La joven de ojos verdes miraba por la ventana de su habitación. La noche aún no terminaba, las estrellas seguían titilando. Ella podía sentir el frío de la madrugada. Respiró profundo, olía bien, a flores; el jardín estaba repleto de ellas.
—¡Peridot!
—¡Ya voy!
La rubia se alejó de la ventana y tomó su mochila antes de salir con prisa de su habitación. Cuando llegó a la sala vio que su madre estaba terminando de beber café y su padre estaba escribiendo algo en su teléfono. Sabía que estaba despidiéndose una vez más de sus colegas, pues no volvería en mucho tiempo. El hombre de ojos verdes guardó el dispositivo y la miró, sonriéndole.
—Estoy nervioso.
—Me imagino —rió un poco—. ¡Pero es asombroso!
—Lo es —asintió—. El Sterne es uno de los proyectos más ambiciosos del siglo —suspiró—. Lo único malo es que no las veré en un largo tiempo.
—Estaremos bien —contestó Yellow—. Sabemos cuánto deseas esto, además existen las videollamadas, podremos comunicarnos constantemente.
—Prometo que llamaré seguido. Bueno, vámonos ya, hay mucho que arreglar.
Peridot sonrió y se dirigió hacia la puerta de la casa.
Pronto todos estaban en el coche.
Nikola estaba encendiendo el vehículo mientras Yellow buscaba una canción en la radio.
Peridot se sentía como una niña pequeña emocionada por un viaje en carretera. Le gustaba salir de casa, ver el mundo. El auto comenzó a avanzar y ella abrió la ventana, viendo el firmamento desde ahí. Hacía frío, pero no le importaba mucho.
El teléfono de Nikola sonó y él le pidió a su esposa que viera de qué se trataba.
—Es un mensaje de Quartz, ya está allá, pero dice que tiene problemas para encontrar a Ritter.
—¿Ritter? Hmm, dile que no se preocupe. Pearl es una persona muy responsable. No creo que tarde en contestar.
—Okay.
—Rose es muy linda —dijo Peridot—. Espero que vuelva a ser profesora una vez que termine el proyecto, quiero que me dé clases.
—Es una excelente profesora —contestó su padre—. Muchos de mis alumnos admitieron que me escogieron como su profesor solo porque no alcanzaron grupos con Quartz —rió—. Todo el mundo en la universidad la ama.
Peridot sonrió y volvió a ver por la ventana, sus padres comenzaron a platicar.
El viaje no duró mucho tiempo, pues vivían muy cerca del Centro Espacial, ya que Nikola estaba ahí gran parte del tiempo.
Cuando bajaron del coche, la joven rubia miró hacia las plataformas a lo lejos. Ahí estaba el Eridani-77. Era un cohete enorme, con solo verlo se había emocionado.
—Ahora tú te ves nerviosa —rió su padre, quien se había parado junto a ella.
—Es que me pongo a imaginar si yo estuviera a punto de subirme —dijo sin dejar de ver hacia allá—. Imagino cómo me sentiría…
—¿Y cómo te sentirías?
—Muy emocionada, ansiosa por ver lo que hay afuera —sonrió—. Estar solo un poquito más cerca de las estrellas… y de otros mundos.
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Aestellum | Lapidot
Science FictionCasi a finales del siglo XXVI, la raza humana es atacada de manera definitiva por monstruos de origen desconocido. Nadie se queda de brazos cruzados, así que se retoma el proyecto Streiter, en donde un grupo de jóvenes son requeridos para pilotar a...