Siete meses

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Siete meses después.

Siete meses después la desesperación me había carcomido.

Marque una nueva x en el calendario. Me levanté de la cama y caminé hasta el espejo a un lado.

Me observé.

Mi cabello había crecido, no me gustaba, mi cuerpo estaba más delgado de lo normal, levanté un poco la blusa viendo las costillas remarcadas. Mis pómulos sobresalían y las ojeras ya hacían parte de mi. Estaba pálida, siete meses sin recibir un solo rayo de sol.

Ya no me sentía yo misma.

Me sentía tan vacía, tan sola, mi mente se apoderaba de todos mis movimientos mas seguido de lo normal.

Sonreí lentamente al reflejo hasta que las lágrimas bajaban por mis mejillas. Ladee la cabeza, soltando un sollozo.

Ya nada tenía sentido.

Golpeé mi mano en el espejo, una y otra vez con desesperación hasta romper los cristales y la sangre salía de mis nudillos.

Las cadenas resonaban al moverse y me agache a tomar un cristal.

Terminaría con esto de una vez por todas.

Ubique el cristal por mi garganta lista para cortar…

Una mano empujo lejos el cristal mientras me alejaban de los demás cristales.

—¡¿Qué estás haciendo?! —Caín me tomó el rostro enojado.

Max tenía el cristal en su mano, mirándome enojado y Rebekha recogía el desastre.

—¿Que no es obvio? —solté una risa amarga—Terminaria tu tarea.

—No, no debes hacerte daño.

—¿Por qué no? Tu me haces daño, Max, Rebekha y el resto del mundo, ¿Por qué no puedo hacerlo yo también? —intenté tomar otro cristal.

—¡Ya basta! —me lo arrebato—Deja de hacer eso.

—Rebekha saca el espejo de aquí, tendremos que hacer más cortas las cadenas —demando Max ayudándole.

—¡No! —me arrastre hasta alcanzar otro cristal—No quiero volver a estar amarrada.

Cain me tomó de los brazos levantándome.

—¿Qué te pasa? —quito el cristal tirándolo.

—Mátame, por favor mátame —rogué aferrándome a su camisa.

—Yo no voy a hacer eso, solo debes…

—¡Que me mates! Te lo ruego, ya no lo soporto, ya no puedo Caín …

—Ya casi saldrás —limpio mis mejillas—William estará saliendo de la ciudad mañana y…

—¡William no me importa! Solo quiero dejar de respirar, ¿que no lo entiendes?, no tengo nada, no tengo a donde ir, no tengo familia, no tengo amigos, y tu solo eres un obsesivo sociópata que me está aferrando a una vida que no quiero.

Max y Rebekha salieron llevandose las cosas.

—Ya se fueron, ya puedes matarme —busque con la mirada algo con que hacerlo.

—Yo no…

—Tus manos —las ubique en mi cuello—Puedes matarme con ellas, hazlo, te reto, te lo ruego, pero hazlo.

Mi cuerpo se sacudía por el llanto, no tenía ni que pensarlo, simplemente ya no le encontraba sentido a nada.

—Jamás haría eso Claire, no me pidas algo que no haré —sus ojos estaban rojos igual que su nariz—Jamás te mataría.

—Pero si lo llevas haciendo durante siete meses —solté un sollozo.

—Pero ya saldrás, y estaremos juntos, como un equipo —negué retrocediendo.

—No, porque se que mi necesidad hacia ti es más fuerte de lo que creo, y sé que si salgo no podré… alejarme, por eso necesito terminar con esto, y si logro salir sin tu ayuda, te olvidaré para siempre Caín —mi espalda chocó con la pared.

—¡No! Eso no pasara —observe mis manos—Vivirás, respiraras, pensaras en mi Claire Manson, porque se que crees que podrás olvidarme,pero no es así, haré que mi nombre sea lo único en lo que pienses, que no puedas sacarme de tu mente jamás, que enloquezcas por mí, aunque eso ya lo hice ¿Verdad?

—No.

—Claro que si, nuestros nombres será lo único que rondaran nuestras mentes, te obsesionaras tanto como yo contigo, pensaras en mi hasta el último suspiro.

—Te equivocas, yo…, yo te olvidare y… —trague grueso al no poder seguir hablando—Yo…

—Ya no hay vuelta atrás —se acercó a mí tomando mis manos.

Me guió hasta el baño abriendo la regadera.

Lavo mis heridas dejando que el agua nos empapara, mire fijamente la pared mientras el agua caía, Caín sollozaba detrás de mí y yo también.

Estábamos tan mal...

*
1...2...3...4...5…

Los segundos pasaban y pasaban, estaba recostada de medio lado pensando en la nada.

En que mi sentencia ya estaba hecha, en que ya había dejado que las cadenas me envolvieran.

Desde la primera vez que intente saltar de ese puente a los doce años supe que mi vida estaba destinada a un interminable sufrimiento.

Pero ahora estaba ahí, acostada en esa cama, encerrada y encadenada.

Mañana me liberarían.

Y después de que Caín salió, me quedé en la regadera un largo rato, dejando mi mente en blanco.

Hasta que llegó Rebekha y me volvió a encadenar.

Hace unas horas pude haber terminado con todo esto, pero ni morir tranquila me dejan.

Siento que solo he sido el juguete que todos utilizan a su favor, que mueven cuando quieren.

La puerta se abrió mostrando a Caín que entró con su navaja en mano.

—¿Vas a matarme? —me levanté esperanzada.

—No, deja de decir eso —tomó mi mano para que me acercara.

—¿Entonces qué vas a hacer?

—Nos voy a marcar, para que nunca nos podamos olvidar —extendió mi mano cortando a un lado de esta.

Solté un quejido cuando la hoja traspasó mis tejidos y poca sangre empezó a brotar.

Mire lo que hizo cuando la soltó, era una letra.

C.

Volví a levantar la mirada, observando anonadada como él hacía lo mismo con la suya.

—Listo, ahora estás marcada con mi nombre y yo con el tuyo —beso el dorso de mi mano—Cuando mires tu mano y veas la cicatriz, me recordarás.

De verdad estábamos tan mal en muchos sentidos.

Seguí observando la marca, era mi perdición.

Una perdición que jamás olvidaré.

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Se acercan capítulos finales...

CAÍN [Engaños #1]✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora