Capitulo 28

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—Y entonces, ¿qué pasó? —le pregunto a Liam.

Aún estamos tendidos en el suelo de la casa Malik, por la mañana. Es el verano número diecinueve. Estoy tan sumergido en los recuerdos, que siento la necesidad de recordármelo.

—¿No te acuerdas? —pregunta él.

—No.

—La gente empezó a marcharse de la isla. Anne no lo soportó. Se fue a un hotel de Edgartown con Gemma y le pidió a Harry que fuese con ella, pero se negó. Tu madre dijo que se llevaría a tus hermanas a dar un paseo a la ciudad y comprarles obsequios. Quiso llevarte, pero tú no quisiste marcharte y al final tuvo que irse sin ti. Tu abuelo se largó al continente diciendo que conseguiría a los mejores abogados de Europa. Los Malik decidieron que iban a marcharse. Y entonces decidimos lo del fuego.

—Lo planeamos todo —digo.

—Así es. Convencimos a los Horan y a mi familia para que se llevaran la lancha grande y se fueran a ver una película en Edgartown, con Greg y Ruth.

Mientras Liam habla, van formándose los recuerdos. Añado detalles que no ha pronunciado en voz alta.

—Cuando se marcharon, nos bebimos el whisky irlandés de la colección del padre de Niall —continúa Liam—. Cuatro botellas abiertas. Y Zayn estaba tan enfadado...

—Tenía razón —digo.

Liam vuelve la cara y habla contra el suelo otra vez.

—Porque no iba a regresar. Su familia había tomado la decisión de abandonar la isla de una vez por todas y para siempre.

—Tu casa se convirtió en una especie de símbolo de todo lo que estaba mal.

Es la voz de Niall. Ha entrado tan silenciosamente que no lo he oído. Ahora está tendido en el suelo al lado de Liam.

—Tu abuelo logró separarnos a todos —interviene Zayn.

Tampoco lo he oído entrar. Se echa en el suelo a mi lado.

—Dejamos que lo hiciera —dice Harry con cariño y se recuesta al otro lado—. Creímos que todo se había destrozado y que Zayn ya no volvería. Nos figuramos que si la casa de Keith desaparecía, junto con los papeles y datos que contenía, el poder se desvanecería.

—Podríamos ser una familia —dice Niall—. Como siempre.

—Fue como una purificación —tercia Zayn.

—¡Él recuerda que provocamos un incendio, nada más! —señala Liam, que de pronto levanta la voz.

—Y algunas otras cosas —añado al tiempo que me incorporo y miro a los cuatro bajo la luz de la mañana—. Recupero la memoria a medida que van contándome cosas.

—¡Estamos contándote todo lo que pasó antes de que provocáramos el incendio! —dice Liam aún vociferando.

—Sí —asiente Niall.

—Provocamos un incendio —repito maravillado—. No lloramos y sangramos; en lugar de eso hicimos algo. Cambiamos las cosas.

—Algo así —coincide Harry.

—¿Estás de broma? Quemamos esa puta casa hasta los cimientos.

Recuerdo una noche, yo estaba llorando. Zayn también lloraba, tumbado a mi lado en la playa pequeña. Habíamos bajado corriendo los dos solos. Iba a abandonar la isla y nunca más volvería a verlo. Nunca más volvería a verme.
Zayn, mi Zayn.

Hasta entonces nunca había llorado con nadie. Nunca al mismo tiempo.

Zayn lloraba como un hombre, no como un niño. No como si estuviese frustrado o no se hubiera salido con la suya, sino como si la vida fuese amarga. Como si sus heridas no pudieran curarse.

Yo quería curárselas.

Me aferré a él y nos sentamos juntos en la arena, y por una vez, no tenía nada que decir. No había preguntas inesperadas, ni frases absurdas.

Al final, dije algo así como

¿y si...

¿y si tomábamos nosotros las riendas?

Y Zayn dijo ¿Cómo?

Y yo dije algo así como

¿y si...

¿y si pudieran dejar de pelearse?

Tenemos algo que salvar.

Y Zayn dijo Sí. Tú y yo y Liam, y Harry y Niall, sí, es verdad. Pero siempre podremos vernos, por supuesto, nosotros cinco. El año que viene podremos conducir. Siempre nos quedará el teléfono.

Pero me refiero a esto, dije. A aquí.

Sí, a esto, dijo. A aquí.

Tú y yo.

Y yo dije algo así como

¿Y si...

¿y si de algún modo pudiéramos dejar de ser solo hijos de socios y ser solo una familia? ¿Y si pudiéramos dejar de ser de colores distintos, de orígenes distintos, de creencias distintas, y simplemente estar enamorados? ¿Y si pudiéramos obligarlos a todos a cambiar?

Obligarlos.

Quiero tomar medidas, dije.

Siempre nos quedará el teléfono, dijo él.

Pero ¿y esto qué?, dije. Aquí.

Sí, esto, dijo. Aquí.

Zayn era mi amor, mi primer y único amor. ¿Cómo podía dejarlo marchar? Era una persona que no sabía fingir una sonrisa, pero que sonreía a menudo. Me vendaba las muñecas con suave gasa blanca y creía que las heridas necesitaban atención. Hacia preguntas inesperadas y me hacia cuestionármelo todo. Tenía una mente inquieta, implacable.

Y ahora era mío, y dije que no debíamos permitir que nuestro amor se viera amenazado.
No debíamos permitir que la familia se rompiese.

No debíamos aceptar un mal que pudiéramos cambiar. Deberíamos hacerle frente, ¿no?

Sí, deberíamos.

Seríamos héroes, incluso.

Zayn y yo hablamos con Liam, Niall y Harry. Los convencimos para tomar medidas. Nos dijimos unos a otros una y otra vez: «Haz lo que temas hacer».

Nos lo dijimos unos a otros.

Lo dijimos una y otra vez. Nos dijimos unos a otros que hacíamos bien.

Pretty boy - Zouis MaliksonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora