Dentro de la torre en una gran celda de barrotes de acero, suelo cubierto por paja vieja ya seca y paredes de piedra musgosa, dos niñas pequeñas humanas ambas hermanas de diez y seis años fueron dadas como pago por las grandes deudas de su padre al morir y entregadas al jefe del comerciante recientemente como mercancía, las dos temblaban de miedo sosteniendo la mano de la otra conteniendo sus voces para resistir llorar por el dolor que los grilletes causaban en sus tobillos, mientras que las ropas de trapo viejo que usaban para vestir no eran suficientes para mantenerlas tibias siquiera, la mujer se acercó a la celda silbando una alegre tonada con las manos en los bolsillos de su bata observando a las niñas a través de los barrotes, pero esta al fijar sus ojos en ellas no pudo contener su gran emoción.
- ¡Que pequeñas tan lindas!, oigan, ¿quieren algo de comer?, ¿puedo cepillar su cabello?
Las niñas no prestaron atención a sus palabras, sólo seguían temblando con los ojos cubiertos por lágrimas mirando temerosas a la mujer mientras se abrazaban fuertemente una a la otra.
-Hey... yo no muerdo... *ains* -la mujer se notaba con algo de tristeza en su rostro por la reacción de las pequeñas. -
La mujer buscó en los bolsillos de su bata sacando una pequeña llave que usó para abrir la oxidada cerradura de la celda, lentamente entrando para acercarse a las niñas asustadas y delicadamente acariciar el cabello dorado de ambas en un intento de calmarlas.
- Ya... ya... no hay razón para que me tengan miedo, ¿cuáles son sus nombres?
-Soy... Melody... -respondió la mayor de las niñas temblando- y ella es mi hermana Mary... no puede hablar...
- (¡ay cielos... hasta sus nombres son lindos!) -pensaba la mujer conteniendo su emoción delante de las pequeñas -vengan vamos afuera, quiero mostrarles algo.
Ambas empezaron lentamente a calmarse, la mujer las ayudó a levantarse y sacudir un poco el polvo de los trapos que vestían abriendo los grilletes que las sujetaban, la menor aún mostraba algo de temor por el lugar y sujetaba suavemente la bata de la mujer con su mano mientras ésta acariciaba su cabello, pero la mayor no mostraba querer estar cerca de ella.
Mientras la mujer se mantuvo ocupada consolando a la niña más pequeña, la mayor intentó apartarse de su vista y se acercó lentamente a ella y con una oportunidad le arrebató la llave de su mano saliendo de la celda, encerrando a su hermana con ésta adentro y desesperadamente correr con todas sus fuerzas por el pasillo de donde había provenido la mujer.
La mujer no pudo evitar fruncir sus labios tratando de contenerse para no soltar una pequeña risa y asustar a la niña mientras la veían irse.
La mayor seguía corriendo torpemente por el largo pasillo oscuro de piedra con sus pies descalzos cada vez más lejos de la celda donde las dejó, pero al doblar la esquina del corredor la niña se detuvo repentinamente, sus piernas comenzaron a temblar desplomándose sentada en el suelo, no importaba a donde dirigiera su mirada en el pasillo frente a ella, en las paredes, ventanas, pisos, los pocos muebles y pinturas que adornaban ese pasillo, todo exceptuando el fuego de las antorchas que lo iluminaban, estaba completamente cubierto por insectos retorciéndose por doquier tan repulsivamente que tardó en poder reaccionar y dar un grito de terror intentando levantarse para huir, pero su cuerpo no le respondía debido al miedo que sentía.
- ¿A dónde ibas cariño?
Sintiendo una gentil caricia sobre su hombro la niña asustada volteó bruscamente para mirar, la mujer estaba detrás de ella junto a su hermana menor sujetándose de su bata con sus pequeñas manos.
- ¿Pensabas irte y dejar a esta pequeña sola conmigo? - le preguntó la mujer, -qué mala eres...
-n-no, yo no...
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Perro del Infierno
RandomUn joven Licántropo que despierta despues de horribles pesadillas, al darse cuenta de los poderes mosntruosos que le fueron impuestos, comienza una aventura en busca de venganza.