Capítulo 11 - Cero Deudas.

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personajes utilizados en esta historia no me pertenecen, créditos a sus respectivos creadores.

Mi Apuesta - Capítulo 11.

el atardecer naranja bañaba por completo las instalaciones, el bullicio escolar cada vez disminuía cuando las apuestas cesaban y en anochecer se avecinaba.

pero en medio de tantas pérdidas, ganancias, suerte y trampas; dos estudiantes caminaban serenamente, olvidándose por un momento de los juegos que alargaron ese día, deudas, fichas y una gran cantidad de apuestas se habían dado, pero ya todo eso había terminado y la satisfacción podía verse en ambos.

-si que eres amable son-kun...- con un tono suave se dirigió al que debía ser su esposo, él le miró con sus ojos negros un instante, luego de ello sonrió. -ya me lo dijiste yumeko-chan...- respondió, bastante alegre como antes, la vista de la chica se conectó con la suya y le ofreció una cálida sonrisa. -me hubiese gustado saber cómo lograste hacer todo lo que hiciste.- comentó. sin detener sus pasos la mirada del Son se desvió ligeramente y pasó a mirar al frente. -bueno, una apuesta es una apuesta.- respondió nerviosamente causando una leve risita en la azabache. 

-así es, ahora tengo conmigo una deuda de 50 millones y sigo sin saber lo que hiciste...- concluía tranquilamente la chica de cabello largo, pero rápidamente empujó al chico contra la pared y le aprisionó con la mirada.

así es. de alguna manera el lanzamiento de la moneda le habría beneficiado al ofrecerle la cara que había escogido, entonces; cualquier deuda que tuviese ahora era completamente de cero, el resultado que había deseado conseguir con mary fue todo un éxito al final, pero no todo iba como hubiese deseado.

-o no considerarías decirme como lo hiciste son-kun?.- de manera sexi susurró a su oído, invadiendo el espacio personal del joven que desvió la mirada ante los nervios que le invadieron.

 -yo...- balbuceó, cada vez le costaba más estar cerca de yumeko y más cuando sus ansias por el juego aparecían.

-quieres apostar otra vez?.- le siguió diciendo, pudo vagamente sentir la suavidad de sus pechos chocar con el suyo, no sabía porque le afectaba de esa manera, pero toda esa incomodidad no parecía le fastidiaba lo suficiente para alejarse de ella, podría decirse que era todo lo contrario, le agradaba pero el nunca haberse sentido de esa forma era lo que le traía nervios.

si, apenas podía mantenerse junto a ella en estos momentos, y ni hablar de cuando la moneda de su anterior apuesta descendía y navegaba por el aire, podía sentir tal aroma que inunda y estremece su cuerpo, yumeko se había convertido en una extraña conocida que a pesar del daño que le hace quiere tenerla cerca y solo para él.

-yumeko-chan...- susurraba completamente intimidado por la presencia de la mujer, podría complacerla, podría decirle la manera en que burló a todos y cada uno de sus rivales, pero a su vez no podría hacerlo, no lo tiene permitido y no quiere aceptar que tuvo que recurrir a la trampa para poder estar a la altura de la chica, aunque para la pelinegra era todo lo contrario, porque a sus ojos gokú era alguien que estaba bastante alejado de siquiera entender cómo juega, un chico que tal vez puede esconder su verdadera forma aunque con su actuar del día a día le muestra quien es en realidad en realidad es confuso para ambos y eso es lo que le emociona más.

-por qué desvías la mirada son-kun?.- intentando jugar un poco con él acarició la mejilla de su compañero. Su dedo índice rosaba la piel lenta y delicadamente. -eres extraño, me pregunto quien eres en realidad, o qué es lo que buscas...- indagó. los ojos que parecen enrojecerse aparecieron, muchos se hacían las mismas cuestiones, pero yumeko era la primera en hacerlas directamente.

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