.

— Harry —levantó la mirada de su plato y me miró, sus ojos brillaron inmediatamente. Ella también lo había pensado, eso era lo que ella iba a decir.

— Sí —respondió sin más, sabiendo exactamente cuál era mi pregunta.

— ¿Sí? —reí soltando el aire contenido de los nervios—. Quizá esto debería ser más preparado y no aquí así —dije señalando mi vestimenta que consistía simplemente en los bóxers.

— Robert...

— ¿Harry, quieres casarte conmigo? —solté la bomba con las palabras necesitadas para que estuviéramos en el mismo canal.

— Sí, y siempre sí —saltó a mis brazos y gracias al cielo no había copas o platos en nuestro camino.

Mi cuerpo se relajó de repente. Ahora tenía en mis brazos no solo a mi novia, sino también a mi prometida y a mi futura esposa. Caí en cuenta de lo que había pasado. Mis ojos empezaron a cristalizarse y deseé no ser un sentimental, pero las lágrimas ignoraron mi deseo y cayeron alegres. Harry me tomó la cara y rió también llorando. Me besó con amor y nuestros ojos llorosos se cerraron.

— Nos vamos a casar —susurró juntando nuestras frentes.

— Nos vamos a casar —sonreí y sentí que por primera vez en seis años mi alma sonreía.

Y así se fue volando el resto de la noche. Hicimos el amor en cada rincón de su habitación y no le dijimos a nadie por esa noche. Esa noche era nuestra solamente y los dos guardábamos un secreto que nos hacía saltar de felicidad. Y así nos la pasamos. Abrazados. Dormidos. Hablando y tocándonos. Y cuando ella por fin se durmió. Logré cerrar mis ojos. Y mis sueños fueron todos conduciendo de noche en Los Angeles con Bon Jovi de fondo. Y ella, ella cantaba Always a mi lado.

Todo lo que dejaste atrás [Robert Downey Jr]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora