3- Pareces feliz, pero sólo estás acostumbrado a deambular, perdido

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By Devilrin

Capítulo 3 - 看似快乐,流浪惯了

Pareces feliz, pero sólo estás acostumbrado a deambular, perdido

―Jingyi pensó que este viaje iba a ser realmente malo. Luego pensó lo contrario. Sin embargo, en este momento, realmente no quiere pensar mas en ello.―

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Lo malo es bastante subjetivo, piensa Jingyi.

Lleva unas dos horas de viaje cuando se da cuenta de que echar un vistazo a Sizhui es una mala idea. Estaba confundido sobre por qué Sizhui había dejado de mover la cabeza al ritmo de su lista de reproducción y se había volviendo loco tratando de adivinar qué fue exactamente lo que hizo para que el mayor se callara. Después de repasar una lista mental que incluía su asquerosa nariz que moquea (hace mucho frío y hay mucho smog) y su rígida actitud (la mente de Jingyi dibuja aquí signos de interrogación, no sabe cómo ha llegado a este punto de su lista), decide arriesgarse a echar un vistazo.

Jingyi casi se desvía hacia el tráfico que viene de frente, pero consigue mantener el volante firme. Sizhui está durmiendo.

Apenas han salido de Beijing y el tráfico ya se ha dispersado un poco. La mayoría de la gente está en autobuses turísticos y el smog sigue presente—el aire es brumoso y ceniciento, pero no es tan malo como hace tres horas. Jingyi ya ve los primeros rayos de sol entre las nubes y se siente algo más optimista que en todo el día. Aparte de los pocos incidentes aislados en las complicadas y sinuosas carreteras de Beijing, había logrado un viaje relativamente tranquilo. Siempre que pudiera evitar mirar a Sizhui y no dejándose llevar por el conteo las sus pestañas que revolotean suavemente en sus mejillas, Jingyi cree que podría conseguir que ambos llegaran vivos a Shanghai.

Sizhui se había sentido lo suficientemente cómodo como para dormitar, y en este momento, Jingyi está dudando, con la mano extendida, pero sin llegar a tocarlo. La nariz de Sizhui se arruga, un pequeño y delicado movimiento, y Jingyi retrocede, tosiendo mientras apaga el motor. Su amigo se estira, con las manos sobrepuestas, y parpadea débilmente. Jingyi lo evita todo lo que puede, cambiando de marcha y jugueteando con el espejo retrovisor, pero Sizhui sigue mirándolo.

No lo evites, Jingyi se estabiliza y se encuentra con los ojos de su amigo.

"¿Parada de descanso?" le pregunta Sizhui. Jingyi asiente, casi absorbido por la infinita profundidad de los cálidos ojos grises oscuros de Sizhui. Lluvia de primavera, piensa. Refrescante, un poco distante, los hace un poco fríos a la vista, pero aun así. Lluvia de primavera. Brillante y esperanzadora. Tal y como lo recuerda. Tal y como espera que sean siempre.

"Genial", Sizhui juguetea con la puerta del coche, buscando su billetera. "Se me han antojado unas Tiritas picantes [1]"

¿Tiritas picantes? Jingyi frunce el ceño. No recuerda que a Sizhui le gusten especialmente las cosas picantes, al menos hasta la última vez que habían hablado.

"hey!", protesta Sizhui. "A mi padre le encantan las cosas picantes y creo que ha caído en mí. Además, sabes que vuelvo a Wuhan para las vacaciones. Allí es imposible no tocar el chile. Comemos Re Gan Mian[2] para desayunar".

Jingyi abre la boca para decir lo primero que se le ocurre (algo parecido a "pero tú odias las cosas picantes"), y luego la cierra de golpe. Tal vez no sea el momento adecuado para hacer observaciones que sólo se sostuvieron hace tres años enteros— después de todo, Jingyi no puede pretender saber lo que Sizhui está pensando ahora. No han hablado recientemente.

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