Uno

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Renjun había pasado los últimos días viviendo en el ojo de un huracán. Su familia entera se movía de un lado a otro sin descanso, llevados por la histeria de preparar el gran evento en tan poco tiempo. A partir del día que Wang Ruichang se hincó sobre una rodilla y puso un anillo de diamantes en el dedo anular del hijo de los Huang, se activó la cuenta regresiva y el mundo entero se puso de cabeza.

Cena de compromiso, prueba de traje, sesión de fotos, banquetes, pasteles y orquesta... Renjun fue arrastrado por cada uno de esos eventos en el corto lapso de un mes, porque como decía su padre: "¿Por qué esperar? Los chicos están comprometidos hace 9 años, tendrán el resto de su vida para conocerse".

Los padres de Renjun se hicieron cargo de todo, prometiendo a su hijo que sólo tendría que hacer acto de presencia y no se preocupara más que por sonreír y asentir. Y él los dejó hacerlo porque ahora era Vicepresidente y estaba haciéndose cargo de un acuerdo millonario de ventas con una empresa de sistemas. Además, tampoco le importaba mucho el asunto.

Sus padres, en cambio, parecían a punto de sacar cohetes y estrellas por el trasero. Huang YiJun giro cheques y exprimió sus contactos, consiguiendo cuartetos de cuerdas famosos y estilistas profesionales que arreglaran a su hijo para el gran día. Huang LiXue por su parte, se hizo cargo de los preparativos del salón y del nuevo departamento del futuro matrimonio.

Y así, finalmente, el gran día llegó.

Renjun encontró su mirada a través del espejo y por un aterrador instante, realmente le costó reconocerse.

Siempre se había destacado por ser un chico bonito, pero las estilistas que contrató su padre se encargaron de hacerlo ver deslumbrante. Su cabello castaño estaba peinado con una línea a la mitad y caía en mechones semiquebrados a ambos lados de su frente, le habían maquillado los ojos con un suave delineado y sombra roja difuminada, sus labios y mejillas brillaban rosadas, su rostro entero relucía brindándole un aspecto saludable y casi etéreo.

Comenzaba a asustarlo un poco.

- Vaya, Renjun...- comentó su primo Chenle, impresionado.- Te ves tan... Wow, en serio luces perfecto.

- Sí.- murmuró Renjun.- ¿No te asusta como las cosas perfectas se ven tan poco reales? Si me quedo quieto, voy a parecer estatua.

Chenle lo miró preocupado pero se esforzó por mostrar una sonrisa de ánimo para tranquilizar a su primo.

-¿Estás bien?- preguntó.

- Eso creo, pero me siento un poco...

Asustado. Incómodo. Vendido.
Se le pasaron por la cabeza tantas palabras para definir su molestia, pero Chenle las reemplazó inmediatamente por:

-¿Nervioso? Es normal, hoy es tu gran día. Déjame que te sirva una copa de champagne, tía LiXue dijo que te ayudaría con los nervios. Pero bébela lentamente, porque si te apareces aunque sea un poco borracho, se asegurará de castigarte hasta que sientas pena por ti mismo.

Renjun quiso responder que ya sentía pena por él, pero se tragó las palabras y aceptó la copa con una sonrisa.
Se dejó caer en una silla frente al gran espejo de la sala y repasó nuevamente su extraña imagen. El traje de novio que usaba había sido diseñado especialmente para él por un diseñador italiano que su padre conocía. La tela se amoldaba a su figura, llevando la atención a su cintura delgada y piernas bonitas. Lo último que le faltaba era atar la corbata de moño, cuyos lazos colgaban por su cuello, desentonando un poco con la imagen de novio perfecto.

Chenle se sentó a su lado, hablando para rellenar el silencio con trivialidades para distraer a su primo. Estaba hablándole sobre lo decepcionante que era que su tío Jun no hubiera permitido invitar a los amigos que Renjun había hecho en sus viajes, cuando la puerta de la sala se abrió.

Freedom • NorenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora