Capítulo 2

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—Ya debería estar aquí—Habló Michaela, preocupada.

—Está bien—Connor refunfuñó, claramente irritado.

—¿Y si no es así?

Iris pasó su mano por su cabello mientras Connor decía el nombre de Michaela como una advertencia, la cual ella ignoró.

—¿Y si los atraparon? ¿O ella lo convenció para que fueran a la policía y nos culpara a nosotros?—La chica de cabello oscuro continuó.

—Wes no haría eso—Intentó asegurar la pelirroja.

—Él no lo haría, pero ella sí.

—Detente ¿Si? Todo va a salir bien—Aunque Iris quiso sonar segura de sus palabras, ni ella misma se las creía.

—No, piensa al respecto. Como llegamos aquí, es todo su culpa—Michaela comenzaba a desesperar a todos en el grupo.

—No es su culpa—Dijo Laurel—Todos aquí tenemos la culpa—Añadió, pero Pratt no estaba dispuesta a creerlo.

—No. Voy a llamar a Aiden—Dijo la chica de tez oscura.

—¡Michaela!—Dijo Connor de manera brusca.

—¡No! ¡Nunca estuve de acuerdo con esto!—Respondió ella antes de que le dijera algo más. Iris rió.

—¿Tu crees que alguno de nosotros estuvo de acuerdo con asesinar?—Cuestionó la pelirroja.

—Tuviste un colapso. ¡Ni siquiera podías formar una oración!—Continuó Connor—Ahora cállate, siéntate y deja de actuar como un bebé.

—No me digas como tengo que sentirme en este momento—Replicó Michaela.

—Hey—La chica retrocedió unos pasos al escuchar al chico que se había acercado al aterrado grupo—Siento haber tardado tanto. Volví por esto—El chico, Wes, buscó en su bolso y sacó de este un objeto que hizo a Iris fruncir el ceño. Era el fácilmente reconocible trofeo de bronce de la Dama de la Justicia.

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2 meses y medio antes...

En clases, Iris estaba sentada en su puesto asignado y escuchaba a la profesora Keating atentamente.

—La pregunta que más me hacen como abogada defensora es si puedo darme cuenta si mis clientes son inocentes o culpables. Y mi respuesta es siempre la misma. No me importa. Y no es porque no tenga corazón, aunque eso se pueda debatir—Iris sonrió—Pero es porque mis clientes, como todos los que estamos en esta habitación, mienten. Y eso lo vuelve incognoscible. Tomemos al señor Millstone como ejemplo—Annalise apuntó a Asher—¿Es realmente quien dice ser? ¿O hay algunos detalles que nos está escondiendo? ¿Antecedentes penales, un divorcio, un esqueleto en su armario?

Asher se rió despreocupadamente.

—Le puedo asegurar que nunca he lastimado ni a una mosca—Aseguró el chico. Iris puso sus ojos en blanco.

—Eso dice—Respondió Annalise, con el asomo de una sonrisa en sus labios. Se paseo frente a la clase mientras hablaba—Miren alrededor de ustedes. A la chica callada que comparte sus apuntes, al chico guapo que les gusta, al que habla mucho en clases, o a los que vienen por el dinero—Iris podía jurar que la mirada de la profesora se poso en ella por un momento—Y pregúntense si realmente son quienes dicen ser.

How To Get Away with Murder /Parte 1/Donde viven las historias. Descúbrelo ahora