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𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟕: 𝐓𝐫𝐚𝐢𝐜𝐢ó𝐧
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Delilah se había centrado tanto en intentar descubrir si la magia existía, que se le olvidó que estaba dirigiendo a una escuela.
En Paralia, era muy poco común que las niñas fuesen al colegio, ellas eran educadas en sus casas por una institutriz. Por suerte, su padre le había mencionado, vagamente, algunos detalles sobre sus tiempos como escolar.
El chico de los tres hermanos parecía tener su misma edad y al parecer también era un brujo, además, provenía de Paralia e iba a Pic L'Infern. Esto significaba que Delilah ya "conocía" a alguien con quien podría hablar. Solo esperaba que fuese agradable.
—Toma —dijo Rafaela con desgana, mientras le tendía dos papeles doblados—. Son dos mapas, uno del reino de Ibarantan y el otro de las cercanías a Pic L'Infern. Tu tía me dijo que te lo diese, para que no te pierdas.
—Gracias —se limitó a decir Delilah.
La joven intentaba evitar la fría mirada de su acompañante. Por lo que se dispuso a desdoblar los mapas que acababa de darle. El más grande era el del reino de Ibarantan, en el que se veía cada provincia y estaba, marcada en rojo, la ruta hasta su destino.
Ibarantan tenía diez provincias: Norfendia, Museau, Présdesyeux, Ecaillpière, Nuitllania, Sourín, Montesciel, Dóterra, Feunez y Lézagne.
Pic de L'Infern se encontraba en la Sierra de Marek, al este de Museau, en el centro del reino. Al sur del mapa estaba ubicaba la frontera con Paralia, la cual acababa de cruzar, por lo que supuso que sería un viaje bastante largo.
Esto le sentó fatal a la joven, quien lo último que deseaba era pasar más tiempo con Rafaela, ya que la intimidaba. Delilah miró por encima del gran mapa a su acompañante, para su suerte, esta no la observaba, sino que admiraba el paisaje de lo que, suponía, era Montesciel.
Cerró el gran mapa y desdobló el de menor tamaño. En este se veía a detalle las calles y avenidas, además del camino, desde la entrada de la ciudad hasta la escuela. Pic L'Infern se encontraba en lo alto de una montaña no muy alta, lo cual tenía sentido por su nombre.
Delilah no podía estar todo el camino mirando el mapa, parecería extraño, así que los guardó en su maletín y sacó su libreta y carboncillos. Dibujó primero el escudo de la escuela, pues estaba bordado por todos lados, en las cintas de las cortinas, en las acolchadas paredes del carruaje y en los asientos. Pensó en pintar el paisaje, pero iba tan rápido el carro que lo único que podría dibujar sería líneas horizontales. Decidió finalmente usar su imaginación. Hizo a un gato, aunque los animales no era su fuerte; un castillo, basándose en el de Pic L'Infern; algunos tipos de flores, algunas inventadas y calabazas (le encantaba dibujarlas últimas por alguna razón).
Parecía que llevaba días metida en el carruaje. Se arrepentía de no haber traído un reloj, no pensaba que lo fuese a necesitar. Sabía que Rafaela tenía uno, pero no se iba a dignar a hablarle. Corrió un poco la cortina para mirar por la ventana, los tonos azules del cielo empezaban a verse de un tono anaranjado, debía estar a punto de anochecer.
Delilah llevaba desde el desayuno sin comer, lo único que deseaba en ese momento era que el carruaje parase en alguna posada para cenar cualquier cosa.
—Hay una posada cerca —dijo de repente Rafaela, como si le hubiese leído la mente—, no me mires así, hace media hora que escucho a tu estomago rugir.

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-𝐋𝐚𝐬 𝐁𝐫𝐮𝐣𝐚𝐬 𝐝𝐞 𝐏𝐢𝐜 𝐋'𝐈𝐧𝐟𝐞𝐫𝐧-
FantasyDelilah solo piensa en salir de ese pequeño pueblo en el que está atrapada desde hace 15 años. Tiene dos opciones: casarse con un extranjero o ser enviada a un convento. Ninguna le parece lo suficientemente buena, ninguna la va a hacer feliz. Sin em...