Capítulo I

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—Adiós, quiero llegar y que todo esté limpio. ¿Me oíste, Black?

—sí...

—¿sí qué?

—Sí, mi amor...

—así me gusta—se acerca y deja un beso en su mejilla. Para luego caminar hacia la puerta y salir de su hogar que compartía con el peli-palmera.

Limpia su mejilla—ingrato.

Era mejor obedecer a pagar consecuencias nada satisfactorias.

Así era como aún mantenía en pie el matrimonio que ya se estaba por derrumar. Obedeciendo sin rechistar, no saliendo de su casa y teniendo lista un montón de comida en la noche para que su marido estuviera contento con él por lo menos una noche más.

Ese era su modo de vida, cada noche era como una lucha para ver si estaría a salvo un día más. Para ver si a la siguiente mañana aún podría verse al espejo sin llorar curandose las heridas.

Tarareaba una canción mientras terminaba de lavar lo que utilizaron para el desayuno.

Dio un suspiro al terminar para luego secar sus manos con uno de los trapos de cocina.

Para él era muy difícil estando solo.

Tú elegiste a ese patán, ahora te aguantas sus estupideces por no haberme escuchado.

Esas fueron las últimas palabras que escuchó de su padre. Después de eso no le volvió a hablar. Él le advirtió de que ese hombre con el que se casó solo lo quería por dinero y hacer fama de ser el esposo de uno de los Son.

Pero ya nadie sabía nada de Son Black si nunca salía afuera casi ni por aire fresco.

Ese fue uno de los motivos por el cual Bardock se enojó con él.

Otro fue que lo notaba demasiado sumiso, no hablaba, mantenía la mirada siempre abajo cuando aún iban a cenas con algunos socios de trabajo.

A Black le dolió demasiado que su padre ya no le dirigiera la palabra.

Pero nunca culpó a Broly por eso, es más, se sentía culpable. Pensaba que él era la causa de que su padre se alejó de su lado.

Por su parte, Broly siempre le hacía recuerdo de que era él todo lo que estaba mal en su relación. Que si le faltaba sal a la comida, que si el espejo a veces tenía manchas de sangre, que si no quería tener sexo con él o no le satisfacía sus deseos.

Para Broly, el culpable de todo era Black.

Los únicos momentos en los que le decía que lo amaba era en la maldita cama, dónde Black se sentía mucho más inseguro de sí mismo, tanto mental como físicamente.

Pues parecía que había envejecido a pesar de no pasar de los 30 años.

Su piel no se veía ni se sentía tersa como antes, sus piernas tenían unas que otras cicatrices pequeñas y también algunas estrías, las cuales aún no entendía porque las tenía. Pero era obvio que era porque no se preocupaba por su apariencia ni su salud.

Pero al mayor no le interesaba si él se sentía mal consigo mismo. A él le importaba más que lo atendiera como a un rey y que tuviera un maldito trasero redondo el cual poder penetrar a gusto cuando se le diera la regalada gana.

Él nunca le hizo el amor al peli-palmera, nunca lo hizo sentir bien, nunca logró que algo en él despertara. Jamás le dio placer y nunca lo tocó como él esperaba. Solo era sexo.

No es lo mismo...

Volvió a repetir en su cabeza.

¿Se podía ser más miserable?

Black pensaba que no.

¿Qué más podría hacerle? ¿Cuánto más daño era capaz de causarle?

El joven peli-palmera no tenía idea de que SI se podía tornar aún peor su oscura y triste situación.

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