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Después de estar toda la tarde recorriendo las calles de Madrid, ocurrió lo que no sé si puede ser el fin o el principio renovado de la amistad que Ginés y yo tenemos la suerte de compartir desde hace casi 5 años.

Y es que estaréis pensando ¿QUÉ NARICES HA PASADO AHORA DANI? Vale vale, no me grites, te lo cuento...

Salíamos del Museo del Prado. A Ginés se le antojó ir y ¿quién soy yo para privarnos a ambos el apreciar aunque sea una pizca de arte? Íbamos caminando de camino al metro y fue entonces cuando ocurrió...

NARRA GINÉS

No fue a propósito, ni siquiera fui consciente de ello, pero pasó. Íbamos andando y nuestras manos se rozaron y al instante noté como Dani se paralizaba. 

-¿Qué pasa?-Le pregunté.

-Nada, no pasa nada- Dijo andando de nuevo y dejándome atrás.

-¿Cómo que no pasa nada? ¿A dónde vas? ¿Quieres esperarme?- Dije intentando alcanzarle.

-DANI-Le grité.

-¿Qué, Ginés, qué?-Me respondió después de girarse y mirarme.

-Que sólo fue un beso, joder, lo siento ¿vale? no sé qué cojones te pasa pero necesitas relajarte un poquito.- Le espeté.

-¿Que sólo fue un beso? Pues igual ese es el problema, que a lo mejor para mí no fue solo un beso.-Me soltó sin pensar dos veces en las palabras que iba a decir.

-¿Qué?- Fue lo único que logré decir.

-Que a lo mejor para mí no fue solo un beso y ahora por favor, vámonos.-Dijo bajando el volumen.

-¿Sabes? Muchas de las cosas por las que sufres vienen de intentar controlar aquello que no está ni va a estar nunca bajo tu control.- Le dije para después empezar a andar y adelantarle.

-¿Y qué es lo que nunca va estar bajo mi control?-Preguntó a lo lejos, pero me hice el loco y no le contesté. 

Cuando llegamos al hotel, Dani se fue al comedor del hotel, se sentó en una mesa apartado del resto de personas y cenó solo. Yo, sinceramente, no tenía hambre. 

NARRA DANIEL

Llamadme cobarde pero sí, esperé a que llegasen las 00:12 para subir a la habitación y encontrarme a un Ginés dormido. Pero para mi sorpresa, cuando llegué, lo encontré saliendo del baño, con una toalla atada a su cintura y con el móvil en la mano. Ni me miró. Cogió un pantalón corto de chándal y una camiseta vieja y se metió al baño. Cuando salió, ya había cambiado la toalla de hotel por la ropa que llevaba entre las manos, aunque en su pelo aún quedaban señales de aquella ducha nocturna. 

Me quedé mirándolo fijamente y ni así, obtuve respuesta alguna. Se sentó de espaldas a mí, en el borde de la cama y justo después de que yo agachara la cabeza, lo escuché. 

-¿Vas a dormir aquí o también vas a huir si te rozo sin querer mientras estamos dormidos?-Dijo sin mirarme. 

-Ginés yo...-Empecé a decir.

-Te he hecho una pregunta-Me cortó.

-Voy a dormir aquí y no, no voy a huir.-Dije elevando la voz.

No dijo nada, creo que tampoco hacía falta decir nada, no hacía falta pero yo sí lo necesitaba. Necesitaba que al menos me gritara, o me insultara, porque cuando Ginés se calla significa que le duele. Y bajo ningún concepto quiero ser la razón de su dolor.

Sé que dije que no iba a huir, pero lo hice, salí de la habitación dejando a Ginés en la cama, triste y por mi culpa.

Durante las pocas horas que llevamos en este hotel, la azotea se ha convertido en el lugar con más paz de todo Madrid y es que con el simple hecho de traspasar la puerta y recibir esa bocanada de aire, ya sentías como el nudo de la garganta se iba y como esa sensación extraña en el pecho dejaba de doler, sentías cómo tus mejillas empezaban a humedecerse y poco a poco dejabas de sentir dolor.

Cuando le pregunté a Chloe aquello de "¿Qué se siente cuando estás enamorado?", incluso yo, pensé que lo hice para romper el hielo, pero ahora creo que no había hielo que romper, que enamorarse es como saltar a un abismo por diversión sabiendo que no vas a salir ileso. Pero es que igual, es el abismo más bonito que he visto en toda mi vida. Igual solo me siento yo mismo si salto.

De aquí, no va a salir una canción bonita, probablemente ni siquiera salga una canción. 

Ahora mismo, en la azotea de un hotel cualquiera de la capital, bajo la luz de la luna y bajo la mirada de las estrellas, te digo que creo que enamorarse es como darle a alguien una pistola cargada, colocarla apuntando a tu corazón y esperar a que no apriete el gatillo. Pero un día aprieta, y lloras mientras sientes cómo te desangras. Buscas la sangre y no la encuentras, porque esa, es la única bala que crea hemorragia interna. Pero aún así la notas, en el centro del pecho un poco desplazada hacia la izquierda. Pero llega un día en el que no duele, en el que la sangre solo fluye, en el que la bala está fija en un punto y no se mueve, y dejas de sangrar. 

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Holaaa, siento haceros sufrir, pero quiero deciros que la parte del final del capítulo que se encuentra en cursiva, es parte de un texto que escribí yo hace tiempo, del cual salió BALAS; Bnet la historia que freexbnet  está escribiendo con todo el amor del mundo y os animo a que os paséis por ella y la leáis. Un abrazo. Espero que os esté gustando la novela.

RECUÉRDAME; WallsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora