Capítulo 18

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Existen límites para todo, incluso para ser estúpido, pero yo los sobrepaso a niveles endemoniadamente tremendos. Mi caso es el peor porque me sale tan natural como el sol saliendo todos los días sin falta alguna.

─Sabes que soy imbécil con sinónimo de estúpida ¿verdad?─ agaché la mirada, viendo mis pies y mi calzado con atención, con mis brazos detrás de mi espalda mientras me balanceaba levemente.─ También tengo un talento innato para meterme en problemas, hasta tú lo dijiste.─ levanté la vista y me encontré con un muy fruncido ceño y unos ojos azules que me miraban con molestia y acusación. Aoi tenía apoyada las manos en sus caderas y sus brazos parecían jarras, tenía el aura de una madre molesta con su cría.─ Y te juro, por mi abuelita muerta que no recuerdo, que estaba vez, no fue mi culpa.─ miré a los lados y reflexioné.─ Bueno si tuve algo de culpa pero ellos se lo buscaron, ¿meper donas?

Nos seguimos mirando por unos largos y eternos segundos. Una guerra entre unos ojos azules y unos ojos bicolor.

La azabache llevó su mano a su frente, resignada y demasiado acostumbrada a mis patoidioteces. Soltó un suspiro que demostraba su resignación y yo casi bailo de alivio. Volvió a mirarme pero esta vez señaló con su dedo la bolsa voluminosa y oscura que tenía colgando en mi mano.

─No voy a gritar, pero quiero que me digas la verdad.─ se escuchaba tranquila, pero juro que le tembló poquito la voz, estaba a nada de gritarme y sermonearme si no le daba explicaciones sobre mi... premio.─ ¿Acaso tú ro...?

─Mierda, no.─ la interrumpí.─ Seré una imbécil, estúpida, busca problemas, grosera, respondona, suicida, un alhuate en la cola, despistada, distraída, una roba comida.─ hice una pausa para recuperar el aliento.─ Pero nunca, jamás, seré una ladrona.

─Y si no robaste, ¿entonces cómo demonios conseguiste esa bolsa?

─Me cayó del cielo.

─Nana.

─Yah yah.─ di unos pasos hasta acercarme a ella, la tomé de la muñeca y la arrastré conmigo.─ Te lo voy a decir, pero tienes que jurarme por tu vida que no se lo vas a decir a nadie.

─¿Tan estúpido fue lo que hiciste?

─Eso lo juzgarás tú.

─No sé para que pregunto.

─Ni yo, pero anyways.─ reducí la velocidad de mis pasos, para jalar a la azabache para que se pusiera a mi lado.─ Verás, todo inició cuando me dejaste en ese lugar sola, siendo un pony salvaje y libre.

─¿Ahora yo tengo la culpa?─ reclama.

─Yo no dije eso. En fin, me quedé paseando y mirando los puestos por un rato, hasta que tomé otro rumbo y terminé en una parte solitaria de esa maldita aldea clasista. Cuando me iba a regresar, escucho los gritos en un local y como buena chismosa voy a ver que pedo.

─¿Y por qué demonios hiciste eso? Una persona normal se habría dado la vuelta y se hubiera alejado.

─Repito, como buena chismosa. Porque normal no soy. En fin, me termino metiendo al local y después de ver unas cosas que no eran normales, pues me quise ir. Pero me vieron, y casi me peleo con un idiota sino fuera por un niño pijo.

─Ay Dios, un día de estos te van a dar una paliza.

─Ja, quisieran. Y yo pude haberme ido fácilmente, pero la actitud altanera y la presencia de ese niño pijo llamó mi atención. Por eso me quedé, para joderlo. Y tuvimos nuestros momentos de tensión donde queríamos matarnos. ─ recordé como los ojos dorados de Rias me taladraban, queriendo intimidarme y el como intentaba mantener el control sobre sí mismo para no mandarme con San Pedro.─Me subestimó el perro desgraciado, y le salió caro.

Forastera | Kimetsu no yaiba |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora