You are my shyness boy matteru no yo
kimari monku o
yasashi sugiru anata no hitomi
soko ga suki!
Spinel tarareaba mientras sus ojos estaban cerrados, cosquilleos agradables recorrían su cuerpo al sentir aquellas manos acariciando su cabello. Estaba sentada en el suelo, recargada en el sofá en donde se encontraba Jasper. A pesar de ser alguien tosco, él estaba siendo muy cuidadoso al tocar aquellas hebras rojizas.
No tenían mucho tiempo de haberse vuelto más cercanos, apenas dos semanas atrás se habían quedado a platicar en el pasillo que conducía a las salas de control de los hangares. Y aunque no tenían mucho en común, se dieron cuenta de que lograban congeniar.
Spinel sabía que el hecho de que Jasper la invitara a su departamento daría de qué hablar, pero mientras su propia conciencia estuviera en paz, lo demás estaba bien. Además, no era como si tuviera que darle explicaciones a la gente que le rodeaba.
Aunque le agradaba aquel tacto, debía admitir que le era extraño. Tenía mucho tiempo de no permitir que alguien se le acercara a menos que fuera ella quien propiciara abrazos o algo similar.
Ese día solo se habían reunido para platicar y pasar el tiempo, luego el joven quiso peinar su cabello. Ella aceptó con la condición de que él pusiera música que a ella le gustara, ahora se encontraban escuchando pop japonés.
—Jasper.
—¿Qué?
—¿Ya no has hablado con Lapis? —abrió un poco los ojos.
—¿Por qué preguntas?
—Cuando hicimos la fogata te le quedaste viendo pero casi no hablaste con ella —su vista se encontró con un cuadro que, extrañamente, apenas había notado—. Habías estado preguntando por ella y no aprovechaste la oportunidad.
Jasper se quedó en silencio por unos segundos. Spinel no sabía lo que había pasado el segundo día en que las pilotos de Seyfert-1 estuvieron ahí.
—¿Entonces?
—Estaba muy a gusto con Peridot, no quise interrumpirlas.
—Al día siguiente que fuimos de nuevo a la playa tampoco vi que te le acercaras tanto, ¿por-
—Spinel.
—¿Qué?
—De verdad, no importa.
Cuando Spinel analizó aquel retrato, entendió un par de cosas. Una pequeña sonrisa se formó en su rostro, pero sabía que Jasper no podía verla.
—Te gusta, ¿verdad?
—¿Cómo?
—Te gusta Lapis.
—No lo creo —murmuró.
—¿Por qué no?
—Apenas la conozco.
«Tampoco le pregunté si la amaba» pensó la pelirroja, quien frunció sus labios y desvió su vista hacia una de las patas de la mesita de centro.
—¿Seguro? —se quería aguantar la risa.
Lo escuchó gruñir.
—Seguro.
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Aestellum | Lapidot
Science FictionCasi a finales del siglo XXVI, la raza humana es atacada de manera definitiva por monstruos de origen desconocido. Nadie se queda de brazos cruzados, así que se retoma el proyecto Streiter, en donde un grupo de jóvenes son requeridos para pilotar a...