Capitulo 17

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Los rayos del sol me pegaban de lleno en la cara, ocasionando que entrecerrara mis ojos para no quedarme más ciega de lo que estoy. Sentía como estos abrazaban mi piel, sintiéndola caliente, causando que mi frente tuviera una leve capa de sudor debido a la fiebre. Apesar de estar a inicios de invierno, la brisa gélida apenas tenía efecto en mi cuerpo, solamente unos muy suaves escalofríos me recorrían.

─¿A qué demonios iremos a ese pueblo?─ le pregunté a Aoi, que estaba caminando a mi lado desde hace más de media hora.─ No entiendo porque tengo que ir yo, ¿crees qué es buena idea que me lleves a un pueblo próspero y tranquilo?

─Agh...─ se quejó.─ Ya te dije que iremos por un encargo de Shinobu-san, y vienes conmigo porque tienes que despejarte y bajar el mal humor que tienes.

─¿Y por eso tienes que arrastrar a un pueblo entero?

─No voy a negar tu gran talento para meterte en problemas y hacer enojar a las personas. Te llevo para que te distraígas, para mí es muy obvio que algo sucedió en ese bosque, y sé que no vas a hablar.

─¿Y?

─Y sucede, que debes agradecer que Kanae-sama y Shinobu-san no estuvieran cuando despertaste. Porque te hubieran atacado con preguntas y regaños, y con ese mal humor que llevas no te hubieran soltado hasta que hablaras.─ me dio un sape en la nuca.

─Me hubiera escapado otra vez.─ admití, reciendo una mirada de reproche de su parte.─ Pero óyeme, no estoy de mal humor, ¿qué te hace pensar eso?

─Casi golpeabas a un cazador herido.

─Ya te dije que fue un accidente.

Por mucho que le discutiera que no estaba de mal humor o que nada relevante había sucedido en el bosque más que mi pelea contra 4 pilares, ella no me creía. Ambas éramos tan tercas que no íbamos a dar nuestro brazo a torcer.

El tema de conversación cambió por el bien de nuestra tranquilidad. Lo que quedaba de camino lo seguimos hablando como viejas de patio, ahí fue cuando me enteré que Uzui vendría por mí hasta mañana al mediodía. La azabache no terminó de hablar del albino, empezó a contarme cosas que yo ya sabía de él.

─Es el pilar del sonido, digamos que nació para ser extravagante en todos los sentidos.─ exclama.─ Algo llamativo es que tiene tres esposas.

─A la mierda.─ fingí estar sorprendida.─ ¿No es un tipo del tamaño de un poste y tiene una mancha roja en el ojo?

─Si.

─Ay papantla. Wey ¿ese man no querrá una cuarta esposa? Me ofrezco como tributo.

─No seas ofrecida.─ regañó, y me reí.

─¡¿Por qué?! Esta carita el bato, y se nota que tiene carisma, como yo. Somos tal para cual.─ bromeé.

─Tú eres una busca problemas, y a él le encanta llamar la atención. El único resultado ahí es destrucción total.

─Me vale madres. Empezaré a hacer mi curriculu.

La azabache soltó una carcajada.

─Nana, el mundo es tan pequeño y curioso, que hay una probabilidad de que te escuche.

Sentí como se me bajó la presión.─: ¡AY NO! Cierra la boca, con la suerte que me cargo ni lo dudo.

─Creí que se te acabó la vergüenza cuando te caíste encima de Rengoku-sama, dos veces.

─Ya basta de estupideces.

Entre peleas y burlas, habíamos llegado al pueblo. Me callé para admirarlo, era la primera vez que venía a este lugar. Para ser un poco tarde, yo calculo que eran las 10 u 11 de la mañana, había mucha gente por las calles y puestos que había alrededor. Las estructuras del antiguo Japón se miraban tan bonitos y brillantes. La madera brillaba bajo los rayos del sol y se podía apreciar lo bien cuidadas que estaban, además de las flores y otras plantas que usaban para decoración.

Forastera | Kimetsu no yaiba |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora