Capítulo 12

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Luego de varias horas que parecían interminables, Eiden termina de grabar otra canción y sale de la cabina de grabación, los productores lo felicitan como siempre ocurre y yo le entregué su agua, ya siendo esto una costumbre. Eiden me agradece con una sonrisa y bebe del contenido con ansias.

-¿Llegaste bien ayer? -pregunta mientras cierra nuevamente la botella de agua. No habíamos tenido mucho tiempo para hablar por estar apresurados en llegar a grabar.

-Sí, sin problemas -respondí agarrando de nuevo la botella para guardarla.

-Que bueno... -suspira cansado.

-Eiden, tienes una entrevista en dos horas, ve a cambiarte y a comer algo -Visa Cristal mirando su agenda.

Eiden asiente aguantando las ganas de suspirar cansado de nuevo. Cristal desaparece y él me mira con una sonrisa.

-Enseguida vuelvo -comenta agarrando sus cosas y yendo hacia el baño rápidamente.

Me dispuse a ordenar el resto de cosas y me senté a esperarlo hasta que nuevamente me empezó a doler la espalda. ¡Dios! ¿Por qué duele cada vez más? ¿En serio debería de ir a ver a un médico?

-Regresé -reaccioné al escuchar a Eiden volviendo ya listo, disimulé mi dolor que esta vez era más extenso y doloroso.

-B..Bien, nos podemos ir -dije agarrando las cosas.

-¿Qué podemos comer? -pregunta pensativo.

-No sé tú pero a mí se me antoja comida China -mencioné.

-Suena bien, hace tiempo no como de esa -sonríe-. Vamos.

Ambos salimos del estudio y nos acercamos a Will para que nos llevara a un lugar de comida China. Fui yo la que se bajó para ordenar la comida mientras ellos esperaban en el auto, ya que si Eiden fuera el que salía del auto crearía un escándalo enorme en el local. Fue por eso que entré yo e hice mi pedido para llevar.

-Pero que hermosa coincidencia...

Maldecí por lo bajo y fingí no haber escuchado a Tanner que estaba tras de mí. Pero enseguida pude sentir su aliento en mi oreja y sus manos en mi cintura.

-Sé que me has escuchado, preciosa.

Agarré la comida y me di vuelta para empujarlo varios pasos hacia atrás.

-¿Y sabiendo eso aún así no captas que no quiero hablar contigo? Es más, ni siquiera me gusta respirar el mismo aire que tú -solté molesta.

-Wau, que agallas tienes, eso te hace mucho más interesante... -se me acerca de nuevo-. Eres una presa complicada de atrapar.

Abofeteé su mano que iba a mi rostro y pasé por su lado para salir lo más pronto de aquí y llegar con Eiden.

-Ni siquiera me tienes miedo, eso es algo de admirar -me siguió.

-¿Por qué lo tendría? Solo eres un carroñero.

En realidad... la única razón por la que ahora mismo no estaba muriendo de miedo es porque estábamos en la ciudad humana, rodeados de personas y con Eiden y Will cerca. Si fuera en otras circunstancias... no estaba segura de mi valentía.

-Créeme que deberías -me tomó por la muñeca y yo me solté de inmediato. Ambos miramos hacia atrás cuando Eiden salió del vehículo.

Volví la vista hacia Tanner pero este ya se había esfumado como un completo cobarde. Bufé y caminé hacia Eiden.

-Llegó la comida -sonreí.

-¿Qué estaba haciendo él aquí? -pregunta Eiden aún serio.

-Oh nada, solo fue... una linda coincidencia -fingí una voz linda y aguda pero negué con la cabeza restándole importancia-. No te preocupes por esto ahora, solo tienes que comer y concentrarte en el programa de hoy.

Eiden suspira aceptándolo. Ambos entramos al auto y sacamos la comida, dejando que el olor nos embriague a todos.

-Al fin, tenía hambre -comenta Eiden sonriendo como un niño pequeño y agarrando su comida.

Solté una leve risa que se vio interrumpida por un pequeño quejido del dolor en mi espalda. Cerré los ojos con fuerza y esperé a que se detuviera.

-Oye... de verdad... deberías ir al médico -Eiden me mira preocupado. Negué con la cabeza cuando el dolor se disipó y volví a comer.

-Estoy bien... -repetí como siempre.

Él se me queda mirando un momento estando para nada convencido de mi admiración, quise ignorarlo pero luego Eiden mira a Will.

-Will, llevemos a Sarah a su casa.

-¿Eh? Pero yo...

-Entendido -responde Will enseguida y pone en marcha el auto.

Eiden saca su celular y teclea por unos segundos mientras yo estaba sorprendida.

-Le avisé a Cristal que te irás a casa.

-Estás exagerando, puedo trabajar -solté entre quejidos.

-Eso dices pero no quiero arriesgarme -respondió-. Mejor será que descanses completamente.

-Ya descansé ayer.

-Pues hoy y mañana también descansarás -declaró seguro.

Resoplé y sin poder hacer un berrinche como cuando era niña, solo me recosté contra el asiento y seguí comiendo algo más desganada.

-Lo siento, Sarah, pero... me preocupas... -mencionó Eiden mirándome preocupado.

No pude evitar sonrojarme por como lo había dicho, suspiré dejando mi molestia de lado y apartando la mirada.

-Está bien, lo entiendo. Pero será la única vez, no me gusta faltar a mis responsabilidades -comenté.

-Bien, como quieras, con tal de que descanses estoys días hasta que se te pase el dolor.

Ambos nos quedamos en silencio después de eso, terminamos de comer en cuanto llegamos a mi casa. Me despedí a la vez que me bajaba del auto y entraba.
Les expliqué a mis padres cuando se extrañaron de verme llegar, pues era muy temprano aún como para que estuviera llegando ahora.

-¿Crees que debamos preguntar en el clan...? A algún médico o alguien... -le pregunta mi madre a papá en cuanto mencioné el dolor de espalda.

-Ustedes no, por favor -me quejé-. Estoy bien, no necesito un médico, se me pasará si descanso -dije subiendo las escaleras.

-Es igual de terca que tú -murmura mi madre acusando a mi padre.

-¿Qué? Eso claramente lo sacó de ti.

Me reí un poco por su pequeña pelea que dejé de escuchar cuando llegué a mi habitación. Salí por la ventana y subí al techo, pues era el único lugar en donde quería estar ahora. Suspiré cansada y me acosté en mis mantas que tenía allí, agarré mi ukelele para empezar a a tocar nuevamente la melodía sin letra mientras miraba el cielo, pensando. Poco a poco mis ojos se fueron cerrando y abracé mi instrumento para que no se cayera, giré mi rostro y luego de eso solo sé que me había quedado profundamente dormida en el techo.

ENTRE GARRAS Y ALASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora