Sentencia Parte 1

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•10•

En un mar de sangre, en un largo charco carmesí, quedó mi fuerza de voluntad, mi claridad de ver las cosas, me dejé envolver por la nube negra que me ofrecían sus brazos fuertes y ojos intensos.

Empezamos no soportándonos el uno al otro, y ahora estamos escapando de las sirenas policíales, la ropa manchada de sangre, y ninguna idea de lo que nos deparaba el futuro.

Pero Caín sí sabía que deparaba el futuro.

Lo tenía muy claro, siempre lo tuvo muy claro.

Fugitivos, eso éramos en ese momento, no solo habíamos hecho la masacre en el gimnasio, ahora teníamos otro muerto que agregar a la lista.

Poco a poco me fui perdiendo en la hipnotizante tormenta que me ofrecía Caín, en su interminable bruma basada en engaños.

—Espera, espera —él reportero tenía plasmada la confusión en su rostro−¿Que sucedió?, digo, nos estamos saltando una parte crucial de la historia por lo que veo.

—En efecto —recosté mi espalda el asiento—Digamos que Caín si fichaba a alguien en su radar, lo fichaba de por vida, eso incluye a los entrometidos, según él, los que se metían en sus asuntos, y los hacía pagar.

El instituto continuaba con sus clases, todo había vuelto a la normalidad, pero el ambiente ese día estaba pesado.

Cuando salude a Caín, sentía su tensión, su rabia contenida, y no se porque mi mente se estaba preparando para la próxima tormenta que él me ofrecería.

Sus ojos estaban levemente entrecerrados, sus nudillos blancos y su mirada escaneando el lugar con mucha concentración.

Estaba analizando su terreno de juego, su víctima, los posibles testigos y una salida.

—¿Qué tienes? —pregunté al ver que sus pupilas se dilataron en un pequeño segundo.

—Esperame en el auto cuando sea la hora de salida, no preguntes por qué, sólo hazlo.

A pasos rápidos caminó hacia el laboratorio.

La confusión me tomó por unos minutos, aún con el tiempo que llevábamos juntos, no lo terminaba de comprender, pero era difícil cuando me mostraba una cara que no era la de él.

Sentí unos ojos en mí, una sensación parecida a la que tuve cuando encontré a Caín mirándome el primer día que él entro al instituto.

Solo que esta vez no era Caín.

Una chica, de ojos azules y cabello negro me observaba fijamente del otro lado del pasillo, sus labios se curvaron en una sonrisa cuando capto mi mirada en ella, hizo la seña de un arma disparando hacia mí y luego me guiño un ojo desapareciendo por la puerta trasera.

Ignore la sensación de deja vu y entre a mis clases.

El ambiente aún se sentía pesado, como previniendo una posible catástrofe. Recogí mis cosas saliendo de clase, iba distraída mirando mi teléfono que no note la mano que tapó mi boca arrastrándome contra un cuerpo duro.

Rasguñe la mano intentando soltarme, intenté gritar pero fue inútil, hasta que escuche una puerta abrirse y soltarme dentro de una habitación.

Era la oficina del director.

Me giré queriendo ver quien me había traído, y efectivamente era el director.

—Pero... ¡¿Qué le pasa?! —grite en reclamo por la forma en la que me había traído.

CAÍN [Engaños #1]✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora