Cap. - 3 - Experimentos / Cap. -1/3 - Comienza el sufrimiento.

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      Tres meses después.

Cada día la mujer elegía a alguno de los niños para experimentar de distintas maneras, las pruebas que hacía siempre eran brutales y sin la menor preocupación por la vida de éstos, intentando hacer estudio de su biología, examinando si eran de alguna utilidad para sus proyectos.

Ésta vez escogiendo del grupo al grotesco Lizardman, a pesar de ser bastante joven tenía dos veces la estatura de la mujer, musculoso y de piel escamosa bastante gruesa que cubría su cuerpo con otras escamas más finas en el abdomen, pero su cola había sido cortada hace poco tiempo, estando atado a la pared del cuarto por gruesas cadenas en sus extremidades y cuello que le impedían tocar el suelo.

Dos libélulas volaban al lado de la mujer acompañándola sujetando dos barras de hierro envueltas en hilo de cobre, unidas a puntas de grafeno en un extremo con una pequeña parte de caucho para sujetarlo y un cable aislado que las conectaba una gran bobina improvisada, que era impulsada por una rueda de madera en la que un pequeño enjambre de insectos corría frenéticamente para generar cargas eléctricas dirigidas a las barras.

La mujer se acercó al joven Lizardman extendiendo su brazo izquierdo, dándole una ligera caricia bajo el mentón con su mano cubierta con un guante de goma mientras le regalaba una sonrisa bajo su mascarilla, éste en respuesta sacudió su cabeza fuertemente para clavar sus colmillos en la mano de la mujer, pero inmediatamente del interior de la manga de su bata surgieron tres enormes ciempiés que inmovilizaron las mandíbulas impidiendo que las cerrara, a la vez que usaron sus propios colmillos para morder dentro de la boca del joven Lizardman que se retorcía paralizándolo y obligándolo a mirar de frente a la mujer, esta extendía su mano derecha libre por la cual un ciempiés de diferente más grotesco y más pequeño que los otros se asomó desde el interior de su manga.

Mirándolo a los ojos y manteniendo su sonrisa, la mujer forzó al centípedo junto con gran parte de su antebrazo dentro de la garganta del joven Lizardman obligándolo a tragar mientras los ciempiés que lo sujetaban le impedían cerrar su mandíbula.

La mujer extrajo su mano sacudiéndola hacia atrás manchando el suelo con los fluidos internos del joven Lizardman que tosía tratando de recuperar el aliento, mientras se quitaba el guante arrojándolo al suelo una de las libélulas le acercó un pequeño trozo de tela para limpiar su mano y ponerse uno nuevo.

Tomando en sus manos las barras de hierro que sostenían las libélulas la mujer rozó las puntas de ambas entre sí soltando chispas por la corriente eléctrica de éstas, en un movimiento repentino punzó con fuerza el pecho escamoso del joven Lizardman que se retorcía en gruñidos de dolor, sacudiendo violentamente las cadenas que lo sujetaban del choque eléctrico mientras los chispazos de luz azul iluminaban el cuarto hasta quedarse sin fuerzas para gritar.

La mujer continuó con el proceso varios segundos con su fría expresión cubierta por su mascarilla y lentes, hasta que el joven Lizardman temblaba por los daños a su sistema nervioso.

-Hmm... -la mujer analizaba el estado del joven Lizardman encadenado, -así que... a pesar de qué introduje un ciempiés modificado capaz de transformar la electricidad en energía vital y dar estimulación eléctrica artificial, no parece que tú cuerpo de reptil pueda acelerar su regeneración de extremidades y que recuperes la cola en un instante... supongo que ese gladiador Lizardman usa un método distinto, ¿debería intentar con un brazo o una pierna entonces...?, bueno, ¿tu cómo estás, grandote?

-P-por favor... no más... -dio a entender el joven Lizardman entre leves gruñidos de dolor sin poder cerrar su hocico terminando por caer inconsciente-

- ¡Hey! -respondió la mujer algo malhumorada- usé un insecto muy valioso dentro de ti, ¡y no obtuve buenos resultados!

Rosando suavemente con sus manos las mejillas del joven Lizardman entumecidas por el dolor intenso, la mujer se acercó a su rostro para susurrarle en voz baja con un tono de decepción.

- Lo quiero de vuelta.

Las cadenas que sostenían al joven Lizardman comenzaron a ser tensadas por los insectos dentro de las paredes estirando el cuerpo de éste, sus huesos crujían a la vez que la tensión en los músculos y escamas iba en aumento cada vez jalando más sus miembros reventando los vasos sanguíneos, su pierna izquierda fue lo primero en desgarrarse con su muslo revelando parte del fémur roto y derramando sangre entre el tejido vivo, el dolor logró hacerlo despertar y temblorosamente cruzó miradas con la mujer.

-P-piedad...-dijo el joven Lizardman entre lágrimas rogando a la mujer que se detuviera-

-Perdón, pero... ellos no la tuvieron con nosotros, *snap* -respondió la mujer chasqueando sus dedos dando la orden a los insectos dentro de los muros-

Los insectos comenzaron a tirar de las cadenas fuertemente separando una por una las extremidades restantes del joven Lizardman y salpicando su sangre en el suelo y paredes de la habitación, quedando sujeto en el muro sólo por las cadenas en su cuello.

Un grupo de insectos rápidamente formó un pequeño muro frente a la mujer evitando que la sangre la salpicara, una vez que se dispersaron entre las grietas de las paredes y el suelo ésta se acercó al desmembrado y moribundo Lizardman.

-Mátame... -dijo el joven Lizardman que apenas respiraba por el collar metálico bloqueando su tráquea y su propia sangre ahogándolo -

-Apenas sigues consiente al parecer... -señaló la mujer un poco sorprendida, -bueno, ¿Qué dices?, ¿hacemos un intento más?

Una vez terminó sus palabras, la mujer tomó una de las barras de hierro electrificadas en su mano, y con una gran estocada apuñaló al joven Lizardman atravesándole el pecho clavando la punta de grafeno en la pared de rocas detrás de éste, extrayendo el aparato junto con el insecto ensartado en la punta soltando chispas por la corriente eléctrica y derramando secreciones en los trozos de carne arrancados entre los colmillos de éste, lo que quedaba del Lizardman que ya no tenía vida alguna se convulsionaba por la electricidad restante.

El olor a sangre y carne de reptil quemada por la electricidad comenzaba a ser bastante fuerte por la habitación, la mujer dejó nuevamente que las libélulas sujetaran las barras de hierro mientras volaban a su lado y se acercó lentamente para examinar los restos del cuerpo, los ciempiés que sujetaban su hocico se retorcían y arrastraban a través de lo que quedaba del torso de éste.

- *suspiro*, Pero qué desperdicio... -comentó la mujer muy decepcionada, -supongo que tendré que encontrar otro tipo de regeneración corporal que sea más sencilla y eficiente.

Mientras la mujer lo examinaba tranquilamente, las escamas quemadas en el cuello del Lizardman muerto se tensaron cerrando con gran fuerza sus mandíbulas sobre las manos de ésta.

Los ciempiés sujetaron las grandes mandíbulas clavando sus largos cuerpos a la pared de atrás mientras el cuerpo seguía intentando salvajemente cerrarlas sobre las manos de la mujer, llegando al punto en que las venas del rostro le estallaron por su fuerza hasta que finalmente la parte superior del hocico fue quebrada hacia atrás de su cabeza, aun con esto el cuerpo muerto seguía sacudiéndose tratando de agredir a la mujer.

- ¿seguías vivo? -dijo la mujer tranquilamente mientras continuaba examinándolo sin temor alguno -Hmm... no, supongo que no.... estás completamente muerto, pero creo que se debe al daño masivo a tú sistema nervioso que lo poco que queda de tus músculos llegan a moverse por puro instinto, de alguna forma es un hallazgo interesante... ¡en fin!, creo que para algo puedo usarte, *snap*

Al Momento de que la mujer chasqueara sus dedos los insectos liberaron el cadáver del joven Lizardman que golpeó el suelo, arrastrándolo junto con sus extremidades desgarradas a las profundidades de la torre mientras el torso seguía retorciéndose con leves espasmos, la mujer sacó una pequeña libreta forrada de cuero con un pequeño broche de plata que la mantenía cerrada en el bolsillo superior de su bata.

-Bien, eso no funcionó, fue un desperdicio de materiales y es el cuarto espécimen que pierdo, pero quizás el resto de los libros del anciano que vivía en esta fea torre sirvan para algo más que juntar polvo, después de todo, los planos de éste "generador eléctrico" y el "para rayos" fueron bastante acertados en su concepto, aunque no los usé para simples luces en las calles o proteger el techo de las tormentas, me pregunto sí habrá más cosas interesantes por aquí...

Sujetando la pequeña libreta que contenía varias hojas arrancadas de libros viejos en sus manos la mujer se dirigió nuevamente a la habitación de la mesa metálica.

- Ahora con esto terminado... veamos qué puedo hacer para que esa estúpida piedra reaccione.

Perro del InfiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora