Capitulo 32

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Recuerdo todo esto como si lo estuviera viviendo, sentado en el suelo de mi habitación, mirando aún la ventana por la que Zayn desapareció en la noche. La comprensión de lo que he hecho me sobreviene como una niebla en el pecho, fría, oscura, que se extiende. Esbozo una mueca de dolor y me encorvo. La niebla gélida me pasa del pecho a la espalda y luego hacia el cuello. Me sube disparada por la cabeza y me baja por la espina dorsal.

Frío, frío, remordimiento.

No debería haber rociado la cocina primero. No debería haber encendido el fuego en el estudio. Fue una estupidez mojar tanto los libros. Cualquiera podría haber previsto cómo arderían. Cualquiera. Deberíamos haber fijado un momento para encender el material combustible. Podría haber insistido en que permaneciéramos juntos. No debería haber ido a comprobar el cobertizo de las lanchas. No debería haber ido corriendo hasta la casa Horan. Si hubiera regresado antes a la casa Tomlinson, tal vez podría haber sacado a Harry. O haber advertido a Zayn antes de que prendiera el sótano. Quizá podría haber encontrado los extintores y detenido las llamas de alguna manera.

Quizá, quizá.

Si, si.

Quería muchas cosas para nosotros: una vida libre de restricciones y prejuicios. Una vida con libertad para amar y ser amados.

Y, sin embargo, los maté.

Los maté. A mi Niall, mi Liam, mi Harry, mi Zayn.

Esa idea me baja por la columna vertebral y los hombros y me recorre hasta las yemas de los dedos. Los convierte en hielo. Se desconchan y se rompen en pedacitos, se hacen añicos sobre el suelo. Unas grietas me astillan los brazos, me recorren los hombros y la parte delantera del cuello. Se me ha cerrado la garganta. No puedo emitir ni un sonido.

Aquí estoy, congelado, cuando merezco arder.
Debería haber mantenido la boca cerrada respecto a lo de tomar las riendas. Podría haberme quedado callado. Haber transigido. Hablar por teléfono habría estado bien. Pronto habríamos tenido el carnet de conducir. Pronto habríamos ido a la universidad y cualquier otro problema carecería de importancia. Podríamos haber sido pacientes.

Tal vez así, cuando nos bebimos el whisky irlandés, habríamos olvidado nuestras ambiciones. La bebida nos habría adormilado. Nos habríamos quedado dormidos delante del televisor, quizá enojados e impotentes, pero sin prenderle fuego a nada.

No puedo rectificar nada de todo aquello.

Al fin, al fin cesan los temblores. Empiezo a entrar en calor y a fundirme. Lloro por las demás familias, que perdieron a sus hijos, hermanos y amigos. Lloro por mis quejas egoístas y desconsideradas de todo el verano. Por mi vergonzosa autocompasión. Por mis planes de futuro. Lloro por todas mis posesiones regaladas. Echo de menos mis dibujos de niño, mis libros, mis fotografías... Me estremezco ante mis falsas ilusiones de caridad, mi vergüenza disfrazada de virtud y los castigos que he infligido a mi madre. Lloro con horror por el hecho de que toda mi familia tiene que llevar una carga impuesta por mí, y lloro aún más por ser la causa de tanto dolor.

Al final, no salvamos nada. Y lo que era y podría haber sido entre Zayn y yo ha desaparecido para siempre, si es que alguna vez existió. Hemos perdido la inocencia de aquellos días en los que todavía no conocíamos el alcance de la furia de los adultos, de los prejuicios, de las amenazas. De cuando aún no éramos delincuentes. De cuando aún no éramos fantasmas.

Las madres se abrazan unas a otras no porque se hayan liberado del peso de lo que estaba sucediendo, sino debido a la tragedia y la empatía. No porque las liberáramos, sino porque las destrozamos, y se aferran unas a otras para enfrentarse al horror.

Harry. Harry escribía las mejores canciones que haya oído nunca y tenía el mejor estilo para la ropa. Quería ser cantante. Y hubiera sido uno de los mejores. Pero los pulmones se le llenaron de humo. Ahora ya no puede cantar. Se negaba a ser serio, su falta de seriedad resultaba exasperante, pero con las cosas que le importaban se comprometía como el que más.

Liam y su sentido de lo que era correcto. Renunció a la oportunidad de una beca para la universidad de Harvard sin pensárselo dos veces para defender sus principios. Aunque eso hubiera sido uno de sus mayores sueños. Pienso en los fuertes brazos de Liam, en la franja blanca de protector solar que se ponía en la nariz, en como siempre se preocupaba por nosotros como si fuera nuestro guardián.

Niall habría sido una luz en la oscuridad para mucha gente. Cuando éramos más pequeños, dormíamos juntos en sacos de dormir y nos quedábamos despiertos hasta tarde riendo y comiendo dulce de azúcar. Nunca dejaba de tomarse las cosas a broma. Quería a su familia, los quería a todos, les leía libros, los ayudaba a preparar helado y les daba las conchas bonitas que encontraba en la playa.

Y Zayn, mi Zayn.

Aún no sabía cómo quería vivir ni lo que creía, pero poseía una mente hambrienta que daba vueltas a las cosas continuamente, no buscando respuestas, sino comprensión. Nunca satisfará su curiosidad, nunca será el gran hombre que podría haber sido. Quería acabar con el mal. Quería expresar su furia. Vivía a lo grande. No se callaba cuando la gente quería que lo hiciera, se hacía escuchar... y él escuchaba a los demás. Se negaba a tomarse las cosas a la ligera, aunque siempre fue de risa fácil. Y me hacía pensar, aunque no me apeteciera hacerlo, aunque fuese demasiado perezoso para prestar atención.

Zayn me dejaba sangrar sobre él y sangrar sobre él y sangrar sobre él. Nunca le importaba. Quería saber por qué sangraba. Se preguntaba qué podía hacer para curar la herida.

Yo lo quería. Lo quiero. Lo mejor que supe.

Lleva dos años muerto.

Podríamos haber sido.

Podríamos haber sido.

Te he perdido, Zayn, por lo desesperadamente que me enamoré de ti.

Pienso en los cuatro quemándose, en sus últimos minutos respirando humo, con la piel ardiendo. En lo mucho que debió de doler. El pelo de Harry en llamas. El cuerpo de Liam en el suelo. Las manos de Zayn con las yemas de los dedos quemadas, los brazos arrugándose por el fuego. Los ojos rojos de Niall.

Lloro porque soy el único de nosotros que sigue vivo. Porque tendré que pasar la vida sin ellos. Porque ellos tendrán que pasar por lo que sea que les espera sin mí.

Yo, Zayn, Niall, Harry y Liam. Hemos estado aquí, este verano. Y no hemos estado aquí.
Es culpa mía, culpa mía, culpa mía... y sin embargo ellos me quieren a pesar de todo. A pesar de mi egoísmo, a pesar de mis quejas, a pesar de mi estúpida suerte de ser el único que queda y mi incapacidad para apreciarlo, cuando ellos... ellos no tienen nada. Nada, nunca más, aparte de este último verano juntos.

Han dicho que me quieren.

Lo he notado en el beso de Zayn. En la risa de Harry. Niall hasta se lo gritó al mar. Liam lo demostraba cada vez que se preocupaba por mi.

Supongo que por eso han estado aquí. Los necesitaba.

Pretty boy - Zouis MaliksonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora