El primer "Lo siento".

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•3•

El instituto seguía siendo una tortura cada día, aunque fuera mi último año, estaba harta. No me malentiendan, amaba las clases, lo horrible era la convivencia, odiaba estar sola, odiaba tener que hablar en susurros conmigo misma cuando me aburría.

Entré al salón de clases con la mirada baja, sin fijarme en nadie. Pasaba desapercibida todos los días y, aunque a veces no me molestaba, en otras clamaba internamente que alguien quisiera ser mi amigo.

En lo que esperaba la llegada de la maestra, me concentré en ver fotos en mi teléfono de construcciones grandiosas, era increíble como los arquitectos intentaban vencer las leyes de la física con cada construcción peculiar que hacían. Estaba admirando tan plácidamente hasta que el ruido de alguien moviendo la silla a mi lado captó toda mi atención.

Caín movió el asiento a un lado, sentándose en el.

—¿Qué haces? —pregunté al ver que no tenía intención de levantarse.

—Sentarme —contestó arrugando las cejas.

—Pero esta no es tu clase...

—En realidad si, me asignaron a tu grupo esta mañana —se encogió de hombros.

—¿Por qué te sentaste aquí? Hay más asientos...

—¿Te molesta que me siente a tu lado?

Lo pensé durante unos segundos, no me molestaba, para nada, pero temía que solo quisiera burlarse de mi o solo me acompañara por lastima.

—Sí —mentí.

—Bien, pues que mala suerte porque no pienso irme —coloco sus brazos detrás de su nuca, acomodándose en una pose relajada.

—Pero...

—Has silencio, la maestra ya ha llegado, respeta —me calló con una sonrisa burlona.

Estaba confundida.

¿Y si solo estaba ahí sentado por lastima?

¿Y si alguien lo envió solo para burlarse de mí como hacen en las películas?

—Te están llamando —movió mi hombro ligeramente, captando mi atención.

—¿Eh? ¿Quién?

—La maestra —indicó con un gesto a la maestra que me miraba con una ceja arqueada.

—Siempre distraída, no me sorprende —negó con la cabeza, en un claro gesto de decepción—. Estoy tomando lista, si es que entiendes eso.

Baje la mirada, avergonzada, no era raro que siempre me dijera eso.

—Yo...

—No digas nada, calladita te ves mejor —dijo, para seguir tomando lista.

Por el rabillo del ojo pude ver a Caín arrugar las cejas y voltear a mirarme, parecía molesto.

—¿Vas a dejar que te trate así?

—¿Acaso tengo opción? Ya suficiente tengo con la deplorable convivencia, no me hace falta ganarme de enemigos a los maestros.

Pude ver por un segundo como apretaba la mandíbula, giró su rostro observando a la maestra de manera desafiante.

Ni dijo nada, pero durante toda la clase se mantuvo con el ceño fruncido, y en un momento específico lo vi notar algo en el espaldar de su libreta, un nombre.

Moví mis pies con lentitud mientras almorzaba, ya habíamos salido de clases y ahora estaba en un risco, comiendo en completo silencio un sándwich de atún.

CAÍN [Engaños #1]✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora