Tres

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Renjun observó el cielo a través de la ventana de su remolque, aún era temprano y apenas comenzaba a pintarse de azul claro, con los rayos del sol asomándose perezosamente.

Había rentado la casa rodante con un amigo de YangYang, lo que le concedió cierto descuento que le venia muy bien. Y aunque ser mesero no era fabuloso, daba para cubrir el techo sobre su cabeza. No quiso conseguir una habitación en algún lado porque pensó que aunque el remolque fuera pequeño y apretado, podía moverlo a su antojo dependiendo de su ánimo.

A veces lo primero que veía al salir era la playa, con su cielo despejado y mar abierto, invitándolo a tomar su tabla de surf y montar unas olas.

En otras ocasiones, aprovechaba que el condado de YangYang estaba rodeado de bosques, y elegía alguna bonita colina. Pasto verde, árboles frondosos y aire fresco.

Esa mañana, sin embargo, se sentía melancólico y a pesar del buen tiempo afuera y el sonido de las olas en la playa; Renjun no quería levantarse de la cama todavía.

Entre sus manos sostenía el anillo de compromiso que Ruichang le había entregado meses atrás. Había gastado una ridícula cantidad de dinero, eso seguro. Era un anillo de platino, no muy grueso que aun así quedaba muy bien en mano del chino, y aunque las sortijas de compromiso de hombres regularmente no tenían joyas, Ruichang consiguió que la suya tuviera grandes diamantes incrustados, de corte perfecto que reflejaban la luz como hielo perpetuo. Renjun lo odiaba.

Cuando su madre había visto la sortija por primera vez, había tomado su mano y puesto una expresión de absoluta euforia: "Es perfecto para ti, cariño. El diamante en forma de pera es muy popular, ¿sabes que se hizo con esa forma para representar las lágrimas de felicidad por tu día especial?" Había dicho, como si Renjun debiera dar gracias por haberlo recibido.

Incluso en ese momento, la sortija sí que le provocaba lágrimas. De extremo horror.

Cuando llegó a Surfyy Beach, Renjun consideró seriamente arrojar el anillo al mar, que el agua se llevara la representación física de aquel horrible acuerdo matrimonial. Pero nunca fue capaz de hacerlo, después de todo, no le pertenecía. Lo devolvería a su dueño cuando estuviera listo:

"—Gracias por la oferta, pero yo paso. Dáselo a alguien que sí quiera ser el Señor Wang.—"

Renjun le dio vueltas entre los dedos, con una mueca de desaliento. La noche anterior había llamado a Chenle para pedir actualizaciones de la situación en casa, pero no parecía que nada fuera viento en popa.

Al parecer, el sólo nacimiento de Renjun era una vergüenza y él solito se había encargado de llevar deshonra a la familia Huang, por lo que ninguno de sus parientes cercanos quería oírlo siquiera nombrar. Su reputación estaba por los suelos durante los primeros días, la gente comenzó a hablar de él: Que siempre estuvo desequilibrado, que nunca acabó por encajar, que era adoptado, tonto y un chiflado. Toda clase de comentarios y rumores crueles comenzaron a alzarse hasta que la historia llegó a la prensa: Heredero se fuga de su boda.

Y entonces, como un rayo de esperanza (para todos, excepto Renjun), Wang Ruichang salió a hablar y aclarar las cosas. Según su versión de los eventos, Renjun había estado enfermo durante un tiempo y el día de su boda tuvo un problema medico que lo obligó a ser trasladado al hospital. Su salud era frágil por el momento y recibía tratamiento médico en el extranjero, por lo que su boda no fue cancelada sino postergada. Hasta nuevo aviso, seguían comprometidos y se casarían cuando las circunstancias lo permitieran.

Su elaborada historia no sólo salvó a los Huang de la humillación a la que Renjun los condenó al huir, sino que lo protegió y salvó su reputación. Inmediatamente los chismes tomaron un nuevo rumbo y comentaron como él siempre había sido un Vicepresidente con visión y espíritu, y como había disimulado sus problemas de salud por el bien de la compañía. Se convirtió en héroe y le deseaban pronta recuperación.

Freedom • NorenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora