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YeonJun miró con tristeza las condiciones en las que se encontraba el albergue

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YeonJun miró con tristeza las condiciones en las que se encontraba el albergue. El lugar parecía no haber recibido mantenimiento desde su construcción; las paredes estaban sucias y con pedazos de pintura cayéndose al suelo, mientras que las columnas que nunca fueron pintadas estaban manchadas y en un pésimo estado, notó como el moho y la humedad habían acabado con las jaulas, inclusive algunos perros se encontraban permanentemente amarrados para que no se escaparan por la falta de rejas.

De pronto tuvo el impulso de desamarrarlos y curarles las heridas a causa de la fricción de las cuerdas.

— Le agradezco mucho su donación, señor Choi, estos animalitos han estado mucho tiempo sin esperanza —la mujer hablo con emoción.

Era una señora grande de aspecto desalineado y aventajado, su cabello cenizo estaba sujetado descuidadamente en un improvisado chongo, por lo que algunos mechones salían sin control alrededor del peinado, llevaba un sencillo suéter de lana gastado que iba a juego con la arrugada falda llena de retazos de otras prendas para tapar agujeros.

Ella le dio una sonrisa sincera, su rostro estaba surcado por varias arrugas y en su dentadura falsa ya faltaban algunos dientes. YeonJun presentía que ella se había deteriorado de la misma forma que lo hizo el albergue.

— Mi pareja y yo queríamos ayudar a los animales, de hecho fue él quien encontró este lugar.

— Me siento agradecida porque así fuera, espero un día tenerlo de visita por aquí.

No pudo evitar fruncir el ceño en desagrado cuando la mujer abrió la puerta para ingresar al lugar donde estaba la mayor aglomeración de animales. El hedor era insoportable, YeonJun tuvo que sacar un pañuelo para cubrirse la nariz y evitar tener arcadas, aquella habitación era incluso más deplorable que las anteriores, no había ni siquiera divisiones, era un cuarto grande que mantenía a los perros quietos a una cadena incrustada a la pared.

Los pobres animales ladraban desesperados, sus pelajes estaban manchados por la orina y las heces que se esparcían por el suelo, muchos estaban en los huesos, otros ni siquiera podían estar sobre sus dos patas, inclusive había uno que otro cadáver de cachorro, lo más probable era que no habían sobrevivido al parto.

YeonJun se sintió profundamente consternado, eso no era un albergue, parecía más bien un matadero para perros.

No lo soportó, se disculpó con la mujer excusándose que tenía que contestar una llamada. Salió de la habitación lo más rápido que su cuerpo abatido le permitió y se sostuvo en la pared más limpia que encontró para recuperar el aliento, se frotó los ojos como si aquello fuera a borrarle la imagen de los perros sufriendo, nunca había visto un lugar tan espantoso como ese. Agradeció haberle negado a BeomGyu que lo acompañara, estaba seguro de que él no hubiera guardado la compostura y se hubiera puesto a llorar y a pelear con la señora en cuanto hubiera puesto un pie en el lugar.

— Lamento que los viera así, pero usted debe entender que si los dejaba en la calle los hubieran matado.

YeonJun no pudo contestar, en esos momentos ya no sabía que era peor; que el gobierno se hubiera desecho de ellos o que sufran a cada minuto en ese lugar mientras esperaban su muerte.

— Tiene suerte —respondió mientras volvía en sí— si protección animal se hubiera enterado de este sitio se los habría llevado hace mucho tiempo.

— Lo sé, pero no podía dejarlos en la calle, debe comprenderme —la mujer lo miró con gesto alicaído.

Suspiró, había una gran posibilidad de que ella sufría algún tipo de trastorno que le hacía acumular a los animales, la mujer no veía más allá, parecía estar  en un estado de negación, inclusive prefería que los perros estuvieran en esas condiciones a que se los quitaran.

— Contactaré a un equipo para empezar la limpieza de este lugar, es necesario pasar primero la inspección de un oficial para poder abrir como tal el albergue.

— Claro.

— Pero Señora Sook...

YeonJun le apretó levemente el hombro en consuelo antes de terminar la oración, pudo ver los ojos tristes de la mujer que sabía lo que también implicaba su intervención en aquel lugar.

— No puedo garantizarle que los animales puedan quedarse, muchos de ellos están en graves condiciones y será necesario que protección animal se los lleve para poder rehabilitarlos.

La vio llorar, a pesar de que era una beta y no desprendía mucho olor, podía sentir la tristeza y el profundo dolor que la inundó en esos momentos. YeonJun la rodeó contra sus brazos y la consoló, no sabía nada de su vida, pero podía apostar que esos animalitos eran todo lo que tenía.

Entonces se preguntó cuál episodio de su vida la llevó a desencadenar esa conducta, él solo podía imaginarse lo peor.

— Lo lamento —dijo mientras le ofrecía su pañuelo— pero es necesario.

— Está bien —respondió tomándolo— presentía que en algún momento esto iba a pasar.

La señora Sook caminó hacia el pasillo que servía como recepción, no era más que un espacio con una mesa y una silla vieja. YeonJun la siguió de cerca, pudo notar como arrastraba los pies sin ánimo, temió que ella cometiera algún atentado contra su vida, luego llamaría a alguien para que la vigilarán mientras se tramitaba todo.

— Señor Choi, sé que no estoy en posición de pedirle otro favor, pero quisiera que aceptara algo —vio como la mujer tomaba una caja que estaba en un rincón y se lo entregaba.

La agarró dudoso entre sus manos sintiendo un pequeño peso dentro de ella cuando finalmente la sostuvo por completo, intentó descifrar su contenido, pero una de las tapas estaba caída, por lo que pudo ver bien que era lo que se encontraba dentro.

— La dejaron en mi puerta hace unos días, son apenas unos cachorros, son los únicos completamente sanos —comentó afligida— no soportaría ver que se los lleven de la misma forma que los otros, por favor, tómenlos.

Ella abrió la tapa revelando a dos perritos; una bola de pelos blanca acurrucada en una esquina y otro de pelaje café chocolate. Ni siquiera había discutido con BeomGyu, pero al ver el rostro suplicante de la mujer no pudo negarse, no podía decirle que no a lo último que le traía felicidad a la señora Sook.

— Está bien, los adoptaré.

Metió la mano y acarició los pelajes de los animalitos, tenía una idea sobre el otro perrito, solo esperaba que todo saliera bien.

De pronto la imagen de su pareja siendo perseguido en su forma gatuna por un travieso canino le hizo sonreír, tal vez quedarse con uno de ellos no eran tan mala idea.

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Dulce ronroneo [◇] YeonGyu. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora