Capítulo 7

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Ahora entendía la tan famosa frase "como alma que lleva el diablo".

Quería que ese ser me llevara lejos para poder colgarme en paz.

No sabía que era peor: caerme por segunda vez de un techo o caer encima de Rengoku Kyojuro justo frente a los pilares. Estoy segura de querer que el coco me lleve, es más, que me de un par de minutos para empacar mis pocas pertenencias y me entrene para jalarle las patas a las personas en la noche.

En fin, Mitsuri interrumpió mi momento invitando a todos a pasar a su finca. Suspiré aliviada, llevándome una mano al pecho, sintiendo el latido frenético de mi corazón.

Fui la última en entrar, pero no seguí al resto, me dirigí a la habitación que amablemente la pelirosa me ofreció, cerrando la puerta de tatami al entrar y dejándome caer sobre el futón suave.

Mis mejillas las sentía calientes por la vergüenza que pasé, y se encendieron más al recordar:

No te hiciste daño ¿verdad?

─Ay Dios mío.─ susurré emocionada al tener el momento fresco aún en mi memoria. Su voz ronca y suave, y sus ojos amables y ni hablar de lo cálido y cómodo que se sentía su cuerpo.─ Ojalá fueras cama, para sentirte todas las noches.

Me reí por lo cochina que soné, pero vaya manera de conocer a uno de mis husbandos.

Pero la maldita vergüenza quién me la quita.

─Maldito cuervo de mierda.─ recordé que Ginko fue la responsable de mi susto y mi caída, algún día de estos me la voy a cenar por ojete.

Me incorporé, suspirando y levantándome del cómodo futón para ir al comedor. Agradecía que ningún alma me prestó atención cuando llegué y menos cuando me senté en el lugar más alejado como la asocial que suelo ser.

Me dediqué a observar a todos los presentes, que estaban hablando entre ellos. Pude sentir el aura tranquila y ligera que había en esta habitación, sin que ellos se percataran de mi existencia.

Puse mis brazos en la mesa y me hundí en ellos, sintiéndome insegura de repente. No quería imaginar un ambiente tenso e incómodo gracias a mi presencia. Pero eso nunca lo podré saber.

No tengo idea de cuanto tiempo estuve en esa posición, tampoco me importaba ya que me quería ir. Hubiera estado más tiempo en mi mundo sino fuera por los toquesitos que sentí en mi hombro. Por un momento creí que eran Kanae o Mitsuri, pero lo descarté al escuchar sus voces a lo lejos.

Me armé de valor para mirar a la persona que estaba a mi lado, grata fue mi sorpresa al ver a Rengoku Senjuro abarcar mi campo de visión.

Nos miramos fijamente, sin decir nada. Senjuro no apartaba su mirada de mis ojos, ni yo de los suyos. Fue una batalla que yo gané, puesto que el rubio apartó su mirada sonrojado. Oww... que adorable. Sonreí tratando de contener el impulso de jalarle las mejillas, dejárselas rojizas y luego besarlas.

─Si se besan me vomito.─ dijeron de repente.

Ambos nos asustamos, le iba a dar un golpe a quien perteneciera esa voz, pero logré frenar a tiempo mi mano y disimulé esa acción acomodándome mi cabellera mientras silbaba desinteresada.

─¿Ibas a golpearme?─ el cuervo pestañón me entrecerró sus ojos, acusándome de la más vil maldad.

Estaba a una distancia considerable, donde si estiro mi brazo podré acariciar su oscuro plumaje, y se encontraba en medio de Senjuro y yo.

─Yo no sé de que me hablas.

─Te voy a acusar con el amo Tokito.

─La que se va quejar con él soy yo, ¿cómo mierda se te ocurre kikiriquearme cuando estoy en un techo, eh? Ash, si por algo estás en lo más bajo de la cadena alimenticia.

Forastera | Kimetsu no yaiba |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora