🌻Capitulo 15.

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《Martes, 20:56 hrs》

Un albino reposaba inquietamente en su morada divisando distorsionado las paredes de su habitación, no sabía cuánto tiempo tenía encerrado en ese lugar, ocultó entre las sábanas mientras aferraba sus manos a la sudadera blanca que poseía su cuerpo, cuya sudadera alguna vez permaneció al mayor que custodiaba las afueras de su hogar.

Desde que llegaron en la tarde, el castaño lo encerro en su casa prohibiendole la salida de la misma por órdenes del alcalde, tenían que mantenerlos seguros o una cosa totalmente absurda le dijo un hombre respetado de cabellos naranja por el celular.

Ahora tenía menos oportunidad de disculparse con Fargan que lo alejaba de su cercanía, ya no lo quería tener cerca, ya lo evadía, ya ni le dirigía la mirada o siquiera la palabra más allá del trabajo dejándolo frustrado.

Recordó entre llanto la cara desilusionado de dos niñas que al verlos pelear partieron en llanto, no pudo hacer anda más que consolarlas inventándose una barata excusa que estaba serio para protegerlos a todos.

Sofía y Bianca pudieron comerse la mentira pero Aroia no.

La rubia lo regaño a gritos por la estupidez que cometió haciéndolo sentir pequeño en su lugar, odiaba ese sentimiento de necesidad, odiaba sentirse desprotegido a pesar de toda la seguridad que hay en cada rincón de su cada.

Ese albino quería de regreso al castaño que lo consolaba cuándo entraba en crisis, sólo que ese mismo castaño desvaneció por un golpe trayendo uno más pesado, orgulloso y grosero.

Willy escuchó un trueno en la parte exterior de su casa permitiendo a sus pasos dirigirse a una ventana cercana, las nubes del cielo advertían lluvias continúas durante toda la noche ocasionando un hueco en su corazón al divisar a cierto guardaespaldas parado en la puerta recibiendo cada gota de lluvia en su cuerpo.

Podría enfermarse, fue el primer pensamiento que atravesó la cabeza del abogado corriendo a la planta baja a tomar un paraguas, y rogando al cielo que se lo aceptará.

Reposo sus manos en el manubrio de la puerta logrando su objetivo tras emprender unos pasos a la salida de su hogar, no percató que estaba descalzo de un pies o sin pantalón, tampoco le interesaba mucho, sólo quería evitar que se enfermera quién lo cuidaba a diario.

Por otro lado, Fargan observaba neutro las gotas de lluvia caer sobre su cuerpo maldiciendo del no haber sacado un paraguas horas atrás, tuvo que hablar con el alcalde para que le otorgará un permiso especial que negará el acceso como salida del abogado, a menos que tuviera supervisión de algún guardaespaldas podría salir de su morada.

Quería alejarse lo más posible del albino, ya estaba consciente que lo suyo no iba a funcionar, siempre ocurría algo, siempre se revelaba un secreto nuevo o siempre la cagaba alguno de los dos.

Era mejor apartarlo y que cada quién siguiera con lo suyo, que él siguiera como su guardaespaldas y el albino siguiera con su vida.

Debía admitir que ver los ojitos llorosos de la hija del abogado partió su corazón, con la única que no podía ser duro era con ese pequeño ángel y menos con su propia hija que lo regaño por tal imprudencia de abandonarlas durante horas en la escuela nueva.

Sólo quería llorar de la frustración de tanta estupidez y descuido que ocasionó por escuchar a su corazón, asimismo, dejó paso a su orgullo actuar para no lastimar a más nadie.

Fargan suspiró vencido dejando recorrer las pequeñas gotas en su traje hasta que fueron detenidas, pensó que la lluvia había finalizado, pero la silueta de un paraguas llamó su atención observando a un albino cubriendo su cuerpo siendo arropado por unas pequeñas gotas de lluvia que adornaban sus cabellos claros.

Little Thinks | [Willgan] [Hiatus]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora