Capitulo 16

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Jugamos al tenis. Liam y yo ganamos, aunque yo he perdido facultades. Él es un atleta excelente a pesar de que dice que le va mejor en los estudios que en los deportes, y Niall es más dado a golpear la pelota y luego ponerse a bailar de alegría sin importarle si se la devuelven o no. Harry no para de reírse de él, y eso lo hace fallar.

—¿Qué tal el tour por Europa? —pregunta Zayn, mientras volvemos a su casa.

—La pase muy bien. Comimos muchas cosas extrañas.

—¿Y qué más?

Llegamos al jardín y tiramos las raquetas en el porche. Nos tumbamos en el césped.

—Sinceramente, no puedo contarte mucho —le digo—. ¿Sabes qué hice cuando mi padre fue al Coliseo?

—¿Qué?

—Me quedé tumbado con la cara pegada a la baldosa del cuarto de baño del hotel mirando la base del retrete italiano azul.

—¿El retrete era azul? —pregunta Harry, que se incorpora.

—Solo a ti te emocionaría más un retrete azul que hacer turismo por Roma —se queja Zayn.

—Louis... —dice Liam.

—¿Qué?

—Da igual.

—¿Qué?

—Dices que no te compadezcamos, pero luego nos hablas de la base del retrete —me espeta—. Es penoso de verdad. ¿Qué quieres que digamos?

—Y, además, que hayas ido a Roma nos da envidia —añade Niall—. Ninguno de nosotros ha estado allí.

—¡Yo quiero ir a Roma! —exclama Harry, que se echa otra vez—. ¡Me muero de ganas de ver los retretes italianos azules!

—Yo quiero ver las Termas de Caracalla —dice Zayn—. Y probar todos los sabores de helado que tienen.

—Entonces hazlo —le sugiero.

—No es tan sencillo.

—De acuerdo, pero irás —señalo—. Cuando estés en la universidad, o después.

Zayn suspira.

—Solo digo que tú has ido a Roma.

—Ojalá hubieras estado allí —le digo.

***

—¿Estabas en la pista de tenis? —me pregunta mi madre—. He oído pelotas.

—Solo pasaba el rato.

—Hacía mucho que no practicabas deporte. Es estupendo.

—Ya no soy lo que era.

—Estoy muy contenta de que vuelvas a hacerlo de todos modos. Si mañana quieres ir a pelotear conmigo, solo tienes que decirlo.

Está alucinando. Que haya jugado una tarde no significa que vuelva a dedicarme al deporte, y no quiero ir a practicar con ella bajo ningún concepto.

—Ya veremos —respondo—. Es probable que me haya hecho un esguince en el hombro.

Cenamos fuera, en el jardín. Contemplamos la puesta de sol de las ocho, en grupos, en torno a la enorme mesa. Los más niños cogen las chuletas de cerdo de la fuente y se las comen con las manos.

—Son un par de animales —comenta Gemma arrugando la nariz.

—¿Y qué quieres decir con eso? —pregunta Greg.

—Hay una cosa que se llama «tenedor» —responde Gemma.

—Hay una cosa que se llama «tu cara» —replica Greg.

Pretty boy - Zouis MaliksonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora