Al abrir los ojos se encontró con la ventana de la habitación, las cortinas estaban cerradas, apenas entraba luz. Talló sus ojos y se sentó sobre la cama, tronando su cuello y estirando los brazos. Se puso de pie y alcanzó torpemente los lentes sobre el buró.
Volteó a ver hacia la puerta, viendo a un pequeño cánido anaranjado entrando a su habitación. Caminaba gracioso, tambaleándose. Aquello le sacó una sonrisa.
—Mari, ¿ya se recargó?—habló con flojera.
Escuchó el sonido de activación del pequeño robot, luego un “afirmativo”.
Se colocó las pantuflas y retiró su teléfono de la pequeña estación de recarga. Salió de la habitación para dirigirse a la sala, en donde activó su pantalla. Apareció un canal sobre programas variados acerca del hogar, por lo que decidió cambiarle al noticiero.
Miró la hora, 6:57 a.m.
Subió un poco el volumen, la presentadora estaba hablando sobre el nosecuanto aniversario de un evento histórico. No le prestó atención y caminó hacia la cocina, lanzándose al refrigerador, pues su estómago ya le reclamaba por comida.
—No hay nada bueno... Oh, el reporte del clima —volteó hacia la pantalla.
«Hoy estará un poco más cálido.»
Aunque no había tanta diferencia en las temperaturas promedio de siglos pasados, hablando de la costa oeste, era notorio que el clima era distinto. Pero podía considerar que tenían suerte, había zonas que habían sufrido graves consecuencias debido al calentamiento global.
La humanidad había aprendido a vivir con los cambios, aunque tratando de revertir los efectos. Peridot había leído libros y visto documentales acerca de eso cuando era estudiante de educación primaria; solía tener sentimientos encontrados hacia todo eso.
—Hoy, 25 de abril de 2582 se ha declarado fuera de peligro de extinción a una especie nativa de...
La rubia regresó a su habitación y abrió su closet, sacando un capri beige y una blusa blanca sencilla. Comenzó a quitarse la pijama, dobló las dos prendas y las llevó de vuelta a la ropa limpia, las lavaría la próxima vez. Después de eso se puso lo que había escogido previamente.
Vio a Pumpkin dar un salto para subir a la cama y estirarse un poco antes de acostarse plácidamente.
—Ya es de día, lindo zorro, se supone que estás lleno de energía —se sentó en la orilla de la cama para amarrarse los zapatos.
Cuando terminó se dirigió a la entrada, tomando una pequeña canasta justo antes de salir del departamento para caminar por el pasillo que llevaba al elevador.
Vivía en un bloque de quince pisos, todos los que habitaban ahí trabajaban en la base Seyfert-1, perteneciente a Second Generation of the Earth Defense System. O simplemente SGEDS. Tenía entendido que la piloto de Dorado, Amethyst Hughard, también vivía en ese edificio. Solía encontrarla en varios sitios de la base, sobre todo en la cafetería, y aunque había hablado un par de veces con ella, no eran realmente cercanas.
Mientras seguía en el elevador sacó su teléfono para ponerse al día en las redes sociales, no había nada fuera de lo común: noticias locales, nacionales, chismes, memes sobre el fin del mundo, teorías conspiranoicas sobre los ataques.
«Justo como ayer.»
El ascensor por fin llegó a la planta baja y salió sin prestarle atención a las personas que iban a entrar. Se retiró por las puertas principales, mirando la luz solar reflejarse en las ventanas del otro bloque de departamentos.
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Aestellum | Lapidot
Ficção CientíficaCasi a finales del siglo XXVI, la raza humana es atacada de manera definitiva por monstruos de origen desconocido. Nadie se queda de brazos cruzados, así que se retoma el proyecto Streiter, en donde un grupo de jóvenes son requeridos para pilotar a...