Cinco

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Harriet.

La gente comenzaba a llegar a la casa para la fiesta del pequeño Alan, yo me mantenía con él cuidándolo mientras Ethan y Kathy habían ido a recoger el pastel de caricaturas que habían ordenado para él.

Mi papá estaba en su silla usual, se veía serio y me pregunté qué habría pasado entre Ethan y él antes de que yo llegara a Dover, ellos dos habían tenido problemas hace mucho años cuando Ethan apenas era un adolescente y decidía lo que quería hacer con su vida. Luego con el paso del tiempo las cosas se fueron olvidando pero sé que no fueron resueltas en su momento y ahora algo había detonado de nuevo esas diferencias.

— ¡Harry! —me llamó mi padre y me acerqué a él y al hombre que estaba a su lado—, te quiero presentar a Daniel Cappleman, Daniel, esta es mi Harry —sonreí con incomodidad.

— Harriet es un placer conocerte al fin —el ojo azul me miró, he de admitirlo, era un hombre guapísimo, con un cuerpo increíble y personalidad encantadora, además de su loción inolvidable, todo un Don Juan. 

— Igual un gusto, que bueno que pudiste venir al cumpleaños de mi sobrino, siéntete en casa y en un momento alguien te traerá algo de tomar —sonreí y cargué a Alan usándolo como pretexto para alejarme de los dos hombres.

Mi padre quiso reclamar que me fuera tan pronto pero fue demasiado tarde porque yo ya estaba frente a los juegos con Alan y todos sus pequeños amigos.

Escuché el auto estacionarse y supe que mi hermano y mi cuñada estaban en casa con el pastel en manos, me sentí feliz con Alan a mi lado, y me permití imaginar que se sentiría tener un pequeño o pequeña que haya sido fruto mío. Borre el estupido pensamiento que se había plantado en mi cabeza y después de entregar a mi sobrino a su padre salí hacia el patio delantero y saqué un cigarrillo.

Tonta adicción que me había creado, el tabaco, que hace mucho tiempo odiaba y me repugnaba su olor ahora solo me hacía calmarme y nada más, dejaba un mal olor en mi boca, en mi ropa y en todo lo cercano, era lo más tonto del asunto, pero por alguna razón cuando decía que pararía me encontraba a mi misma con otro en la boca, o comprando otra cajetilla en la tienda.

— ¿Tienes otro? —era Daniel, asentí pasándole la cajetilla y el encendedor—, tu papá me dijo que vives en Londres.

— Sí, ya llevo bastante tiempo allá, ¿tú vives por aquí?

— No, yo también vivo en Londres, pero vine a visitar a mi tío y a mis primos por estas dos semanas, y por suerte me crucé con la fiesta de Alan —me sonrió dándole una calada a su rollo de papel—, lo siento por lo que hace tu papá.

— ¿A qué te refieres? —reí soplando humo.

— Eso de querer emparejarnos —bajó la mirada y rió—, sinceramente creo que mi tío está metido también en esto y apuesto que están en alguna ventana apostando —levanta la mirada y recorre las ventanas de la casa con una sonrisa.

Me permito regalarle una risa sincera.

— Está bien, no es tu culpa, y agradezco que aceptes que eso pasa y no simplemente finjas que nada sucede —yo miro al suelo pero sé que él me mira fijamente a mi con una sonrisa.

— Podría haberlo hecho pero creo que así te intereso más —lo miré con el ceño fruncido y él me regala un guiño—, te veo adentro —apaga su cigarrillo y se va dejándome ahí con la mente trabajando.

Imito su acción y entro a la casa con una sonrisa en la cara, la cara del cinismo, una sonrisa después de haberme fumado un cigarrillo, que bajo he caído.

— ¿Harry, puedo hablar contigo un minuto? —era Ethan interceptando mi camino hacia el patio, se veía tranquilo pero a la vez tenía una mirada intensa.

— ¿Qué ocurre? —caminé detrás de él y entramos juntos a la cocina—, por cierto ya conocí a Daniel, es lindo —comenté pero mi hermano no estaba poniéndome atención, estaba en otra cosa.

Metió la mano a su bolsillo y sacó un sobre, y me miró con intensidad.

— ¿Qué diablos hacen aquí chicos? —papá interrumpió e Ethan guardó de nuevo el sobre, justo antes de que mi padre lo viera.

— Estaba contándole a Ethan que el pastel estaba tardando demasiado —mi padre mi miró con duda—, y que conocí a Daniel —dije algo que sabía que le agradaría y funcionó, papá sonrió y nos sacó a empujones de la cocina para ir al patio.

Ethan abrazó a su hijo y me dio una última mirada larga antes de caminar con él hacia los juegos.

Me pregunté qué diablos tenía mi hermano y que era esa carta que había sacado de su pantalón.

Miré a otra parte y los intensos ojos azules de Daniel me estudiaban, le sonreí levantando el vaso de jugo que había tomado momentos antes y él me imitó con su cerveza.

Quizá con él podría funcionar.

Todo lo que dejaste atrás [Robert Downey Jr]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora