capítulo 16

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Alexander se encontraba en un campo de dientes de león que parecía ser infinito. Este no tenía ni la menor idea de como había terminado en ese campo bajo el potente sol de mañana que había. Lo único que vio fue un árbol con una rueda amarrada con una cuerda gruesa a una rama del árbol. Un columpio, pensó Alexander. Este empezó a caminar lenta y cuidadosamente a lo que asumía era un columpio aparentemente en medio de la nada. Cuando llegó hasta el árbol, inmediatamente sintió un brisa y cambio de temperatura tras estar resguardado en la sombra que provocaban varias hojas del árbol juntas. Alexander se acercó más al columpio, lo que lo llevó a percatarse de que había algo puesto sobre la rueda. 

-Qué es esto?-preguntó Alexander mientras lo recogía.

Alexander asumió que eso era una carta pues lo que este chico tenía en la mano era un sobre que claramente tenía otra hoja de papel dentro de este. Afuera del sobre, donde normalmente se escribiría la dirección del remitente de la carta, había un mensaje que Alexander leyó en voz alta inconscientemente. 

-Si quieres encontrarla tendrás que escribirle una carta, sino tendrás que esperar una vida más. Solo estarías añadiéndole una a la cuenta.-terminó de leer Alexander, ahora más confundido que antes.-Cómo que añadiéndole una a la cuenta? Qué se supone que significa eso? Y dónde chingados estoy?-dijo ya un poco más alterado. 

Pasaron unos segundos en los que Alexander pensó su próximo movimiento. Lo siguiente que hizo fue que abrió el sobre para ver que decía el papel de adentro, y para su sorpresa, estaba complemente vacío, en blanco. Analizó la situación en la que se encontraba por unos segundos hasta que llegó a ala conclusión de que tenía que escribirle una carta a Amelia, pues ella era con la única persona con la que Alexander aún tenía un asunto pendiente. Además de que si lo hacía, no había nada que perder. Estaba en un lugar verdaderamente hermoso aunque en medio de la nada, no sabía como había terminado ahí pero sabía que probablemente tenía que seguir las instrucciones del sobre para regresar a su hogar. Alexander tardó en escribir la carta, pues aunque mágicamente había un bolígrafo en la rueda, a Alexander nunca se le había dado bien escribir, a diferencia de Amelia. Finalmente, después de mucho tiempo aunque indeterminado pues Alexander no tenía la absoluta noción del tiempo, terminó de escribir lo que le parecía una carta decente dirigida a Amelia. 

Esta decía:

Querida Amelia,

La verdad dudo que alguna vez llegues a leer esto, pero al menos tengo que intentarlo. No tengo idea de dónde estoy o cómo llegué aquí pero sé que tengo que hablar contigo y contarte demasiadas cosas que probablemente no alcanzaría este papel o el tiempo. Aunque corrijo, sí habría suficiente tiempo pues cuando estamos en la misma habitación hay un sentimiento. Esa sensación que se parece a la misma que recorre todo tu cuerpo cuando estás en la bajada más grande de toda la montaña rusa. Cuando estás cerca es como si el tiempo se detuviera para que el mundo pueda apreciar tu belleza física y de personalidad. 

Primero que nada, respetaré si solamente soy yo el que se siente de esta manera. No sé si se podría decir que estoy enamorado, pues verdaderamente solo convivimos una tarde en Londres y solo te volví a ver ese día en la fiesta. Lo único de lo que estoy seguro es que esos 20 minutos que pasamos hablando aquella tarde, han sido de los mejores momentos de mi vida. Es que simplemente me hiciste sentir de una manera que nunca había experimentado.

Tú eres una de las personas más especiales del planeta podría decir, pues no solo eres increíblemente hermosa sino que también era una luz en la vida de cualquier persona que realmente te conozca. Eres sarcástica, haces reír a las personas aunque estén en sus peores momentos, les demuestras de demasiadas maneras diferentes que siempre estarás ahí para ellos y que nunca harías algo para lastimarlos intencionalmente. Siento que hoy en día encontrar a alguien así es cercano a imposible. Eres única, y no cómo cuando tu mamá te lo dice cuando eres pequeño, sino que de verdad marcas a las personas que conoces. Personalmente, a mí me marcaste de una manera que nunca te olvidaré. Tal vez tu realmente no te acuerdes de mí y yo quedaré con un corazón roto, pero si tú está feliz, yo te dejaré ir con tal de que tu bella sonrisa siga brillando en este mundo tan oscuro. 

Con cariño y esperanza,

Alexander Summers

Cuando terminó de escribir la carta, este chico que llevaba puesto un overol y camisa de franela, vio que aún más lejos en el campo había un buzón. Alexander dobló la hoja de modo que pudiera introducirla en el sobre. Alexander cerró el sobre y empezó a caminar hacia el buzón.

Cuando llegó hasta este, vio que algo diferente había aparecido en la parte de atrás del sobre. En lugar de una dirección real de alguna casa decía "revisa detrás de las repisas". Alexander realmente no supo que pensar o hacer al respecto así que dejó de cuestionarse e introdujo el sobre en el buzón y lo cerró. El buzón era de un color azul oscuro y tenía una palanca de color rojo brillante que Alexander alzó cuando terminó de cerrar el buzón con la carta adentro. 

Amelia despertó. 

Amelia estaba en su cama, completamente destapada y a nada de caerse pues se encontraba en la orilla de  su colchón. Ella no entendía que acababa de ver o soñar o como se pudiera definir lo que le acababa de pasar. Amelia se sentó, aún impactada por lo que presenció. Después de que pasaran algunos minutos, se percató de dos cosas. Eran las 4:44 am , y recordó que la dirección del sobre aparentemente era "detrás de la repisas". Amelia tenía dos repisas con libros en su cuarto y cuando volteó hacia la pared donde yacían las dos, notó que faltaba un libro. 

Amelia simplemente se volvió a recostar pues tenía mucho sueño y todo esto era demasiado para que su cerebro procesara a estas horas. Arreglaría o intentaría entender todo esto en la mañana. 

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