Se fue y volvió.

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•7•

Lágrimas gruesas bajaban por mis mejillas, tenía frío, pero era lo que menos me importaba.

La luna se veía brillante y gigante desde la azotea de la cafetería, estaba sola, otra vez sola.

Mi cuerpo temblaba de frío, solo tenía una playera y unos shorts, mi cabello revuelto y el rimel regado por mi cara.

Llevaba horas llorando, llevaba horas en la azotea, eran las dos de la madrugada.

¿Por qué?

Caín y yo habíamos discutido.

Si, discutiamos como cualquier pareja normal, pero esta última fue tan fuerte, que Caín llevaba sin aparecer tres semanas.

Lo busque en su casa, en la escuela, en el parque, en la cabaña, hasta en el último rincón de la ciudad.

Solo llevábamos unos meses de relación y ya me había dejado.

—¿Por qué? ¿Por qué fue la discusión?

Mire la taza de Café que ya se había enfriado—Por algo enfermo, celos.

Caín me vio hablando con Thomson, él se había acercado a preguntarme si quería participar de la feria de ciencias, estaba intentando contestarle cuando Caín lo estrelló contra el casillero, físicamente Thomson era más grande, pero en fuerza Caín le ganaba. El director nos sacó de la escuela ese día, discutimos, nos dijimos cosas horribles y luego él se fue. Se fue sin decir más, desapareciendo de la faz de la tierra.

Mis pies dolían contra el asfalto frío.

Caminaba descalza por la calle, ya había parado de llorar, pero se que me veía horrible, probablemente contraeria un resfriado, no me importaba.

Estaba amaneciendo, pequeños rayos de sol se asomaban en el cielo.

Pase por el parque, y lo observe con la esperanza de verlo ahí, solo verlo me seria suficiente.

Sin embargo, él no estaba, pero otra persona sí.

—¿Claire? —se acercó corriendo hasta donde estaba.

Mi barbilla temblaba.

—¿Que te paso? ¿Por qué estás descalza? Vas a resfriarte —se quitó su chaqueta
colocándola sobre mis hombros.

No pronuncie ni una palabra, no podía, no quería.

Thomson estaba con el ceño fruncido tratando de averiguar qué sucedió.

—¿Es por Caín verdad? —preguntó, sus hombros cayendo rendidos.

A la mención de ese nombre, una pequeña lágrima bajó por mi mejilla.

—Oye, tranquila, no pasa nada —tomo mis hombros observando mi rostro —¿Te llevo a tu casa?

Negué. No quería ir allí, solo me recordaba más mi soledad.

—Está bien, sígueme —él tomó mi mano guiándome por un camino diferente.

Ni siquiera me fijé a donde me llevaba, solo quería dejar de pensar, al menos por un rato.

Llegamos a lo que parecía su casa, era grande, demasiado grande a decir verdad.

—Pasa.

Entré a lo que parecía la sala, era bonita y con un estilo muy moderno.

Thomson me llevó a una habitación, o más bien su habitación, lo deduje por los posters de fútbol americano en la pared.

—Ten puedes ponerte esto —me ofreció unas prendas—Y el baño está por allí, puedes tomar una ducha —señaló una puerta al fondo.

CAÍN [Engaños #1]✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora