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El pelirosa se encontraba encima suyo dejándole besos por el cuello. Las marcas que le había dejado la última vez se iban desvaneciendo y quería asegurarse de remarcarlas. Succionaba con cuidado de no lastimarlo de más, pero si lo suficiente para dejarle esas marcas entre moradas y rojas de nuevo.

—Ah... —suspiró el peliazul complacido.

Un miércoles por la tarde después de clases y exámenes, con la televisión prendida reproduciendo una película a la cual le prestaban cero atención porque el mayor se había puesto en un plan de toqueteos. En otras palabras, esa película solo era una manera de distracción para los vecinos de las otras habitaciones y que no se escucharan los sonidos que dejaba su sesión de besos y caricias.

En una hora el mayor tendría que irse a su grabación para el comercial, así que sabía como quería pasar su tiempo libre antes de eso.

Llevo sus manos por debajo de la camisa blanca de Soobin, recorriendo su estómago, el cual se contrajo cuando sintió sus dedos sobre su piel. Después de marcarle el cuello, regresó sus labios hacia los del peliazul. Este llevó sus manos por detrás de la nuca del mayor, enredando un poco sus dedos en su cabello.

Era la primera vez que ahora ambos estaban en la cama de Yeonjun, la cual quedaba más cerca a la puerta. Siempre estaban en la cama de Soobin, por lo cual se sentía como algo nuevo.

Le gustaba estar en esa posición donde Yeonjun estaba encima de él, pero eso no le quitó las ganas de cambiar. En un movimiento rápido, terminó arriba del pelirosa, sentado en su regazo. A Yeonjun le sorprendió un poco, no porque le molestara no ser el que tiene el control, pero porque no esperaba eso de Soobin.

El peliazul se comenzó a moverse sobre su regazo hacia el frente, empezando a hacer fricción entre ambos. Volvió a juntas sus labios y Yeonjun tomó su cara entre sus manos, introdujo su lengua de una y empezó a sentir su sabor.

Jadeos se escapaban de la boca de ambos. De cierta manera los dos se sentían nerviosos por debajo de todo el deseo lujurioso. Lo más que se habían hecho eran mamadas o ciertas caricias, pero nunca nada más, y por como se veía la situación no estaban seguros si pasaría a la siguiente base.

Toques en la puerta les cortaron la inspiración.

—¿Por qué justo ahora? —Yeonjun soltó un quejido.

Soobin permanecía sentado sobre el, quería pararse para abrir la puerta pero las manos del mayor se aferraban a su cadera sin dejarlo moverse.

—Si ignoramos se ira, sea quien sea. —no quería que su momento se arruinara.

—Muy tarde —tomó sus manos, quitándolas de él para después pararse —. La tele está a todo volumen, saben que estamos aquí.

Soobin se encaminó a la puerta, mientras arreglaba su ropa sin esfuerzo al igual que su cabello. El pelirosa se retorcía en su cama, haciendo un berrinche, el solo quería besar todo el día a su novio, pero parecía que el universo siempre se lo impedía.

Como era normal, nunca preguntaban de quien se trataba antes de abrir la puerta, solo lo hacían y ya. Fue en ese momento en el que él peliazul se arrepintió de nunca verificar quien era antes de abrir.

Sus ojos se abrieron como nunca al ver a sus padres parados frente a la puerta de su dormitorio.

No le tomó ni un segundo en reaccionar y antes de que ellos pudieran hablar, les cerró la puerta en sus caras con un portazo. No quería verse grosero o sospechoso, pero se había asustado al verlos ahí.

𝗧𝗲𝗮𝗿𝘀 © YeonbinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora