O 3 9; Jɪsᴜɴɢ (ʜᴀᴄᴇ 5 ᴀɴ̃ᴏs)

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-¡Vamos a este! -Le dije a Minho señalando el puesto y sin darme cuenta le había agarrado la mano para llevarlo al puesto que señalaba.

El juego consistía en disparar a una pila de botellas de cristal. Era difícil ganar premios en este tipo de juegos, pero aún así siempre lo intentaba.

Le di dos monedas al vendedor y comencé a disparar mientras Minho me miraba atentamente y como era de esperar, perdí.

-Deja que lo intente yo -Me dijo Minho dándole dos monedas al vendedor.

Minho miró atentamente y se puso en una posición para disparar un tanto inusual.

Al primer disparo la falló, dejándolo con dos intentos más. Al segundo disparo consiguió derribar tres botellas de seis, solo le quedaba un intento y tres botellas. El vendedor y yo mirábamos atentamente a Minho, el cual estaba totalmente concentrado en las botellas.

Apretó el gatillo, todo a nuestro alrededor se movía en cámara lenta hasta que vimos las últimas tres botellas caerse hacia atrás. Minho se giró hacia mí mirándome con los ojos muy abiertos, seguidamente me abrazó con fuerza.

-¡Lo has conseguido! -Lo alejé de mi para mirarlo a los ojos con una sonrisa.

-¿Qué peluche quieres? -le preguntó el vendedor a Minho, él me miró y yo encogí los hombros.

-Ese -Dijo con una sonrisa mientras señalaba un peluche marrón. Cuando lo bajó, me di cuenta de que era una ardilla gigante.

Minho sonreía mientras el vendedor le daba el muñeco, para segundos después mirarme y dármelo con una cálida sonrisa dibujada en su rostro. Abracé muñeco con ambos brazos debido al gran tamaño que tenía.

Seguimos caminando entre los diferentes puestos sin que nos llame la atención alguno de estos. Casi llegábamos hasta el final de los puesto cuando Minho se paró en uno.

-¿Sabes bailar? -Le pregunté sorprendido al verlo parado en frente de la máquina con flechas de colores dibujadas.

-Hace mucho que no bailo, pero puede que me salga -Me dijo sonriendo antes de acercarse al vendedor para darle una moneda.

Minho miró la pantalla, preparado para mover los pies. El hombre que manejaba el puesto le dio la señal a Minho para que comience.

Él movía sus pies mientras miraba la pantalla y con sorpresa lo miraba yo sujetando el peluche. Los movimientos de sus pies eran suaves y acertados, como si supiese que tecla tocaba pisar a la siguiente.

En cuanto terminó, en la pantalla salieron los resultados. Tanto el vendedor, como nosotros dos estuvimos sorprendidos al ver la pantalla.

NUEVO RÉCORD ponía en letras grandes pintadas con miles de colores, a pesar del único fallo que tuvo, pudo conseguirlo. Minho se giró a mirarme y corrió a abrazarme con una sonrisa de nuevo.

-Enhorabuena Minho -Le devolví el abrazo junto con una sonrisa.

-Escoge tu premio -Le dijo el vendedor a Minho cuando nos separamos del abrazo.

Minho miró atentamente los diferentes peluches. Entre ellos, Minho señaló un peluche igual de grande que el mío.

El chico se lo bajó y nos despedimos de él.

-¿Vamos a comer verdad? -Me preguntó.

-Si, me muero de hambre -Le respondí -por cierto, ¿por qué has elegido el conejo?

-Me gustan los conejos, además mi madre me decía que me parecía a uno -Me explicó mientras caminábamos hacia el restaurante del parque.

-Entonces, ¿has elegido la ardilla y me la has dado porque me parezco a una? -Le pregunté riendo.

-¿Nunca te lo han dicho?

-No -Negué, aunque me parecía raro que nadie me lo haya dicho a pesar de la forma de mis mofletes.

Al llegar al restaurante, nos sentamos dejando nuestros peluches a un lado y pedimos la comida, la cual llegó muy rápido. Ambos comimos en silencio, pues teníamos mucha hambre.


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saturno ;; minsungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora