Cinco

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Una de las cosas que Liu YangYang más disfrutaba del local donde tenia su restaurante era la terraza abierta. Pudo haberle sacado provecho, poniendo mesas allí también para que sus comensales disfrutaran aire y brisa marina al momento de comer, era un lugar precioso especialmente por la noche.

Pero en lugar de usarlo así, YangYang le puso cómodos sillones y lo dejó como un refugio en medio de todo para que él y sus amigos descansarán.

En la parte de abajo, su chef Kanemoto Yoshinori (el único otro además de él y Renjun que conocía sus recetas secretas), preparaba los fideos y su otro mesero se hacía cargo de los comensales de la tarde.
Mientras en la terraza, YangYang, Renjun, Mark y Donghyuck disfrutaban del día comiendo helado mientras charlaban.

Renjun estaba sentado en el largo sillón pegado al barandal, y aunque había estado participando activamente en la conversación, se había distraído espiando el juego de voleibol que un grupo daba en la playa.
YangYang tenia la cabeza recostada en su regazo, echado cuán largo era mientras escuchaba el último chisme que Donghyuck hubiera traído.

Aunque Donghyuck tiene toda la atención de YangYang, y Mark no deja de servirle helado de fresa (lo cual lo hace muy feliz), para el final de su historia no puede evitar resoplar porque cierto rubio seguía mirando hacia la playa.

— Yah, ¿por qué no estás escuchándome?— se quejó, finalmente.

Renjun volteó sobresaltado cuando YangYang lo jaló de la camiseta para señalar que le hablaban a él. Una suave sonrisa se asoma en su rostro y su rostro de chico puro brilla en toda su expresión, haciéndole ver especialmente bonito en combinación con las gafas de sol en forma de corazón rosado.

— Te estoy escuchando, sólo me distraje al final. Pero oí todo.— dijo Renjun.

Donghyuck hace un puchero pero no presiona.

—¿Y qué es tan genial allá abajo? ¿Hay algún chico guapo?

— No, sólo... Parece divertido.— murmuró Renjun, volviendo a mirar hacia el grupo que jugaba voleibol.

— Si ahora te gusta el voleibol de playa, nunca juegues con Jaemin.— advirtió Mark.— Es tan competitivo, hace que se vuelva el juego de la muerte.

— Aterrador.— coincidió YangYang, metiéndose a la boca un bocado grande de helado napolitano.

— Hablando de ese hippie, ¿dónde está?— preguntó Donghyuck.— Le traje su helado favorito y ni siquiera está aquí.

—Jeno dijo que hoy Nana iría a Hajodae a comprar cosas para las tablas que está haciendo.— respondió Renjun.

Mark y Donghyuck intercambiaron una mirada cómplice, comunicándose sin necesidad de palabras. YangYang golpeó ligeramente a Renjun para que le hiciera cariños en el cabello.

— Hablando de Jeno...— dijo Mark, casualmente.— He visto que se llevan bien.

— Sí, es simpático.

— Pasan mucho tiempo juntos últimamente.— continuó el canadiense.

— Nos divertimos juntos.— respondió Renjun, encogiéndose de hombros, sin saber a dónde iba todo eso.

— Y parece que...

— Ya, a la chingada... ¿Van a empezar a salir o sólo están jugando a ser microondas?— preguntó Donghyuck, harto de los rodeos.

—¡Haechan, cállate!— lo regañó Mark.

—¿Por qué crees eso?— preguntó Renjun, y quizá era el reflejo del sol en sus gafas, pero parecía un poco sonrojado.

Freedom • NorenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora