Cap. - 8 - Botella Rota.

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- ¡¿Cuál es la gran idea?!, luego de haber llegado hasta aquí, luego de haber sufrido tanto, vas y te quedas en el piso dándole la espalda a esa cosa para que te mate, ¡¿es que eres idiota?!, ¡defiéndete o algo!, ¡pelea!

El extraño anciano sumamente molesto seguía reprendiendo al cachorro, mientras éste arrodillado en el suelo sólo lo observaba temeroso con sus orejas caídas tratando de comprender que sucedía.

Calmándose un poco, frotando entre su revuelta y mullida barba, el anciano sacó un pequeño frasco de vidrio con un corcho que abrió y dio un gran sorbo para vaciarlo, pero esto hiso que el cachorro se asustara al ver al anciano, parándose sobre cuatro patas levantando la cola y mostrando sus colmillos en alerta.

-*ains*, no hay tiempo para esto ahora, hay que enterrar esa cosa antes de qu...

-*grrr...*

- ¡a mí no me muestres los colmillos, pulgoso! *¡pum! *

Agitando levemente la palma de su mano hacia abajo, el anciano golpeó en la cabeza al cachorro provocando que éste pegara el rostro al suelo.

-Ups...creo que me excedí... *tap, tap*, ¿no te moriste o sí? oye... ¿pulgoso?

Usando su mano derecha, el anciano tocó levemente la cabeza del cachorro tendido en el piso buscando alguna reacción, pero éste seguía inmóvil.

Cuando el anciano retiró su mano, el cachorro rápidamente saltó hacia él, clavando con fuerza los colmillos en su antebrazo.

-Oye..., pulgoso... ¿se puede saber que intentas? -preguntó el anciano calmado mientras observaba al cachorro que bajaba las orejas-

-...hmm...

-Lo admito, fue un buen intento.

El brazo donde fue mordido había cambiado de textura mostrando gruesas escamas rojas, el anciano se levantó con el cachorro colgando de su brazo, sin que éste pudiera hacer nada al respecto.

-Dime cuando te canses, yo espero –comentó el anciano-

Dándose por vencido el cachorro, abrió la mandíbula soltando el brazo del anciano y cayendo sentado en el suelo.

-*ains*, escucha, sí me puedes entender con esas orejas afelpadas, lo siento por asustarte, pero es mejor tomar los restos de esa cosa y enterrarlo pronto, de otra forma, tu amigo equino va a volver para jugar otro rato, así que ayúdame, ¿de acuerdo?

El anciano estiró su gran brazo y le ofreció su mano para ayudar al cachorro a levantarse, pero éste se levantó por su cuenta apartando la mirada y rechazándolo.

- ¿Fue por el golpe verdad?, ya dije que lo sentía...-argumentó el anciano-

Ambos se acercaron al cuerpo de la criatura moribunda, pero ésta se estaba desmoronando en una arena negra perdiendo su forma, sin previo aviso el anciano golpeó lo que quedaba del pecho del caballo enterrando gran parte de su brazo en éste, sorprendiendo al cachorro que saltó hacia atrás mientras lo observaba.

-Debe estar por aquí... ¡lo tengo!

Bruscamente el anciano extrajo su mano del cuerpo de la criatura, provocando que ésta se deteriorara en una nube de polvo negro que se disipó en un instante.

Abriendo su puño el anciano mostró una pequeña piedra circular de tono rojizo que mostraba una pequeña brasa negra a su alrededor, el cachorro, aunque curioso por lo que observaba mantenía su distancia, exaltándose al escuchar al anciano hablarle.

-Esta cosa es un "Nior", cuando un ser vivo muere, su alma deja este mundo para ser juzgado, pero hay casos en los que el alma se queda, hasta pudrirse y aparecer una extraña piedra como ésta, que la convertirá en un monstruo, no tienen conciencia de sí mismos, pero tampoco son tontos, lo que se sobre un Nior, es que siempre buscará matar todo lo que hay a su alrededor, su apariencia siempre es única, pero se nota que éste no tuvo mucho tiempo de vida, por eso la piedra es pequeña y roja.

-Aaa... -el cachorro lo observaba confuso inclinando su cabeza ligeramente-

- No entendiste nada, ¿verdad?

El anciano guardó la piedra dentro del pequeño frasco tapándolo con el corcho, éste comenzó a desprender una luz rojiza titilando lentamente.

-Por ahora, de esta forma ya no podrá volver a formar su cuerpo, luego buscare un buen lugar para sepultarlo... *snif, snif*, no..., no..., no, no, no, no, ¡no!, ¡no!, ¡no!

Rápidamente el anciano corrió a una esquina de la habitación, desesperadamente apartando los escombros y quitando una de las losas rotas del suelo, revelando un pequeño agujero oculto, en el cual se encontraba una botella rota con su contenido derramado por el piso lleno de tierra.

El cachorro siguió observando, mientras el anciano inmóvil parecía resistir con fuerza el impulso de llorar, pero se levantó enfadado sujetando el cuello de la botella rota y mostrándosela al cachorro muy de cerca asustándolo bastante.

- ¿sabes cuánto tiempo esperé para probar esté vino de la isla "Dátil Mante" ?, ¡¿lo sabes?!, ¡30 malditos años!, la mantuve oculta aquí para que terminara de añejase a la perfección y que Nicola no la encontrara para sus experimentos, ¡y vienes tu junto con un Nior alborotado a romper la botella!, ni siquiera pude darle un sorbo...

- ¿l-lo siento...?

- ¡ah...!, de modo que sí sabes hablar, ¡pero una disculpa no me regresará mí néctar de dioses!

- ¿Ese jugo con olor raro?

- ¡¿quieres que te arranque la cabeza?!, *ains*, lo rompes, lo pagas, y como dudo que tengas alguna moneda en esos feos trapos, vas a tener que hacerme un favor... ¡oye!

El cachorro caminó por el cuarto dirigiéndose a la escalera dejando al anciano hablar solo, pero éste al verlo lo sujetó por la cola evitando que siguiera avanzando.

- No sé si eres valiente o estúpido, pero me lo debes por asesinar a mi inocente botella de vino... además, no sabes dónde está la salida, o ¿sí?

-*ains*, tú ganas abuelo... ¿qué quieres?

-Antes que nada, me llamo Royh, ¿...y, tú nombre es...?

-Buena pregunta...

- ¿De modo que no tienes nombre?, llamarte pulgoso todo el tiempo sería un poco ofensivo, así que...

Mirando por el cuarto mientras pensaba, el anciano recordó los restos de la botella en su mano que aún conservaba parte de la etiqueta rasgada, en la cual se lograban distinguir algunas de las letras impresas "vin- d- la Isl- Dá-- --nte".

-Hmm... ¿qué opinas de llamarte "Dante"?

-Hmm... ¿qué opinas de llamarte, "Dante"?

-No me importa, ¿qué hago para qué me muestres la salida, abuelo?

-Soy Royh, no tú abuelo, bueno, sube por la escalera de ese lado hasta el final, cruza el pasillo hasta llegar a un salón repleto de columnas, en alguna parte debe haber un pequeño reloj de bolsillo, intenta darle cuerda a ver si funciona, luego tráelo aquí, entonces te mostraré la salida y has lo que quieras después, fácil, ¿verdad?

La barba blanca del anciano se crespo mostrando sus dientes mientras le sonreía pícaramente al cachorro, pero éste lo ignoró subiendo las escaleras dejándolo solo.

-*Ains*, (va a ser bastante molesto tratar con él...).

Perro del InfiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora