Capítulo 8 - Deuda

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personajes utilizados en esta historia no me pertenecen, créditos a sus respectivos creadores.

mi apuesta - capítulo 8.

sus ojos temblorosos se congelaron instantáneamente, el tiempo se detuvo para ella y en cámara lenta podía observar el accionar del arma antes de disparar el proyectil, la muerte había llegado y ese sentimiento que tanto añoraba sentir ahora era suyo, la calidez de su piel pronto dejaría de sentirla y lo que sea que se encuentre al otro lado al fin lo conocería.

el disparo resonó por todo el pasillo, alarmó a muchos estudiantes que aún en sus clases permanecían, algunas palomas del patio huyeron despavoridas y el humo de la cabina en que la bala se aguardaba hasta hace unos momentos navegaba por el aire del lugar,  después de tantos intentos, el juego de midari ikishima había concluido, o posiblemente no aún.

-vaya, eso estuvo cerca.- la voz comentó, frente a su único ojo la bala se había congelado a unos escasos milímetros de su retina. que anonadada por todo lo acontecido comenzó a temblar nuevamente.

no comprendía como podría ser posible tal cosa, pero tampoco es que le importó en ese instante, solo observaba la mano del Son extendida que había logrado detener el proyectil entre sus dedos antes de que se incrustase en su cráneo, el temblor regresó a su cuerpo también y sin poder procesar tal sentimiento sus piernas soltaron ese líquido que su excitación no pudo contener, todo su cuerpo perdió sus fuerzas y como si no tuviese soporte se desplomó en el suelo.

-mi-midari-chan, estás bien?!.- interrogó al verla sobre el pasillo, no comprendía qué era lo que había sucedido, solo observaba ese líquido salir de su entrepierna y como se retorcía por algún motivo en la fría cerámica.

-estás bien midari-chan?.- repitió una segunda vez, podía sentir con fuerza ese aroma proveniente de ella, pero aunque le agradaba, no podría compararse al de yumeko.

se agachó dispuesto a ayudarla de alguna manera, dejó el arma en el suelo y le tomó de  los hombros en un intento por levantarla, pero ante el más mínimo contacto ella le aprisionó de un abrazo y con sus piernas le obligó a estar sobre ella en una posición bastante comprometedora.

-qué-qué demonios fue eso!.- su lengua mostraba ese piercing que en su extremo brillaba, muy cerca del rostro del joven. -e-es tan excitante, este sentimiento es tan nuevo, no se compara a nada, estuve a punto de morir!.- sin pudor alguno con sus actos gritaba, aprisionando al pelinegro sobre ella quien aunque trataba no podía salir de entre sus brazos y piernas.

-mi-midari-chan.- logró articular.

-no-no sé cómo hiciste eso, pero fue increíble, ese fue el mejor juego de mi vida!.- anunció muy emocionada. -creo que sería una pena que la presidenta se divierta contigo, quiero jugar más!.- poco a poco ese aroma se desprendía más y más, no comprendía por qué era tan llamativo, pero si había algo distinto a yumeko, era que su cuerpo no era afectado.

-mi-midari-chan, su-suéltame!.- dijo nuevamente sin poderse liberar, pero de pronto un enorme libro aterrizó en la cara de la loca mujer, era bastante grande y pesado, porque fue suficiente para dejar inconsciente a la chica.

-que-qué ha pasado.- levantando la vista pudo ver la rubia cabellera de saotome, quien había sido la que le había ayudado en esa extraña situación.

con dificultad logró ponerse en pie y rascando su nuca se dirigió a ella.

-gracias mary-chan, cómo supiste que estaba aquí?.- despreocupadamente preguntó y ella golpeó su cabeza de un fuerte coscorrón.

-¡de qué estás hablando idiota!, ¡acabo de escuchar un fuerte disparo y lo primero que me encuentro es a ti revocándote con esta!.- bastante enojada respondió a un gokú que frotaba su cabeza por el repentino golpe.

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