Capítulo 33

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Esperábamos en un pasillo, Kili y Jenna alejados uno del otro, Serkan apoyado en la pared contraria frente a mí, mientras yo no dejaba de ver la puerta de madera que daba a otra habitación en donde se había ido el rey a encerrarse y ahora el hombre que lo había presentado a nosotros trataba de convencerlo de hablar con nosotros.

Resople por tercera vez, me cansaba esperar.

—Debes ser paciente— Serkan mantenía la cabeza apoyada en la pared y tenía los ojos cerrados, se veía relajado y concentrado.

—No me gusta esperar.

—Es por eso que tienes que aprender a ser paciente, no puedes presionar cosas como estas.

Torcí los labios, me crucé de brazos y vi como Serkan abría los ojos y parecía cansado y molesto.

—¿Pudiste escuchar algo? — le pregunte, mi audición aun no era tan buena.

—No— contesto cortante. Cuando estaba por preguntar más sobre la perdida de sus poderes la puerta de madera se abrió y el hombre salió.

—Lo lamento, pero el Rey se niega a hablar.

—¿Qué? Pero ni siquiera nos ha escuchado, ¿sabe por qué estamos aquí?

—No está interesado en nada que tenga que ver con ustedes.

—Pero...

—Basta, Sky— me contuvo Serkan— no es el momento para discusiones.

—Son invitados del reino, podrán quedarse el tiempo que deseen, los llevare a sus habitaciones.

Me quede viendo la puerta de madera, si tan solo pudiera hablar con el rey, obligarlo a que me escuchara, ¿Por qué razón no quería hablar? De seguro sabia a lo que veníamos, entonces ¿Por qué no querer hacer un acuerdo o alianza? Tenía que obligarlo a escucharme, necesitábamos de su ayuda, pero como lograrlo si ni siquiera quería vernos.

—No lograremos nada aquí Sky, será mejor dejarlo ya. — Serkan se mantenía cerca de mí, esperando a que caminara tras los demás, pero yo no podía dejar las cosas así.

—No podemos irnos solo, así como así, vinimos con un objetivo.

—Pero él no quiere hablar.

—Entonces lo obligare a escuchar.

—No puedes hacerlo.

—¿Por qué no? — gire a verlo molesta, la impotencia de no poder hacer algo más comenzaba a impacientarme.

—Porque hay protocolos.

Resople molesta— Protocolos, reglas, normas— hable entre dientes— yo no sé nada de eso, así que lo hare a mi manera.

No espere a que respondiera ni que me detuviera, di media vuelta y cuando atravesé la puerta de madera me adentre en una habitación media iluminada por la luz del sol. El lugar se veía lleno de polvo y viejos muebles, la habitación era demasiada amplia pero aun así se sentía vacía y fría y hasta un extremo se encontraba el Rey sentado frente a un escritorio sin hacer nada.

—Dije que no quería ser molestado— dijo sin levantar la mirada.

—Pues es una lástima, ya que no recibí el mensaje— le contesté.

El hombre levanto la vista y frunció el ceño, sabía que no debía estar ahí pero no podía dar marcha atrás.

—No es bien visto que una mujer entre a la habitación de un hombre sin invitación.

A través del espejoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora