𝗧𝗲𝗮𝗿𝘀 © Yeonbin

005

Soobin se volvió un rayo de alegría después de cruzar la puerta de lo que para él era considerado el paraíso.

Un paraíso donde estaban sus cosas favoritas, postres y libros.

Los dos chicos admiraron el lugar, pues tenía una decoración muy linda y casi empalagosa. Con luces de tonalidades cálidas y estanterías repletas de distintos libros.

—Aquí hay una mesa con buena vista.— guió a Yeonjun a una mesa de tamaño decente, junto a una ventana que daba hacía los altos edificios que rodeaban el local.

—No había venido nunca. Pero este lugar es definitivamente muy tu.

—¿Muy yo?—el peliazul se señaló así mismo. —¿Ah que te refieres con eso?

Yeonjun intentó buscar las mejores palabras para explicarlo.

—Ya sabes, con una vibra soft y relajada.

—No soy soft.—reclamó Soobin de una manera bastante tierna.

La cual sólo reafirma que lo que decía el mayor era cierto.

Tras unos minutos de ver el menú de postres que tenían en la mesa, continuaron con su conversación hasta que una de las meseras con delantal blanco y vestido beige de uniforme, se acercó a ellos.

—¿Soobin? —la mesera miró al peliazul con una sonrisa de oreja a oreja.

Soobin volteó, y le sorprendió ver a la chica, a la cual ya conocía desde hace un tiempo. Por otro lado, Yeonjun veía la situación con una de sus cejas levantadas e intentaba entender si es que estos dos ya se conocían.

—Yuna — no se esperaba verla todavía trabajando aquí —. El es Yeonjun. —lo presentó para que no se sintiera excluido de alguna manera.

Yuna, la linda mesera con cabello castaño y ondulado, volteó su mirada hacia el pelirosa, saludándolo con una dulce sonrisa.

—Hace mucho no vienes por acá —la chica regresó su mirada a Soobin.

—No pensé que todavía siguieras trabajando aquí. Dijiste que solo sería un trabajo de medio tiempo y después te irías. 

Yeonjun no se quería meter en su conversación, así que empezó a jugar con el menú que tenía en las manos, pero escuchaba su conversación con atención.

—Así iba a ser —ella hizo una mueca —. Pero ya ves, una cosa lleva a la otra.

Yuna terminó de decir con una risita adorable, como ella.

—Dejaste de venir por un buen tiempo. Tampoco he visto a Riku —rápidamente la sonrisa de él peliazul se desapareció de su cara —, ¿Cómo está el?

Hubo unos segundos de silencio que hicieron a Yeonjun alzar su mirada del menú para ver a Soobin.

—El está bien. —contestó por fin —. Volvió a Japón con sus padres.

—Que mal —dijo Yuna mientras sacaba su libreta para anotar las órdenes de los chicos —. No se despidió de mi.

De mi tampoco. Pensó Soobin.

Los dos terminaron pidiendo un pay de fresas con crema batida encima. Pues Soobin había convencido a Yeonjun de que era lo mejor que hacía en el lugar. Así que el mayor se dejó guiar por la sabiduría de Soobin en los postres.