Realidad.

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•17•

El futuro es incierto.

Cuanta verdad en esa frase.

Pase de estar en los rincones de mi cuarto mirando la nada, pensando en el futuro y en cómo acabaría conmigo, y ahora estaba siendo transportada en una camioneta, inconsciente, a un destino desconocido, a un futuro incierto.

Tal vez fue mi error, tal vez no, solo sé que no debí confiar en nadie.

Un sonido me despertó, una ligera sacudida también, abrí los ojos tratando de asimilar en donde estaba.

—Thom —susurre sentándome de inmediato buscándolo con la mirada.

Y la realidad me golpeó de nuevo.

Porque Thom no estaba, estaba muerto.

Y yo en el asiento trasero de una camioneta en movimiento.

Reconocí la camioneta, al conductor y a su acompañante del otro asiento.

Los despreciaba.

Él me miro por el espejo retrovisor, esa mirada tan fría y cálida a la vez, esa mirada de la cual me deje engañar.

—Despertaste, ¿Cómo dormiste? —Max asomo su cabeza desde el asiento del copiloto.

No conteste.

—Es de mala educación dejar con la—Caín lo interrumpió—Déjala en paz.

Los ignore observando la ventana, mi mente intentaba recordar pero me esforcé en no hacerlo, no quería aceptarlo, para mi él no murio, para mi esto no es real, es un sueño, solo esperare a que Susi me despierte como todas las mañanas para ir al instituto que odiaba, y allí lo vería y esta vez no huiría de las miradas cálidas y amigables que me ofrecía.

Porque es mi amigo, porque somos amigos, porque ya no estoy sola, lo veré y todo se arreglara.

Si, eso pasara.

Aunque intentara mentirme, la realidad es más fuerte.

El auto frenó, ambos abrieron sus puertas bajándose, le quitaron el seguro a las de atrás, y me quedé muy quieta en mi asiento.

—Bájate —ordenó abriendo mi puerta.

No me moví.

—Voy a salir corriendo, ¿lo sabes no? —no lo mire a los ojos.

—¿Quién te dijo que lo permitiría?

No conteste y cuando se alejó de la puerta, salté, salté fuera del auto y corrí, pero mi tobillo dolía y unos brazos me alzaron evitando que escapara de nuevo.

—¡No! —patalee intentando soltarme.

—No luches, es en vano —dejé de moverme cuando reconocí la cabaña a donde me llevaba.

La cabaña de su familia.

La cabaña a la que me trajo antes de que desapareciera , la cabaña donde me mostró fotos de su familia, la cabaña donde pasamos la noche, la cabaña donde me prometió que no me dejaría ir.

Y al parecer lo dijo literalmente.

Max abrió la puerta, aún seguía en los brazos de Caín que no dejaba de sujetarme con fuerza, él entró a la cocina y luego abrió una puerta mostrando unas escaleras que daban hacia abajo.

Enseguida comprendí.

—No Caín, por favor no —susurré moviendome pero él ya estaba bajando las oscuras escaleras.

CAÍN [Engaños #1]✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora