Capítulo 10

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Lo único que podía ver era la oscuridad. No tenía principio ni final.

Volteé a todos lados, para buscar indicios de luz, pero nada.

Estaba sola, en este mar negro.

Me sentía extrañamente liviana. Sentía hormigueos por mi garganta, mi pecho, incluso en mis ojos.

Sabía que me había desmayado, y estaba dentro de lo que parecía ser mi inconsciencia. Recuerdo que esto me pasó una vez, específicamente cuando me encontraron en el bosque y llevaron mi cuerpo inerte hacia la sede.

Los hormigueos constantes me advertían que esto era diferente.

No quise caminar por este lugar porque todo era lo mismo, la nada.

De repente, apareció una luz cegadora que hizo que me cubriera los ojos con mis manos. A los segundos su intensidad bajó, más no desapareció. Decidí quitar mis manos de mi cara, para observar a mi nueva compañía.

No me sorprendió que el espectro estuviera frente a mí. Seguía teniendo forma humana, pero su vestimenta y su rostro seguían cubiertas por la neblina de hielo, ocasionando que yo no pudiera verlo con claridad y también que este vacío entorno se enfriara.

Crucé mis brazos, en búsqueda de calor y retenerlo.

—Al parecer esto funciona.— su voz seguía siendo suave y apagada.— Lamento los problemas que te di, pero era necesario para mí comprobarlo.

¿Eso quiere decir que mi desmayo repentino fue a causa de él?

—¿Comprobar qué?— pregunté, y una blanca cortina salió gracias a mi aliento caliente y al entorno frío que se combinaron.

—Nuestro vínculo.

Fruncí el ceño, desconcertada. No podía ser posible que Sinid, nombre que le di a este espectro, tuviera un vínculo conmigo. Pero si es posible que yo esté en este mundo que antes creía ficticio, ¿por qué no sería posible tener un lazo con este ser?

Si es que eso era verdad.

—No entiendo.

—Te lo mostraré.— extendió su mano, brillosa al igual que borrosa. No pude ser capaz de ver el tono de su piel.— Es más complejo de lo que creí, así que lo verás en persona.

Me quedé viendo su mano, dudando.

Pudo transportarme a un mundo diferente, puede hacer que quede inconsciente cuando se le de la gana, y probablemente puede mandar visiones haciendo que mi entorno se distorsione con tal de ver lo que él quiere que vea, ¿qué tanto poder tiene? ¿de qué otra cosa es capaz?

—No me tengas miedo.— su voz suave me hizo volver en sí, mis orbes heterocromáticos se fijaron en lo que creí que era su rostro.— No te haré daño, y no quiero hacerlo.

—¿Quién me lo asegura?

No te haré daño porque te necesito.— Sinid seguía con su mano extendida.— Eres la única que puede ayudarme.

Pude notar el tono que usaba conmigo, ese tono que me suplicaba. Cuando alguien me rogaba, me suplicaba, me hacían dudar de mi postura y decisión. Porque siempre me preguntaba los motivos para doblegarse de esa manera o qué están dispuesto a hacer.

Fue por eso, y por mi sano interés en el chisme, que tomé su mano. Su tacto y su palma se sentían heladas, mandando un escalofrío por mi espina dorsal.

Sinid apretó mi mano, y de un segundo a otro el entorno empezó a distorsionarse. Tuve que cubrir mis ojos, porque todo se había iluminado de golpe.

Forastera | Kimetsu no yaiba |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora