□ 18.

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YeonJun miró con gracia como BeomGyu intentaba alimentar a una regordeta paloma de la calle que se rehusaba a acercarse a su palma

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YeonJun miró con gracia como BeomGyu intentaba alimentar a una regordeta paloma de la calle que se rehusaba a acercarse a su palma. El ave picoteaba sus alas tranquilamente mientras el omega se acercaba sigilosamente a él con migas de pan escurriéndose de su mano. YeonJun empezó a comer de la bolsa de pan que su pareja le había obligado a comprar para poder alimentar al animal, estaba hambriento, ambos habían salido a almorzar, sin embargo, BeomGyu se había estado distrayendo con los comercios de alrededor y simplemente no podía negárselo, sobre todo porque aun con hambre, él igual estaba disfrutando.

— Mira palomita lo que tengo para ti.

Se posicionó de cuclillas cuando estuvo lo suficientemente cerca como para que la paloma notara el alimento, pero el animal no se movió, aún desconfiaba de las acciones de BeomGyu.

— Vamos, solo tienes que acercarte.

Se acercó dos pasos más a la paloma, pero ella voló hasta el otro extremo de la calle. BeomGyu se rindió y sacudió sus manos para quitarse los restos de pan, tal vez luego la paloma decidiera acercarse a comer lo que se había caído al suelo cuando él se alejara.

YeonJun le tendió la mano y lo ayudó a incorporarse y hasta cierto punto a recuperar un poco de la dignidad que el ave le arrebató al negarse a comer de su palma.

— No es justo, yo solo quería que comiera —hizo un puchero.

— No te molestes, es solo una paloma —respondió avanzando sin soltar sus manos entrelazadas.

— ¿Y si no ha comido en días? la pobre podría estar muriéndose de hambre, Junnie.

— Es el centro, aquí pasa a diario mucha gente que las alimenta, mira —le señaló con la mirada a unos niños haciendo pedazos pequeños de galleta para después tirárselas a las aves.

BeomGyu observó con cierta pena como las palomas se alimentaban con las galletas de chocolate de los pequeños, le dolía ver que los animales tuvieran que comer comida chatarra para poder sobrevivir en vez de algo que realmente los nutriera.

Vio a los niños convivir felices con las palomas, ellos no sabían que el chocolate las podría enfermar, pero dentro de su inocencia ellos creían que les hacían un bien. BeomGyu estaba seguro de que cuando crecieran serían unos buenos ciudadanos que cuidarían de los animales.

— ¿Estás bien? —su alfa le apretó suavemente su mano, llamando su atención.

— Sí, es solo que no me gusta ver que las palomas no puedan tener una mejor  vida por culpa de nosotros.

— Lamentablemente es algo que no está en nuestro poder, si pudiera controlar la manera en la que la urbanización va acabando con las áreas naturales; créeme que haría algo para cambiarlo —le dio un beso en la frente, consolando al gatito con mirada triste— podemos contribuir en otras cosas.

— ¿Cómo qué? —preguntó curioso, provocando que sus orejitas se levantaran y movieran el gorro de lana que tenía puesto.

— No puedo decírtelo, es una sorpresa —respondió acomodándole los mechones sueltos sobre su frente.

— Hyung —insistió con un tierno gesto tratando de persuadirlo— sabes que soy malo esperando.

— No, esta vez no me vas a convencer —beso el mohín en sus labios y continuo su camino— vamos, si no terminaremos sin almorzar.

— ¡Vamos! —BeomGyu corrió a su lado y tomó su mano— ¿podemos comprar muffins como postre?

— Sabes que sí.

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Dulce ronroneo [◇] YeonGyu. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora