Capítulo 25

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—Maldita anciana— susurre frente a su puerta.

—Creí que habías dicho que aquí la encontraríamos. —dijo Serkan a mi lado viendo la tienda cerrada o más bien vacía.

—La ultima vez que vine vendía sus baratijas en este lugar.

No podía creerlo, la anciana se había ido y me había dejado en este embrollo, cuando necesitaba de su ayuda no estaba

—No entiendo por que se fue, no quedo ni polvo— me asome por los ventanales— es como si hubiera desaparecido — movía las manos, nerviosa y con inquietud.

Serkan se tocó el puente de la nariz y respiro profundo.

—Supongo que debemos irnos para no perder más tiempo.

Me cruce de brazos y gire a verlo, se veía irritado y molesto, no sabía que decirle, pero cuando vi a par de chicas andando por donde estábamos y mirarlo con ojos depredadores y susurrándose entre ellas, parecían adolescentes.

—Sera mejor que nos vayamos— lo tome del brazo y lo aleje de camino al auto.

Sentía esa necesidad de alejarlo de esas chicas, que vieran que lo conocía y que podía tocarlo...

Ay por dios, sus brazos...

Lo solté como reflejo y me separé de él.

—Sube al auto. — le dije.

Serkan parecía adaptarse rápido en mi mundo, aunque había ocasiones en que no sabia que hacer o como actuar, cuando subió al auto en la mañana y en todo el camino no soltaba el asiento y miraba a todos lados, se veía tan nervioso y parecía que en cualquier momento saltaría por la ventana por el pánico.

Mi pequeño cachorro.

—Deberías relajarte un poco— lo mire de reojo, no soltaba la puerta ni el asiento— me pones nerviosa si estas así.

—Tú me pones nervioso.

—¿A qué te refieres?

—Estoy seguro que tu forma de conducir no es la mejor.

—¿Qué? — lo mire sin entender— Pase mi examen de conducir.

—Mira al frente— me ordeno.

—Lo siento, es que me distraes.

—¿Lo hago? — esta vez no sonó asustado sino mas bien con encanto y hasta un toque de arrogancia.

Gire los ojos— Calma esos humos, no de la forma que crees.

Soltó una risita y mi corazón dio un vuelco, apreté el volante y no quite la vista del frente hasta que llegamos a la entrada del bosque y aparque el auto.

—A caminar— salí del auto y tomé mi mochila.

Eran varios kilómetros los que teníamos que caminar hasta llegar al lago. Fuimos por el sendero y nos encontramos con varias personas corriendo por el lugar y por alguna razón había mas mujeres que de costumbre y todas ellas al ver a Serkan lo miraban con la boca abierta, no podía decir o hacer algo, así que simplemente apretaba las correas de mi mochila.

—Me recuerda a casa— dijo Serkan a mi lado.

Cuando lo mire me lleve una gran sorpresa, el admiraba las copas de los árboles, se veía tan relajado y pacífico, ¿Cómo rayos iba a logar no sentir algo por el cuando hacia cosas como esas?

Estaba tan embelesada por el que tropecé con una rama caída y caí de rodillas.

Deja de embobarte y mira por dónde vas.

A través del espejoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora