cuarenta

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Al inicio no había sido fácil ni por asomo, pero YoonGi había conseguido de alguna manera el poder vivir en una falsa tranquilidad. Su cerebro había aprendido a ignorar los pensamientos sobre la mafia. Él lo había intentado, en realidad lo había hecho, querría que JungKook y HyunJin hubieran desechado esa vida; pero ninguno había estado por la labor, así que lo tenía que aceptar. 

Él había conseguido establecer una vida corriente allí en Canadá, no trabajaba, pero seguía ganando dinero debido a inversiones que hacía con marcas caras. La verdad es que usar el dinero que ya tenía en inversiones seguras, había sido una de sus mejores ideas. 

Tenía todo el tiempo del mundo para vivir tranquilo, no es como si se mereciese menos después de la vida tan estresante que había tenido que llevar desde que nació; se merecía unas vacaciones para siempre. Además, le encantaba pasar todo el tiempo del mundo en compañía de su omega. 

Su precioso omega. 

-- ¡YoonGi! ¡Para de jugar con la comida! -- Exclamó entre risas, pasando sus manitas por el cabello carbón de su pareja. -- En serio vas a acabar con la nata; y si me da antojo por la noche vas a tener tú que ir a buscarla por haber estado jugueteando con ella. -- 

-- Pero, mi amor... no hay nada como besar tu barriguita con nata. -- Dijo antes de desobedecer de nuevo las órdenes del joven. 

Era imposible, YoonGi tenía una gran debilidad por la pancita abultada de siete meses de su chico. Se estaba dedicando a hacer caritas sonrientes con la nata, para después comérsela directamente del cuerpo ajeno. Nada lascivo o con segundas intenciones, más bien todo lo contrario, solo quería poder seguir escuchando las carcajadas de su pareja. -- Alfa... vas a machar el sofá. -- Se volvió a quejar él, que estaba tumbado sobre el mullido mueble antes nombrado. 

-- Lo limpiaré entonces, pero me gusta mucho hacer esto; y creo que a nuestro cachorro  también, da pataditas cuando lo hago. -- Con toda la emoción que era capaz de derrochar a través de sus ojos, el pálido miró a JiMin, provocando que este sintiera derretirse. -- ¿¡Ves?! ¡Acaba de dar una! -- Exclamó ilusionado, volviendo a dejar otro besito en la abultada barriga. 

¿Qué iba a hacer Park? Adoraba ver al hombre de ojos felinos tan feliz como un niño pequeño, definitivamente la vida había sido muy mala con el amor de su vida, le había robado la felicidad de una infancia y adolescencia normal. Min era alguien muy fuerte, pero roto. 

No era normal ver como asesinaban a tu padre y hermano con 16 años; y luego tu madre escapaba a otro continente, teniendo él que hacerse cargo de la mafia apenas con esa edad. 

Así que no, JiMin nunca le prohibiría algo si eso significase robarle esa sonrisita que mostraba sus encías rosadas y preciosas. -- ¿Crees que somos raros? Digo, normalmente la gente siempre quiere saber el sexo de sus hijos cuanto antes; y nosotros estamos esperando al parto. -- Fue JiMin quien habló.

-- Claro que no, mi vida, nos gustan las sorpresas. -- Murmuró, apoyando su mejillas contra piel descubierta del abdomen ajeno mientras le miraba a los ojos. Park llevaba gafas, pero no como antes, estas solo eran para ayudar a sus ojitos a enfocar bien. 

Tal y como dijo el doctor, JiMin tuvo que comenzar a usar gafas para poder ver bien del todo; pero no es algo que le molestaba, después de todo llevaba mucho tiempo usando gafas; aunque antes fuera para poder tapar sus ojos blancos, y ahora para tener una magnífica vista.

Con el tiempo, por suerte, había superado su complejo con sus orbes; no es como si le apasionasen, pero a YoonGi sí. Adoraba esos dos pequeños ojos almendrados blancos y brillantes. -- Ver tu rostro todos los días sigue siendo mágico, hyung. -- 

Dispara || Kookv Yoonmin|| OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora